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martes, 14 de enero de 2020

Duelen los sagrarios abandonados, no dejes solo a Jesús

(Aleteia) Siempre me han dolido los sagrarios abandonados, Jesús olvidado, solo, donde nadie busca su amor. Para mí es una tragedia. El hombre y la mujer necesitados de amor, de respuestas a sus problemas, buscan soluciones en las redes sociales, los viajes largo, el ruido, los grupos de amigos, pero no buscan donde está la respuesta, en el silencio, ante el sagrario, en la oración devota, en la Palabra de Dios, en el servicio al prójimo, en el perdón.

Buscamos en tantos lugares, y olvidamos pedir a quien debemos.

“Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y se abrirá la puerta al que llama.” (Mateo 7, 8)

He visto el dolor y el sufrimiento. Es inevitable sufrir. Es parte de la vida. Me escriben de diferentes países personas que sufren y no saben cómo remediarlo. Cargan cruces indecibles, muy pesadas, con las que nosotros no podríamos.

Por eso suelo enviar a todos al sagrario, ante Jesús que en ocasiones se encuentra muy solo, deseando dar amor, llenarnos de gracia, pero nadie llega. Y es por eso que cuando me invitan a algún programa de radio para hablar de mis libros, termino hablando siempre de Jesús en el sagrario.

Hay una gran necesidad de amor en este mundo y “la fuente de amor” está con Jesús en el sagrario.

Recibo muchos testimonios bellísimos que me convencen de la necesidad de hablar sin descanso sobre el buen Jesús VIVO en los sagrarios del mundo.

Hace poco recibí un testimonio muy bonito. Te lo comparto.

Hoy sentí ganas de contarle Claudio mi humilde historia, nunca deje de escribir sobre Jesús Sacramentado en Aleteia, porque cuando nos encontramos con Él nos impacta descubrir que nos ama tal cual somos, nos sorprende a través de personas que no imaginamos que muchas veces ni conocemos, personas increíbles que pone en nuestro camino y cuando esto sucede nuestra vida cambia para siempre …

Cuando voy a visitar a Jesús al Sagrario, siempre agradezco la generosidad de las personas que puso en mi camino y le mando saludos de parte de Claudio, sé que le gusta sorprenderlo, aunque pienso en que a Jesús también le gusta sorprenderlo a usted.

Jesús puede y quiere sanarte, ayudarte, darte la fortaleza que necesitas. Anhela darte su amor, para que puedas salir adelante, vivir a plenitud, con gozo.

Anímate y anda a ver a Jesús en el sagrario. Se pone feliz cuando lo visitas. A Él le gusta mucho cuando lo visitan con recta intención, buscando su amor.

Hay un santo sacerdote, español, San Manuel González (25 de febrero de 1877 – 4 de enero de 1940), fue un obispo sevillano al que se le conoció como el apóstol de los sagrarios abandonados. Escribió estas palabras extraordinarias y conmovedoras antes de morir:

“Pido ser enterrado junto a un Sagrario, para que mis huesos después de muerto, como mi lengua y mi pluma en vida, esté siempre diciendo a los que pasen: ¡Ahí está Jesús!, ¡Ahí está! ¡No lo dejen abandonado!”

Cuando veo esta indiferencia ante Jesús presente y VIVO en cada sagrario, me duele hondo en el alma y voy a verle en un oratorio pequeño y allí de rodillas le pido: “Perdona Jesús nuestra indiferencia, Perdón Señor, perdón”.

Si vas a verlo al sagrario, ¿Podría pedirte un favor? Dile a Jesús: “Claudio te manda saludos”.

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