Sobre la continuada corrupción de políticos y no políticos en este país donde todo el que puede defrauda, miente o busca su trampa para llevar su mordida, comentaba un familiar:¡que rico ha sido este país, que por más que lo saquean a diario siempre queda suficiente para otro saqueo!... Esto mismo, aunque de otra forma más triste y sangrante es lo que se viene viviendo en muchos lugares de España y especialmente en Asturias desde hace muchos años, y sobre lo cual me gustaría compartir mi visión al respecto.
Asturias es pobre ciertamente en patrimonio, si nos comparamos con otras diócesis españolas cuyos templos rurales son casi catedralicios y donde se amontonan obras de arte en orfebrería, pintura, imaginería u ornamentos propios del mejor museo internacional.
Nuestra tierra siempre fue una región aislada, atrasada y casi perdida, hasta el punto que en siglos no tan lejanos a nosotros aún se hablaba de esta región como esas “indias” del norte de la península. Las iglesias de la provincia no tenían quizá muchas piezas singulares valiosísimas, pero sí que había en conjunto muchas cosas valiosas. Los templos parroquiales, en su buena mayoría románicos, se iban asfixiando por los retablos, tallas y pinturas que la moda barroca impuso en todas partes, pero esa sobrecarga no duraría mucho pues pronto habrían de venir varios expolios que desde hace más de un siglo y que llegan hasta nuestros días.
En 1836 empieza el gran descalabro con la Desamortización de Mendizábal. En principio esta medida política cuyo prisma no sólo era económico sino también social, vislumbraba principalmente las cuestiones de las propiedades en cuanto a terrenos desaprovechados, aunque finalmente se ampliaron estos intereses a todo el patrimonio de la Iglesia. De entrada. no se iba a “robar”, sólo devolver la utilidad a las propiedades llamadas ''en manos muertas'', pero en muchos casos de la propiedad religiosa “desamortizada” no quedó ni rastro.
Aunque hablar de desamortización nos lleve a pensar en Mendizábal, hubo bastantes más. No hacía ni cuarenta años antes, ya en 1798 bajo el reinado de Carlos IV había tenido lugar la desamortización de su Valido Godoy, donde se incautaron los bienes de la Compañía de Jesús. Luego, en 1841 vendría la desamortización de Espartero, cuyo expolio se centró en las propiedades en manos del clero secular. Luego José I Bonaparte incautó muchísimas rentas eclesiásticas para sufragar las tropas francesas.
Un año después, en Mayo de 1855 tiene lugar la llamada desamortización de Madoz, donde ya no se ocupaban tanto de los religiosos y sus fincas sino que esta vez a los que expropiaron fueron las cuatro órdenes miliares (Santiago, Calatrava, San Juan de Jerusalén y Montesa) así como a las Cofradías, Hermandades, Santuarios, hospitales, obras pías y muchas otras instituciones religiosas de Caridad. Únicamente se libraron los Escolapios y los Hermanos de San Juan de Dios al considerar el Estado que hacían un buen servicio al país.
Terminados entonces los saqueos del siglo XIX -por los que la Iglesia nunca fue indemnizada- ésta quedó muy resentida no tanto por el dinero sino por las instituciones de caridad y las casas religiosas que tuvieron que cerrar.
Antes de pasar página no quiero omitir lo sufrido en España con la invasión francesa. Se perdieron obras de arte, bibliotecas, edificios únicos... y es también aquí cuando se empieza a hablar en nuestro país de anticlericalismo, muy ligado desde entonces a la corriente del liberalismo.
En este ambiente llega la revolución industrial a tierras asturianas, la cual trajo mucho bien pero que ideológicamente produjo graves estragos en muchas zonas del Principado.
En el siglo XX la diócesis de Oviedo se sufre en este sentido tres grandes catástrofes: el movimiento antirreligioso de Octubre de 1934 con la la quema de templos y conventos (en otras diócesis se vivió lo mismo en Mayo de 1931); la guerra civil española, que destruyó la mayoría de los templos de la diócesis ovetense, y, finalmente, la fiebre iconoclasta de finales de los sesenta, cuando tantísimos retablos acabaron siendo retirados al igual que las imágenes…¡cuánto retablo acabó en el leñero de la rectoral siendo destinado para calentar la cocina o el brasero!
El “tsunami” de los años sesenta y setenta en la Iglesia, especialmente marcado en Europa por el llamado “espíritu de Mayo del 68 francés”, fue a mi modo de ver el primer desastre patrimonialmente hablando, ''ad intra''. El “boom” post-conciliar supuso -como de tantos es sabido- la etapa de mayor bonanza para anticuarios, mercenarios y ladrones de toda pátina que hicieron su agosto con pobres párrocos que cambiaron o les regalaron lo que les decían que ya no valía nada y los cuales pagaron como si fuera oro unas novedades que no valían nada.
Ese mal interpretado Concilio -que en nada se parece con lo que los documentos del Vaticano II reflejan- hizo estragos tan grandes que aún estamos pagando sus consecuencias, y es que éste fue una gracia de Dios, pero el concilio paralelo que algunos “inventaron” tergiversando el Propio, no fue otra cosa que un triunfo del demonio, como el bendito Papa Pablo VI llegaría a reconocer.
En Asturias este malo postconcilio fue muy largo, tanto que en el avanzado pontificado de San Juan Pablo II aquí se seguían subiendo los santos para el trastero, retirando retablos y regalando Vía Crucis. Buena prueba de ello pondrían darnos algunos piadosos sacerdotes y cristianos comprometidos que, cuando tenían noticia de alguno de estos modernos “aggiornamentos” de un templo, allá iban a salvar lo que podían para llevarlo para algún convento o parroquia rural necesitados.
Expolios “clásicos”:
-Vecinos venden el retablo para sufragar la calefacción
-Restaurador pega el cambiazo a la imagen
-La señora que guardaba el cáliz de plata y la Custodia de la Parroquia muere y los sobrinos alegan que es propiedad de la familia
-Cambia la parroquia de párroco y la cuenta bancaria aparece vacía
-Manto de la Virgen aparece en una casa de empeño
-Talla del siglo XII aparece en una web de subastas
-Desaparece la Cruz procesional; todos saben quién es el responsable pero no lo pueden probar
-Mi vecino tiene un San Antonio del siglo XVI en el salón
-Don Fulano llevó la custodia a dorar y ya no volvió
…/…
Qué pena y que dolor que para lo poquito que ha llegado a nosotros después de tantísimos avatares históricos se haya expoliado -y en parte se siga haciendo- de una forma tan desvergonzada y anti-testimonial. Unas veces “el pueblo” que después resulta no ser nadie, y otras veces “el cura” por acción u omisión…
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