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sábado, 25 de agosto de 2018

PALABRAS DE VIDA. Por José María Martín OSA

1.- Elegir al Dios vivo conduce a la vida. La alianza del Sinaí debe ser aceptada por todas las tribus y renovada por las nuevas generaciones. Josué reúne como una asamblea constituyente del pueblo de Dios. La alianza es una relación con Dios que está siempre naciendo en la respuesta de cada uno de los miembros del pueblo de Israel. Durante la larga marcha a través del desierto Dios se muestra a su pueblo como Señor de la historia, como Aquel que camina, delante de Israel. Su identidad como pueblo y su libertad futura depende ahora de que sigan fieles a Él y no se sometan a los dioses de los amorreos. Es la hora de la gran decisión, y para ello convoca Josué la gran asamblea. El pueblo responde ratificando la alianza del Sinaí: Yahvé, el que lo sacó de la esclavitud de Egipto, será su Dios. Elegir a Yahvé es elegir al Dios vivo, al Dios que libera. Los profetas alzarán su voz para mantener la pureza de la fe en Yahvé contra toda idolatría, pero también contra toda desviación del culto. Esta línea profética llegará a su plenitud en Jesucristo. La fe cristiana, heredada de la fe de Abrahán y de los profetas, es el fermento y el revulsivo que nos hace caminar hacia la sociedad futura y el verdadero reino de Dios

2.- Decisión personal de seguir a Jesús. El discurso de Jesús sobre el pan de vida y más aún las palabras eucarísticas de que es necesario comer su carne y beber su sangre decepcionan y escandalizan a la mayoría de los oyentes. "Muchos discípulos de Jesús al oírlo, dijeron: Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?". Las palabras de Jesús plantean a los oyentes una grave exigencia. La fe no es algo autónomo e independiente sino más bien una decisión personal que incluye la aceptación de Jesús por parte del hombre. Jesús no priva a los oyentes de su decisión personal. "Esto os hace vacilar?". También muchos discípulos, como antes los judíos, empiezan a murmurar, con lo que manifiestan su mala disposición para creer. El tropiezo o el escándalo no se puede evitar. Muchos discípulos abandonan a Jesús, y aun entre los "Doce" que se quedan con él, hay un traidor. Sin embargo, Pedro responde a la pregunta de Jesús haciendo en nombre de sus compañeros una sincera profesión de fe.

3.- En la sociedad moderna vivimos inundados de palabras: anuncios, publicidad, noticiarios, discursos y declaraciones invaden nuestro mundo. Esta “inflación de la palabra” ha penetrado también en algunos sectores de la Iglesia. Es la hora de la “papelorum progressio”, dicen algunos en broma. Se oyen muchas críticas a la predicación de la Iglesia. Nos dicen que no nos entienden, que es una predicación muy fría, descarnada, que no transmitimos entusiasmo. La palabra de Jesús era diferente. Nacía de su propio ser, brotaba de su amor apasionado al Padre y a los hombres. Era una palabra creíble, llena de vida y de verdad. Se entiende la reacción espontánea de Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna». Uno de los mayores servicios que podemos realizar en la Iglesia es poner la persona y el mensaje de Jesús al alcance de los hombres y mujeres de nuestros días. Ponerles en contacto con su persona. Es lo que está intentando hacer el Papa Francisco, hacer accesible a Jesús, con palabras tomadas de la vida misma. La gente no necesita escuchar nuestras palabras sino las de Jesús. No nos predicamos a nosotros mismos. Sólo las palabras de Jesús son “espíritu y vida”. Es sorprendente ver que, cuando nos esforzamos por presentar a Jesús de manera viva, directa y auténtica, su mensaje resulta más actual que todos nuestros discursos. Lo importante es ayudar a tener experiencia personal de Jesucristo para que puedan decir: "Nosotros creemos y sabemos". La fe, entendida como adhesión personal a Cristo, conduce a un mayor conocimiento de su mensaje y de su persona. Conocer a Jesús, reflexionar su mensaje, asimilar sus actitudes, conduce a una mayor madurez en la fe.

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