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martes, 28 de agosto de 2018

No podemos seguir así. Hagan algo, por favor. Por Jorge González Guadalix


(De profesión cura) No podemos seguir así. Llevamos semanas, meses, con las supuestas miserias de la Iglesia abriendo no ya portales de información religiosa, sino informativos de radio y televisión y todo tipo de prensa. Es agotador. He perdido la cuenta de los días, las semanas.

En las últimas semanas, toda la movida de Chilecon la dimisión en bloque de todo su episcopado. Malos olores desde Honduras. La fetidez de Pensilvania. Ahora los catorce folios de Viganó. La sensación que le llega al pueblo de Dios y a la sociedad en general es que estamos viviendo en una enorme cloaca. Se mire por donde se mire no hay otra.

No sé lo que hay de cierto o no en cada cosa,aunque me temo que lo hay. Si la carta de Viganó es cierta, y los hay que dicen que sí, estaríamos cimentando el gobierno de la Iglesia en la peor de las podredumbres. Y si no lo es, o exagera, el mismo arzobispo y los que lo apoyan serían unos personajes siniestros dispuestos a todo con tal de socavar al mismo pontífice. En cualquier caso, un horror, un sinsentido, algo insufrible que quizá a muchos deje indiferentes, pero que está siendo causa de dolor en la Iglesia.

A mis pequeños pueblos llegan las noticias. Internet está al alcance de cualquiera y raro es la localidad que no disponga de un acceso a la red y unos monitores que enseñen su manejo. Pero es que además leen la prensa, pero es que además escuchan la radio y ven la televisión.

Me preguntan. Claro que me preguntan si es verdad, los católicos claro. Y los no católicos me lo tiran en cara. Estamos sufriendo mucho. Todos. Y esta situación no se para con la antigua medicina de la discreción, porque hoy no hay forma de callar nada. Tenemos las redes sociales, la prensa, la radio y la televisión, los móviles, los guasapes y todo lo que queramos. No sé responder. Solo les digo que recen y que tenemos que estar muy unidos.

La sensación de muchos sacerdotes y de muchos laicos es de profunda consternación. ¿De verdad estamos tan rematadamente mal? Porque, insisto, si lo que cuentan es cierto, es para echarse a temblar. Y si no es cierto, es para echarse a temblar pensando en lo que algunos de muy dentro de la Iglesia, son capaces de tramar para sacar adelante sus humanas conspiraciones. El pueblo de Dios, no diré escandalizado, pero sí harto de verse cada día en los medios y de aguantar cada día eso de “¿y todavía sigues creyendo en esos?”. Este pueblo de Dios se está refugiando en sus parroquias y en ellas reza, pena y llora mientras clama por unos pastores según el corazón de Cristo.

Por eso yo, un cura más, pecador, lejos de la santidad que el sacerdocio me exige, pero que llevo días en estado de shock y doliéndome de tantas cosas, solo puedo pedir, por favor, que hagan algo, lo que sea, quien sea, algo que suponga salir de esta locura que llevamos padeciendo. Limpieza, por favor, caiga quien caiga, y empezando por uno mismo si hace falta. Santidad, gracia, normalidad. Que los fieles vuelvan a confiar en sus pastores, que seamos ministros en los que se pueda transparentar el amor de Cristo.

No sé que puede hacer un cura de pueblo. Ayer decía a mis fieles en la homilía que no hay nada más grande que uno pueda ser que seguidor de Cristo en la Iglesia católica, a pesar de sus pecados, a pesar de sus debilidades, a pesar de estos días que llevamos viviendo y penando. Les pedía oración por la santidad de sus pastores, pero también que exijan transparencia y honestidad.

Llevamos no sé si un “annus horribilis” o meses o lustros. No lo sé. Pero cada vez que veo un noticiario, encontrarme otra vez con los supuestos escándalos de la Iglesia católica en potada, es algo que a todos nos rompe al alma.

No soy quien para pedir nada. Pero, por favor, si alguien puede, quien pueda, hagan algo… Esto es del todo insostenible

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