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jueves, 12 de diciembre de 2019

Reseña de la Hermana Bibiana Flórez. Por Rodrigo Huerta Migoya

El Papa Francisco insiste mucho en que en la vida del creyente, en la vida de comunidad, de parroquia, hay tres palabras imprescindibles: perdón, por favor y gracias. Hoy la Parroquia de San Félix Mártir en Lugones quiere utilizar principalmente la palabra gracias en la persona de la Hermana Bibiana Flórez Tamargo. 
Es muy difícil resumir una vida casi centenaria en apenas unas líneas, más respondiendo a la petición del Consejo Pastoral, reseñamos sucintamente algunas pinceladas la vida de la homenajeada en su vinculación con nosotros, a la que le viene muy bien el adjetivo que la historia le puso a la Santa de Ávila: ‘’andariega’’. La hermana Bibiana ha sido a lo largo de su vida y en especial su etapa aquí en Lugones una absoluta "andariega". 

Nace en la en Santullano, capital del Concejo de Las Regueras, Parroquia de San Julián de Viado, en el seno de una familia muy cristiana. Un primo suyo ingresaría en la Orden de Predicadores -dominicos- el P. Fermín, fallecido en el convento de Oviedo, y su hermana pequeña, María Luisa, se consagrará también al Señor como ella en la misma Congregación.

Ingresa en las Hermanas del Santo Ángel de la Guarda y es destinada a la Casa de Carabanchel para realizar su noviciado. Su promoción fue muy numerosa y unida; jóvenes inquietas y trabajadoras. Ya en los años de formación, todas le dieron "mucha guerra" a la Madre Maestra de novicias. El noviciado acababa de trasladarse a la Casa de Carabanchel en la que hubo que hacer numerosas obras de acondicionamiento, y donde no entraba ya más polvo y suciedad por ello. La primera encomienda para estas aspirantes a religiosas fue poner cara cristiana a aquel edificio tan sucio, y así lo hicieron; más para hacer algo más agradable el duro trabajo iban sacando ocurrencias para trabajar con alegría. Una "idea" de grupo de Bibiana fue decir cuando estaban todas fregando un largo pasillo de rodillas: ‘’Señor yo quiero ser tu perro, ora pro nobis’’; en pleno jolgorio y carcajadas apareció la Madre Prefecta que casi las manda de vuelta para casa a todas. 

Eran años muy rígidos en la formación; la hermana Bibiana tomó el hábito portando el primitivo atuendo de las hermanas del Santo Ángel, el mismo que llevaba la Madre San Pascual y que conoció el Beato Luis Ormiers. Años después le tocaría vestir un nuevo hábito, éste diseñado en los años sesenta buscando ser más acorde a los tiempos, aunque era tan incómodo o más que el anterior, pues el plástico de la toca no las dejaba ver a los lados y como alguna hermana decía, "igual que a los burros cuando les ponen orejeras". 

Luego ya vendría la vestimenta secular, más algo tienen las monjas en general y de lo que tampoco se libran las del Santo Ángel, que se las distingue perfectamente aunque no lleven la cruz a la vista. La hermana Bibiana siempre me lo ha dicho; aquí en Lugones nos conoce todo el mundo pero cuando vamos a otro lugar, en el autobús, en el médico o haciendo una vista, siempre alguien pregunta: ¿ustedes son monjas, verdad? En el caso de ellas es verdad que "el hábito no hace al monje"/a. 

También le tocó a Bibiana un cambio profundo en la vida consagrada a raíz del Concilio Vaticano II por muchas costumbres que fueron desapareciendo o adaptándose a los tiempos, tal como fue el cambio de nombre. Luego cada una optó por mantener el nombre de profesión o el de pila. En la celebración la Madre decía: desde ahora ya no te llamarás Bibiana, desde ahora te llamarás hermana Calvario, Pilar María, Virgen Niña… 

La vida activa de nuestra hermana estuvo siempre vinculada a la enseñanza, así como otras hermanas de Congregación vivieron su carisma en otros campos muy diferentes como las misiones, el trabajo con emigrantes y tantas otras realidades eclesiales. Sor Bibiana fue siempre monja de Colegio, mujer educadora, misionera de la infancia: Gijón, Palencia, Albacete, Huelva-El Puerto, Huelva-El Conquero, Badajoz, Oviedo... y ya el año de jubilación en Roma. Jubilada y jubilosa de mucho trabajo llegó a su actual destino: Lugones... ¡a seguir trabajando! 

