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jueves, 18 de julio de 2019

Jurassic Park. Por Jorge González Guadalix

(De profesión Cura) Que me perdone, que yo sé que lo hará de corazón, D. Luis Fernando por aprovecharme de una frase suya en Facebook: “Cuando tus grandes estrellas tienen 85 (Faus), 89 (Castillo) y 91 (Aradillas) años y pretendes ser el referente para el futuro de la iglesia, es normal que antes o después quedes “algo” rezagado en el mundillo de la información religiosa”.

Se siente, pero es lo que hay. La fracasada iglesia de la vacua progresía (vacua porque hay progres aprovechables) no tiene más referentes ni más seguidores que gentes de tercera y cuarta edad. Miren los teólogos: 85 años Faus, 89 Castillo, 91 Gutiérrez, 81 Boff, 82 Marciano Vidal, 84 Forcano… Los jóvenes andan por Arregui (67), Pikaza (78), Masía (78), Tamayo (73)…

Parece un futuro de color de hormiga. Sobre todo, cuando te das cuenta de que tras de ti, la nada. Una manera de entender la fe y la Iglesia que apenas ha dejado más que vacío y mala leche.

Un discurso vacío y repetitivo hasta la náusea. Basta tomar cuatro o cinco ideas para tratar de construir lo imposible: hay que estar con los pobres, mujeres al poder, abolición del celibato, vender el Vaticano y abolir la moral sexual. Se me olvidaba lo de la Iglesia democrática, que sígnica que, o se hace lo que yo digo, o seguimos bajo la dictadura del oscurantismo medieval.

Lo triste es que es exactamente el mismo discurso desde hace más de cuarenta años. Y lo tristísimo es que a nadie le importa un pimiento. Es verdad que siguen quedando pequeños restos que se nutren en buena medida de sacerdotes y religiosas secularizados que no han conseguido superar un deseo latente de seguir siendo madre superiora o cura párroco y de gentes de buena voluntad, muchos de ellos provenientes de antiguos grupos de fe que al cabo de los años continúan reuniéndose sin saber muy bien por qué y que ya ni se plantean el para qué.

Que vayan a soltar esta milonga a las religiosas del Hogar de la Madre que he tenido estos días en Braojos con las niñas en el campamento. Que traten de convencer a las de Iesu Communio con las elucubraciones mentales de Aradillas o las ocurrencias de Castillo. Lo mismo se encuentran con que estas hermanas, en prueba evidente de contumaz rechazo al Vaticano II y absoluta carcundia no se los toman en serio. ¡A ellos!

Es verdad que hay menos jóvenes en la Iglesia. Pero no es menos verdad que los que hay están en otra onda. Los jóvenes que hoy se acercan a Cristo en la Iglesia católica buscan vida y vida en abundancia, y han aprendido el valor esencial de la gracia. Son jóvenes que aprecian el valor del sacramento de la reconciliación, que se alimentan de la eucaristía y viven su ser Iglesia no desde esa postura crítico – cínica tan de moda en el pasado, sino desde el amor incondicional a la Madre Iglesia que les entrega a Cristo.

Un joven de hoy no va a perder el tiempo en batallitas de pasadas nostalgias tejidas de juvenil -je- inconformismo sesentayochero. Si viene a la Iglesia es para vivir, no para recocerse en una salsa vieja.

Equivocadas las de Iesu Communio. Erradas las del Hogar de la Madre. Fuera de sitio los seminaristas de tantos seminarios, incluyendo, por supuesto, a los de los seminarios Redemptoris mater. Absurdos los que se confiesan, van a misa, rezan y hasta se esfuerzan por vivir su sexualidad según el plan de Dios. Je. Todos equivocados menos Aradillas, Castillo, Tamayo y los de su cuerda. Pues así estamos. O están algunos.

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