Todos los años con el mes de mayo la Iglesia asturiana emplaza a los cristianos a una doble cita: La Campaña de la Declaración de la Renta –el compromiso de poner la “X” en la casilla de la Iglesia Católica–, y el Día de la Iglesia diocesana. Ambas son importantes porque nos permiten hablar de nuestras cosas, de nuestros proyectos diocesanos, de nuestras ilusiones, de lo que hacemos y de lo que nos gustaría hacer. También, como no, de nuestras necesidades y del compromiso de ayudar a la Iglesia en su financiación y sostenimiento.
Con el dinero de la Renta se financia aproximadamente un 35% de los gastos que supone el mantenimiento de la diócesis. El resto, es decir, la parte más importante, proviene de la aportación directa de los fieles generalmente a través de sus parroquias y tiene, además un valor muy significativo por lo que supone de afecto, cariño y reconocimiento de la labor que ejerce la Iglesia.
Cuando el próximo domingo día 8 vayamos a nuestras parroquias, nos encontraremos un cartel de intenso color verde esperanza en el que se nos dice que “amar es urgente, como urgente es pasar de las palabras a los hechos”. Es la fórmula más antigua que nos invita a medir la intensidad de nuestro amor y la altura de nuestra generosidad.
Nuestras campañas siempre van motivadas por algún tipo de eslogan que por lo general hacen relación, mediante una fórmula breve, a una necesidad o momento de la Iglesia. En Europa hay diversos modelos que varían en función de cómo es la relación entre la Iglesia y el Estado y que van desde la plena colaboración hasta la completa separación de ambos.
Mientras preparaba esta Campaña sentí cierta curiosidad por conocer cómo trabajan en Francia este asunto de la financiación. Recordemos que la Iglesia allí fue brutalmente expropiada de sus bienes con la Revolución Francesa estableciendo las bases del estado secular que, tras el período napoleónico, se fija definitivamente en la Ley de 1905, que tiene alcance constitucional e instituye la separación de las Iglesias y del Estado. Los edificios religiosos anteriores a esta fecha son propiedad del Estado, que corre con sus gastos de reparación, y las diócesis tienen que financiarse exclusivamente de los donativos de sus fieles y de las donaciones finalizadas al sostenimiento del clero.
Existe un programa nacional denominado “Le Denier du culte” (denier.org) que sería el equivalente en España al portal “Xtantos” (www.portantos.es).
Utiliza en sus campañas un lenguaje directo, que en España podría parecernos hasta demasiado agresivo pero que no deja dudas sobre su objetivo: “L’argent ne tombe pas du ciel. Pour l’Eglise non plus”, “Vous donnez a l’Eglise?, j’aime” (Esta con una imagen en primer plano del Papa Francisco y la mano extendida) ; “l’Eglise ne vit que de dons, soutenez sa misssion. Donnez!” o esta última, “NotreÉglise préfère parler…de foi, d’amour, d’esperance…mais on doit aussi vous parler d’argent”.
En España nos ha parecido que un buen camino es mostrar todos los ámbitos en los que la Iglesia se hace presente, la mayor parte de las veces de una forma callada, silenciosa, sin mucho ruido pero sumamente eficaz en sus resultados. Es esa tarea desinteresada que realizan los sacerdotes en sus parroquias, los religiosos y el conjunto de los fieles en todos los campos: la liturgia, la vida pastoral, el mundo de la cultura, la educación y ¡como no!, el mundo de la pobreza, la exclusión y la marginación.
Todo ello surge de una vida entregada y generosa.
Te invito a leer la “Memoria Justificativa de las Actividades de la Iglesia” que puedes encontrar en la web de la Conferencia Episcopal Española (www.cee.es) aquí verás que la aportación de la Iglesia a la sociedad española y a cada persona es tan evidente que justifica plenamente ambas campañas. Los resultados obtenidos hacen hasta ahora sostenibles todas estas actividades. Por eso nuestro agradecimiento a todos:
- A los que marcáis la casilla del 0,7% y animáis a otros a que lo hagan.
- A los suscriptores que mediante una cuota periódica aportáis ese grano de arena constante y eficaz.
- A todos los que en las parroquias hacéis cada día posible la vida de la Iglesia.
A todos, nuestra gratitud más honda.
Escribe José Ramón Garcés, Ecónomo diocesano.
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