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sábado, 17 de junio de 2017

“RELIGIOSA SALESA “SOR ANA JACOVINA” (hija de Lugones: “In Memoriam”)

Nos había quedado en “el tintero” este artículo de 2013 sobre esta peculiar Lugonina, que por “justicia” y “mejor tarde que nunca”, reproducimos aquí:

Nace en 1.918 el seno de una familia humilde de Lugones. Es la última de cuatro hermanos: Isidro, Darío, Guillermo y ella, que lo hace con el nombre de Natividad. Su padre, Guillermo, trabajaba en la Fábrica de Armas Santa Bárbara; su madre, Mercedes, se dedicaba a las labores domésticas y al cuidado de los hijos.

Participa desde muy joven en misiones catequéticas y representaciones de teatro en su Parroquia de San Félix de Lugones, donde es muy querida y donde hizo muchas amistades con las que siempre (incluso durante su vida monacal) mantuvo el contacto, reuniéndose con frecuencia con algunas de sus amigas de ese tiempo.
La Guerra Civil le hizo vivir unos momentos muy duros y dramáticos en su vida, conviviendo de cerca con el hambre, la muerte y la injusticia. Fue capturada por “los milicianos” y aunque la respetaron en su integridad, la maltrataron por ser cristiana y estar vinculada a la Parroquia, obligándola a coser, limpiar, cocinar y hacer de asistenta para ellos.

En 1.951, con 33 años, entra en el Convento de las Salesas de Oviedo, que no abandonará ya nunca hasta su muerte, y en 1.958 profesa solemnemente como Hermana Externa. Con problemas de bronquitis crónica, de la que tiene que ser tratada con frecuencia y una importante cardiopatía que afecta a su sistema vascular, fallece en su convento del Naranco a los 92 años el 11 de Junio de 2013, tras hacer en él sus Bodas de Oro como religiosa.

La Madre Superiora de este Monasterio, Mª Rosa, que amablemente nos recibe y nos facilita los datos que aportamos, la define como muy respetuosa, alegre y cordial; muy trabajadora (atendía la portería y se esmeraba con la gente que visitaba el convento). Discreta, obediente, caritativa y disciplinada; diciéndonos que su frase era: “Soy hija de la obediencia”. De profunda sensibilidad ante las desgracias (lloraba con facilidad) fue lo que le motivó a colaborar activamente en ese campo, ubicando en una parte del monasterio a un Padre Jesuita que atendía a niños desamparados, para los que ella y toda la Comunidad cosían y cocinaban, atendiendo las necesidades de los pequeños recogidos.

Al final de la existencia de sus padres, su progenitor estaba medio ciego y desvalido, lo que hizo que la familia directa del mismo lo llevasen con ellos para atenderle. A su madre, totalmente demenciada y con alzheimer, se la trajo con ella al propio convento, cuidándola con mimo y ternura hasta su muerte. Descanse En Paz.


Joaquín, Párroco

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