Recientemente se me ha sugerido la posibilidad de ajardinar la única parcela libre que queda en el cementerio, y, personalmente como párroco y administrador de los bienes de la Parroquia (y el cementerio es parte) no me pareció mal la idea, pero tiene sus dificultades que aclararé más adelante.
Con ello aprovecho para matizar una publicación del diario "El Comercio" en Mayo del año pasado donde su titular decía: ''El párroco de Lugones pide ayuda al Ayuntamiento para la ampliación del cementerio''. Evidentemente no dije tal cosa, únicamente aludí a que sería ideal que el Ayuntamiento nos ayudara a mejorar el cuidado del cementerio, y con ello me refería a mejorar los accesos, el aparcamiento, la limpieza y cuidado del entorno, etc.
La verdad que así lo han hecho poco a poco y públicamente lo quiero agradecer (aunque los contenedores exteriores en época de "difuntos" no se recogen adecuadamente o son insuficientes, y la basura se desborda dejando mala imagen). Desde que soy Párroco de Lugones núnca me he planteado ampliar el cementerio; en estos años era prioritario generar un sistema de financiación para dignificar un lugar que en 2008 daba pena y dolor. Al hilo, cabría recordar que el Servicio Público de enterramientos es competencia legal de los ayuntamientos en aquellos municipios de más de cinco mil habitantes (Ley de Bases de Régimen Local) y que la Iglesia está supliendo este servicio en muchos de ellos con sus cementerios, financiados exclusivamente con recursos propios. Por ello, si el Ayuntamiento careciendo de cementerio propio no nos ayudase en la conservación o ampliación futura -llegado el caso- del nuestro, estaría haciendo una dejación de sus funciones y que la Parroquia -sin obligación ninguna- le está supliendo. Pues cabe recordar, igualmente, que para dar sepultura en él sólo se exige el cumplimiento de la legalidad civil y canónica que lo rige; no si el difunto iba o no a misa o si era más o menos creyente. Muy posiblemente, si el titular del cementerio fuese de otra confesión religiosa, el Ayuntamiento tendría un serio problema que hoy por hoy la Iglesia Católica no le plantea.
Respecto a la parcela que de momento está libre, se supone que en ella se construirán el día que haga falta otras baterías nueva de nichos. Sería bonito, ciertamente, que estuviese de momento ajardinada, incluso con algunos bancos para sentarse, pero sería igualmente una pena tener que eliminarla después para construir los nichos más pronto o más tarde, y a cuyo fin está destinada. No obstante, lo valoraremos.
Nuestro empeño principal sigue siendo el cuidado y la conservación, pues el lugar donde se encuentra ubicado es una zona con muchísima humedad; no en vano se llama ''monte las ranas o cantaranas'', y esa humedad es la que hace que todo se deteriore a una velocidad de vértigo: la pintura (hay que retocarla cada año), las aceras; que, aunque la mayoría son nuevas, se ponen negras cada poco; los aleros, cubiertas, muros, canalones, alcantarillas... Por ello este Párroco no está inicialmente por construcción de nuevos nichos -aunque todo tendrá que llegar- sino por recuperar de momento los abandonados y olvidados en el tiempo o que no cumplen la normativa, y por dar permanente dignidad a todo el Camposanto.
En el día a día sigue habiendo mucho por hacer y aún muchos objetivos por cumplir para que nuestro cementerio no sólo tenga "un jardín" sino sea todo él el jardín del descanso de los que esperan en Dios para volver a alabarlo.
Joaquín, Párroco
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