Juan Manuel de Prada lo explica así: "Los misterios de la vida de Cristo, sus intimidades más menudas, son alumbrados por Pablo Cervera en un estilo sencillo que tiene algo de confidencia y algo de efusión cordial donde se mezclan las anécdotas más livianas y las más arduas cuestiones teológicas -que él, sin embargo, sabe hacer amenas como si fueran retozos en un jardín), hasta que llegamos a la estación definitiva de nuestro trato con Dios, que no puede ser otra sino la oblación, la entrega absoluta y sin reparos de quien ha entendido que la libertad humana más plena es la que se emplea para amar".
El escritor agradece a Pablo Cervera su acompañamiento espiritual, especialmente en momentos duros en los que, dice, "probé el veneno sibilino del fariseísmo eclesiástico, que es el mayor aguarrás para la fe".
De Prada comenta también la espiritualidad del Sagrado Corazón, "el amor sin tasa que mana del Corazón de Cristo", que "no es una devocioncilla de viejas beatas, sino una devocionaza de curas santos y viriles". Un ejemplo, dice el escritor, es el propio padre Cervera, que limitado por una enfermedad ha visto multiplicada su fecundidad evangelizadora escribiendo, editando y traduciendo.
Desde hace unos meses, Juan Manuel de Prada escribe también un artículo mensual para Magníficat comentando desde una óptica cristiana obras de la literatura universal.
Este es el artículo que ha publicado en ABC.
por Juan Manuel de Prada
A veces nuestra fe desfallece y necesita contemplarse en la fe de quienes nos acompañan por los despeñaderos de la vida. Mi fe magullada y endeble ha encontrado muchas veces su muleta y su pañuelo de lágrimas en la fe más robusta de un amigo sacerdote, Pablo Cervera, cuyo aliento me ha acompañado en las circunstancias más difíciles, cuando probé el veneno sibilino del fariseísmo eclesiástico, que es el mayor aguarrás para la fe.
Pablo Cervera –muchos de mis lectores lo conocerán– es editor de la revista Magníficat, impulsor de diversos proyectos editoriales y traductor infatigable.
Y gran parte de esta labor benemérita la ha hecho golpeado por una maldita o bendita enfermedad que no cesa de ensañarse en él; pero a la que Pablo Cervera siempre responde con una abnegación admirable, con un sentido del humor intrépido y una confianza incombustible en Dios, haciendo de su mortificación una escuela de alegría.
Pablo Cervera es mi profesor de energía y el cirujano de campaña de mi fe, siempre presto a coserme las heridas y hacerme una transfusión de sangre.
Ahora Pablo Cervera publica en la Biblioteca de Autores Cristianos Operación a corazón abierto, un libro que reúne su experiencia de muchos años, dando y recibiendo ejercicios espirituales.
Es un libro precioso en la doble acepción de la palabra, por bello y por valioso, lleno de pálpito espiritual y de hondura humana, en el que el autor, al hilo de las meditaciones propuestas por san Ignacio de Loyola, logra disponer al lector para el coloquio íntimo con Cristo, para la comunicación directa con el corazón hospitalario y sangrante de Cristo, de tal modo que pueda quedarse a vivir allí adentro, donde mejor se escucha a Dios y mejor se siente el calor de su hálito.
Pablo Cervera nos descubre la majestad de Cristo en su corazón traspasado, nos descubre en el dolor humanísimo de Cristo la vía idónea para penetrar en los misterios de su divinidad. E invita al lector a mirar el dolor y el amor que brotan, como sangre y agua mezcladas, de esa herida siempre abierta.
Operación a corazón abierto es una aventura en pos de esa misericordia amorosa que se ofrece constantemente para salvarnos. Los misterios de la vida de Cristo, sus intimidades más menudas, son alumbrados por Pablo Cervera en un estilo sencillo que tiene algo de confidencia y algo de efusión cordial donde se mezclan las anécdotas más livianas y las más arduas cuestiones teológicas (que él, sin embargo, sabe hacer amenas como si fueran retozos en un jardín), hasta que llegamos a la estación definitiva de nuestro trato con Dios, que no puede ser otra sino la oblación, la entrega absoluta y sin reparos de quien ha entendido que la libertad humana más plena es la que se emplea para amar.
Pablo Cervera es la persona más amorosamente entregada que jamás hayamos conocido. En su presentación a la obra, el padre Luis María Mendizábal escribe, con irresistible humor negro: «Pablo, que Dios te conserve enfermo para que sigas trabajando como lo haces».
Y nosotros añadimos: «Que te conserve enfermo, querido Pablo, porque a través de tu corazón sufriente y alegre podemos entender mejor el amor sin tasa que mana del Corazón de Cristo». Que no es, como el propio autor señala, una «devocioncilla de viejas beatas», sino una devocionaza de curas santos y viriles en los que nuestra fe se apoya y consuela cada vez que desfallece. Y, contemplándose en curas como Pablo Cervera, recupera su latido brioso.
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