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martes, 9 de enero de 2018

Parroquias buenas y buenas parroquias. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Este pasado verano, cuando se acercaban los posibles cambios de sacerdotes, sumidos en la previa rumorología clerical algunos compañeros que me preguntaban: ¿sabes si cambia éste o aquél?.... pues fulanito va para tal parroquia, vaya suerte que tuvo; y citanito se va a San Periquitín del Valle, que vaya pastel que le cayó...

En casi todas las diócesis ocurre parecido cuando se redistribuye el trabajo pastoral y algunos sacerdotes y no pocos laicos hablan de parroquias "malas" o ''Parroquias Plus".

Personalmente no considero que ser Párroco de Santo Tomás de Cantorbery de Avilés, San Juan el Real de Oviedo o San Pedro Mayor de Gijón, sea ningún premio o chollo sino más bien todo lo contrario. En primer lugar, porque hoy en día, vaya quien que vaya a una de esas parroquias "importantes" será tachado por no pocos de "enchufado", y dirán "no da el perfil"; no es cura para sustituir a Don Mengano, y demás patatín y patatán...

No quiero nombrar a ningún hermano, pero recuerdo que a una distinguida parroquia de Avilés llegó uno de los curas más trabajadores de esta diócesis; doy fe de los años en que conviví con él, era como una hormiguita callada que se pasaba el día entero para arriba y para abajo, entre capillas y montes, preparando las Catequesis, hojas parroquiales, trabajando con jóvenes y ancianos y atendiendo casi de forma encubierta y no retribuida una capellanía de hospital. Siempre estaba, como dicen los mineros del Occidente, a los que también acompañaba, ''en el tacho''.

De algún otro hermano, al que conozco bien también, he tenido que escuchar diversas tonterías, y hasta que su nombramiento se fraguó "en una cuchipanda"... y es que cuando el demonio -y haberlos háilos- no tiene nada que hacer, con el rabo espanta las moscas. Será porque a veces, moscas y moscones, se intercambian frustraciones. Ahora este hermano, rechazado por algunos en campañas orquestadas desde la necedad y la envidia, es considerado -como ya me ha dicho algún feligrés suyo- como ''el cura que en menos tiempo más ha hecho por la Parroquia''. Y es que, el implacable aliado y enemigo que es el tiempo, todo lo va poniendo en su lugar...

Para los de lengua fácil, es sencillo decir que algunos curas amanecen mirando al Cantábrico desde su rectoral, y todo el enfoque bohemio que se le quieran dar, pero, analizándolo bien, no sé por qué algunos pueden aspirar a destinos así. Imagino que serán miles las batallas diarias a lidiar con fundaciones, cofradías, residencias y centenares de bodas y funerales... ¡no se lo deseo yo ni a un enemigo!... Quizá porque mi óptica es la de "Navarro" -de Intuastur- y de ahí tal vez que mi visión sea diferente.

 ¿Qué ha de tener una Parroquia para ser "de campanillas"?; ¿Un nombre largo?; ¿mucho abrigo de visón a misa de doce?... ¿hasta qué punto es deseable que a uno le destinen a una parroquia de ese tipo?. No lo digo yo, lo dice el Evangelio; que no hay nada más difícil que predicar a los ricos. Jesús decía que antes pasará un camello por el ojo de una aguja que un acaudalado en la gloria. Por esto admiro a los sacerdotes que se ven destinados a pastorear una grey donde la mayor de las pobrezas es la espiritual. Sino fuera por ellos ¿quién les llevaría la Palabra hecha carne?; ¿no es acaso también la miseria espiritual una periferia existencial, aunque su situación geográfica esté el centro de la ciudad?. No perdamos de vista que la buena fama -como se decía en la película de "Krull"- es una bolsa vacía; cuentas con ella y acabas en la ruina.

Doy gracias a Dios de ser un feliz "cura de segunda" que espera morir así, sin cambiar de división. Bien lo saben mis primeros feligreses donde yo esperaba ya jubilarme y seguir disfrutando de ellos y de aquellas tierras -la foto que acompaña este artículo es la iglesia de La Cuesta, en Cerredo- y aunque la obediencia me privó de ese lujo, también es cierto que Dios -que nunca me ha fallado- me hizo otro regalo de lujo que fue la feligresía de Lugones. Igual que me costó salir de Cerredo, se me haría muy duro salir ahora de Lugones, pues considero que aún me queda mucho por hacer aquí,  y aunque mi "Sí" sigue siendo el del primer día, sólo me gustaría que mi próxima rectoral -si llegara el caso que no deseo- tenga un trozo de jardín para mis gatos...


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