Entrevista a José Luis Suárez Vázquez, Delegado episcopal de Liturgia
¿Cómo describiría la ceremonia de beatificación que va a tener lugar el sábado en la Catedral de Oviedo?
Tiene lugar en el marco de una liturgia de Cuaresma. Nos encontraremos en el sábado después de la imposición de la ceniza, y esto es importante tenerlo en cuenta. La Cuaresma es ese tiempo que nos prepara a la celebración gozosa de la Pascua, que en definitiva es representación de lo que es nuestra vida: una etapa de preparación a nuestra participación definitiva en el triunfo de Cristo, que es lo que acontece con los mártires de los que vamos a celebrar su beatificación.
¿Cuál diría que es el momento cumbre de la celebración?
El momento cumbre, o por lo menos el que más toca el corazón, es la introducción en el interior del Arca de las Ágatas de las reliquias de los mártires, que entran en procesión acompañadas de un grupo de seminaristas que portarán ramas de laurel y unas luces. El Arca de las Ágatas se deja sobre un soporte adecuado, se acerca el señor cardenal y este incensa las reliquias. Es quizá es el momento álgido, aunque realmente el más importante siempre es la consagración, la plegaria eucarística, pero bueno, en relación con la celebración, pues quizás este es el momento más singular y significativo.
¿Qué símbolos vamos a poder ver el sábado en la Catedral?
Uno muy importante es la Caja de las Ágatas, un objeto muy relevante que se custodia en la Catedral de Oviedo, en concreto en la Cámara Santa. Fue en su día un relicario, hoy está vacío y ya se empleó en la beatificación de los mártires de Nembra. Esta caja llevará en su interior las reliquias de los seminaristas. Irá acompañada por unos signos: el laurel, que es signo de triunfo e inmortalidad ya desde el tiempo de los romanos y además muy propio de nuestra tierra, y después las lámparas, las luces. A los cristianos en el día de nuestro bautismo se nos entregó una lámpara, que significaba y hacía referencia a lo que debería ser en todo momento nuestra vida: una vida que iluminase a los demás a través del buen decir y el buen hacer. Un buen decir y un buen hacer que tiene como punto de referencia el Evangelio de Cristo, que es luz para las gentes.
¿Qué supone para la diócesis contar con estos nuevos beatos?
En primer lugar para Asturias significa que nuestra diócesis es una tierra fecunda que da frutos importantes, como son unas vidas ejemplares de unos jóvenes de entre 18 y 25 años que vivieron en tiempos muy difíciles, convulsos, y supieron conservar la paz en el corazón hasta tal punto que hicieron realidad en su propia vida los sentimientos que tuvo Cristo al morir en la cruz, cuando dijo “Padre, perdónales que no saben lo que hacen”. De hecho, eso fue lo que les dijo uno de ellos a sus padres: “Si me pasa algo, ustedes deben perdonar”. Esto siempre es digno de recuerdo y de admiración.
Nuestra tierra da frutos de Evangelio, y al pueblo cristiano se le presenta como un camino a seguir, como un modelo a imitar, porque ellos supieron seguir las huellas de Cristo, que ya sabemos dónde terminan: en la cruz, para dar paso a la glorificación. Ellos son unos intercesores porque la Iglesia nos los presenta como modelos, en los cuales la persona de Jesús se ve con nitidez y claridad. No amaron tanto su vida que temieron la muerte, al estilo de Cristo.
Es decir, que a partir del sábado los asturianos tendremos unos intercesores muy especiales…
Efectivamente. Si quien nace en una tierra ve siempre esa tierra con particular ternura, me imagino que estos seminaristas verán también esta tierra de Asturias con particular amor y verán las necesidades que tenemos, especialmente al ministerio ordenado y a la vida consagrada, y estarán en el corazón de Cristo, para con Cristo dirigirse a
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