Pero como ya dije antes, las historias más hermosas y numerosas han sido las del día a día: personas que fueron ingresadas en hospitales o geriátricos y que tuvieron como primera visita o única la de las Hermanas; casos de familias con problemas, de vecinos en apuros económicos; gente de Lugones en la cárcel o con familiares en ella donde las hermanas hacían de "puente": estuve en la cárcel y vinisteis a verme... o la silenciosa labor en "Cáritas" donde me consta que la hermana Bibiana atendiendo la miseria humana -que muchas veces no es sólo material- más de una vez se vio en apuros y hasta pasó hasta miedo 

Cómo olvidar a Don Pablo Corro, joven y malogrado sacerdote con el que la hermana Bibiana tenía tanto "feeling"; él que era un manitas con el ordenador, enseguida le hacía una foto y jugando con el "photoshop" le hacía un montaje caricaturesco a lo Picasso...

Y las riñas y grescas de la hermana Regina (superiora de la Comunidad entonces) cuando en Navidad la mandó ir a la pescadería a comprar unas merluzas para nochebuena y nuestra Bibiana, siempre ahorradora y austera, al ver los precios volvió a casa con unas simples bacaladas: ¡Cómo se puso la Hermana Regina!... Como castigo, a limpiar "les bacalades"... 

Siempre enérgica y resistente cual pila "Duracel". Cuando existía en la Parroquia una cadena en la rampa del acceso a la Iglesia, siempre la sorteaba de un salto, hasta que un día la falda traicionera le jugó una mala pasada y acabó en el suelo... Se levantó como un resorte mirando a los lados como que aquí no pasó nada; un poco de agua a los codos y a misa, que era la hora: ¡Genio y figura!... 

O cuando en una peregrinación al Santuario del Acebo con la "Vida Ascendente" el autobús se atascó en una curva y algunos ya hablaban de que iba a bajar el autobús rodando monte abajo; Bibiana oró sin descanso invocando al Sagrado Corazón para salir de aquel atolladero; no hubo nada que lamentar, pues el Corazón de Cristo nunca falla -dijo ella al final- pero pálida y con la gran sudada... 

He de decir -sin desvelar secretos- que con Don Joaquín no todo fue un camino de rosas, en especial a los comienzos; no era el cura esperado ni el que algunos deseaban para Lugones; eso generó ciertas tensiones aunque en los cambios de curas casi siempre pasa. Quizá así se encarnó mejor la Palabra de Dios perfectamente aplicable aquí: ‘’vino a los suyos y los suyos no lo recibieron’’. Más pronto supo el cura ganarse a feligresía y religiosas. Con la hermana Bibiana tardó menos de un año. Cuando falleció el hermano de Bibiana y María Luisa, recuerdo que el funeral fue en Las Regueras el domingo por la tarde de las fiestas de Lugones. Don Joaquín se levantó el primero de la mesa para acudir temprano al funeral, y allá fuimos también un grupo grande de la Parroquia. La hermana Bibiana se acercó a mí, me cogió del brazo y me dijo: "hay muchos curas en la sacristía, pero tu diles que la familia queremos que lo presida y predique él". Yo se lo comenté al citado, pero Don Joaquín, prudente, dijo: su primo dominico quiere presidir y entiendo que la familia es lo primero. Sin embargo, terminado el funeral, Bibiana pidió otro "de esos que sólo el cura nuevo de Lugones sabía hacer", y así una semana después celebramos en la Parroquia una misa exequial por su hermano. 

Con el paso de los años la relación del Párroco con las religiosas, y en concreto con la hermana Bibiana fue cada vez más cercana y estrecha, hasta el punto de llevarlas de excursión el propio cura y organizar varios actos en común; incluso darles un paseo por la localidad (a ella y a "Sor Amparo") en el descapotable de un vecino -se enteraron que era descapotable cuando, en su interior, ya no tenían escapatoria-. Cómo será que hasta los días que cura y monjas van por la mañana a las residencias geriátricas Sor Bibiana, conocedora de que Don Joaquín nunca desayuna, le trae siempre una pieza de fruta para coger fuerzas. 

Bibiana ante todo es mujer seria y orante; muy implicada en la vida parroquial donde se siente parte de ella y la lleva tan adentro que espera siempre que acaben las vacaciones para volver a Lugones, para volver a la que ya es su casa. Aquí no hay kilómetros, ni frío ni nada que impida llevar sus proyectos y compromisos parroquiales adelante. Si hay que llevar una comunión y está granizando, allá va la hermana Bibiana sin miedo. Que hay que visitar a una persona de la Parroquia que está en Pola de Siero, en Bobes o en el Berrón, allá aparecerá sin dudarlo nuestra aventurera aunque alguna vez algún celoso párroco no estuviera muy de acuerdo. Lo primero es lo primero, y para ella "los de casa" no pueden quedar desatendidos. Continúa trabajando para cumplir su objetivo: presentarse ante el Señor con las manos llenas. En definitiva, Hermana, has sido y eres aquí lo que esperaban tus fundadores: Como ellos, como ángeles, siendo luz en nuestro mundo...

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