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lunes, 4 de abril de 2016
Religiosas, pucelanas y asmáticas. Por Jorge Glez. Guadalix
Dos religiosas de Valladolid: “Di que aquí está la vida religiosa de Francisco y que, en Madrid, respiramos desde que llegó Don Carlos". No sé si fue real la cosa o apenas un vulgar recurso literario, pero, en cualquier caso, una memez de tomo y lomo.
La vida religiosa de Francisco… Ya les vale. Uno conocía la vida religiosa activa y la contemplativa, y fuera de eso poco más, si acaso a distintos grados de observancia, siempre dificilísimos de etiquetar. Ahora bien, y dicho esto, eso de que aquí está la vida religiosa de Francisco como que se me hace excesivo, ya que servidor no era consciente de otras banderías entre religiosos aparte sus propios carismas y constituciones.
Me suena a esos gritos y bailoteos de gente joven gritando “esta es la juventud del papa”, pero son adolescentes o jóvenes y es lo que toca: hacerse fans de Francisco, Benedicto o Juan Pablo. Pero dos reverendas… Dos hermanas y nada menos que de Valladolid, tierra austera y seria, y de excepcional castellano, proclamando que aquí está la vida religiosa de Francisco… Para preguntarse qué habrán podido fumar o esnifar, posiblemente incienso de buena marca.
Que a lo mejor ha sido cosa de ese incienso la ocurrencia de que “en Madrid respiramos desde que llegó Don Carlos”. Vamos, que antes estaban oprimidas en un ambiente irrespirable, supongo que fruto de la vigilancia extrema del cardenal Rouco que, como todos saben, se presentaba por sí o por sus delegados, a cualquier hora en cualquier convento reclamando el estrictísimo cumplimiento de las constituciones, que tampoco hubiera para rasgarse las tocas monjiles en caso de que aún las llevaran.
Así que en Madrid no se respiraba… Me gustaría que esas hermanas o el inventor del recurso literario nos señalaran tres conventos amonestados formalmente por el cardenal Rouco, tres parroquias cerradas -ni el centro pastoral San Carlos Borromeo-, o el nombre de tres o cuatro curas a los que se les haya abierto algún tipo de expediente en la diócesis. Mi experiencia, la mía, es la de no haber percibido por parte alguna caza de brujas. Todo lo contrario.
Y nos vienen las supuestas monjitas a gritar que somos las monjitas de Francisco y que por fin respiramos. Respiramos o esnifamos. Yo creo que haygente que se chuta incienso en vena.
Miren, no creo yo que haya monjas tan memas, bobaliconas y simples, aunque la viña del Señor es pródiga en acogimientos cuasi inverosímiles. Más me suena a que el director de Religión Digital ha vislumbrado una mínima posibilidad de sacudir otra leche al cardenal Rouco -obsesión enfermiza se llama el asunto- y aprovechando lo del Pisuerga (por eso las religiosas eran de Valladolid, ¿a que no habían caído?) le sacude un capón en todo lo alto como si a estas alturas de la película a Rouco le afectaran lo más mínimo las siempre cariñosas caricias de sus más fervientes detractores.
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