Y es que hace unos días estuviste en una de las capillas a las que yo sirvo como sacerdote, en la Parroquia de Santa María de Mián, en Amieva. Quizá pudiste conocer la historia de este templo del siglo XIII a través de internet o la zona ya te era familiar. Poco importa. Entiendo que al asomarte a través de los barrotes de la puerta te llamó la atención la sencillez, la delicadeza y la belleza de la imagen de Nuestra Señora del Carmen, Patrona de la Parroquia. El 80 % del mérito se debe a las feligresas, que con frecuencia le llevaban flores o le arreglaban el manto seguramente elaborado por sus madres o abuelas en tiempos que ya nadie recuerda. Tres fueron las mujeres que donaron sus propias trenzas para hacerle una melena natural a la imagen. Otra donaría los pendientes y una familia la corona. El escapulario se encargó hace años a las Carmelitas de Gijón. Como ves, nadie nos regaló nada; dinero, tiempo y trabajo unidos por un gran amor y devoción a María lograron que durante siglos tuviéramos, en esta pequeña capilla de montaña, nuestro lugar de reposo espiritual, un pequeño rincón donde poder levantar el ánimo al sentirnos escuchados y acogidos por nuestra Madre; un espacio donde rezarle por nuestros difuntos y, en definitiva, donde poder alegrar el alma y la vista.
Probablemente cuando te llevaste esta imagen, junto con todas las demás que había en la capilla (un Sagrado Corazón, un San José y una Santa Teresa, junto con los candelabros, que ni eso nos dejaste), no sabías nada de lo que te estoy contando, como tampoco el hecho de que los feligreses se jugaron literalmente la vida durante la Guerra Civil, al esconder la imagen para salvarla de la quema, sabiendo que con ello podían ser ellos los que acabarían en la hoguera. Pero pudo más su amor y su fe a María que su propia existencia.
Estoy seguro que no sacarás mucha ganancia por vender estas imágenes en cualquier mercadillo de turno. Estas parroquias de Amieva y Ponga son tan pobres que durante estos meses estábamos pidiendo a compañeros sacerdotes y comunidades religiosas que pudieran donarnos algún santo que ocupara las numerosas hornacinas vacías de nuestros templos. Pero tú no pensaste en ello, o peor, no quisiste hacerlo o te dio igual. Incluso cuando subiste al altar para llevarte la imagen, no te fijarías en el mantel que pisaste, fruto del trabajo de una mujer que estirando el tiempo a su intensa jornada, se levantaba a las 6:00 de la mañana durante semanas para poder elaborarlo, de manera sencilla pero muy digna. Intento justificarte pensando que estamos viviendo tiempos de crisis y necesidades, pero ¿cómo se te ocurre robarle a los más humildes y sencillos? A perro flaco todo son pulgas, pero créeme, ellos no se lo merecían. Nadie se merece ser robado, pero ellos mucho menos. Si conocieras a esta gente aprenderías a quererlos tanto como yo, y comprenderías que con tu acción no solo has robado unas imágenes, sino parte de su historia, de sus raíces, de sus tradiciones...de su devoción. No soy capaz de encontrar las palabras que puedan animarles ni borrar la imagen que se me ha quedado grabada en el alma cuando les vi llorar derrotados en los bancos de la capilla. ¿Tanta necesidad estás pasando? Créeme si te digo que si es así ponte en contacto conmigo y trataré de ayudarte, a través de Cáritas o de mi escasa nómina, a que salgas adelante. Pero también te digo, viendo cómo te has llevado las imágenes no creo que tengas problemas para encontrar trabajo. Pusiste especial cuidado en no destrozar la puerta, ni romper nada del interior, fue un trabajo limpio y bien elaborado, enhorabuena. Se te da muy bien el trabajo manual y el cuidado del pequeño detalle; de verdad, prueba a ir a la oficina de empleo, estoy seguro que encontrarás tu verdadera y honrada vocación.
Nada justifica el robar para salir adelante, y a ti se te darían muy bien otras tareas más productivas y positivas. Yo te ayudo a redactar el currículum, pero por favor, recuerda al ladrón arrepentido, soy discípulo del mismo Maestro de aquel, piensa en el daño que has causado a todo un concejo y devuélvenos las imágenes, especialmente la de nuestra Patrona. Déjala en cualquier pueblo, todos la conocemos y la llevaremos a su lugar. Y no te faltará nunca un plato caliente que llevarte a la boca, si realmente lo necesitas, pero no recurras al delito para tener unos euros de más en el bolsillo, de verdad, no compensa. El mes que viene íbamos a celebrar la Fiesta de Nuestra Señora del Carmen, ojalá para entonces el hueco vacío de la imagen vuelva a ocuparse y recuperemos la ilusión, y tomemos esto como una simple anécdota, y no como una gran desgracia, como lo entendemos ahora. Nunca es tarde para un cambio de vida...nunca es tarde para hacer feliz a los demás, y tú puedes hacerlo.
Déjanos las imágenes en cualquier rincón de Amieva y Ponga, donde podamos recuperarlas. Nunca llegarás a imaginar lo felices que harás a tantísimas personas de estos concejos, creyentes y no creyentes. Me da rabia ocupar tanto espacio en un periódico donde noticias más importantes podrían llenar muchos renglones, pero esta gente se merece una voz que denuncie tanto daño. Aprovecho para agradecer a la Guardia Civil, a la Policía Científica, al alcalde de Amieva y a los diferentes periodistas el trato, el respeto y la seriedad con la que estáis tratando este tema. Tú serás bueno en lo tuyo, pero ellos son profesionales en sus respectivos campos. Intenta no hacerles perder el tiempo y da una enorme alegría a estos vecinos de la Parroquia de Mián.
Alejandro González Alonso
Párroco de la UPAP Amieva - Ponga
No hay comentarios:
Publicar un comentario