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jueves, 17 de marzo de 2016

Carta semanal del Sr. Arzobispo


Cofrades de afuera y de adentro

Hay procesiones que van por fuera y las hay también que van por dentro. Unas y otras nos despiertan las actitudes desde las cuales nos asomamos a ellas en el balcón de nuestros días. Las procesiones de la vida tienen esta doble componenda, y vemos desfilar indistintamente los pasos y los motivos que nos hacen curiosos de su pasar ante nuestra mirada.

Nos metemos en la Semana Santa, días grandes para la fe cristiana, y ahí tendremos la ocasión de ver desfilar el arte de las imágenes que exhiben el talento de nuestros artistas y la devoción de tantos cofrades de las hermandades. Ese piadoso envoltorio nos desvela la fe de un pueblo que en estos días especialmente cristianos nos acercan los distintos cuadros que nos recuerdan aquella vía Dolorosa en el primer viacrucis que ocupó el lejano triduo de hace dos mil años con el jueves, viernes y sábado santos.

¡Qué precioso servicio llevan adelante nuestras cofradías! Pasean por calles y plazas el evangelio de la Pasión en imágenes, con la devoción y la penitencia de los hermanos y hermanas que componen las diversas confraternidades. Pero no se reduce a ese momento estelar cuando procesionan con piedad su mejor religiosidad dando testimonio de su fe, sino que también los cofrades encuentran en sus hermandades el espacio para formarse como cristianos en esta sociedad. Tienen ese reto de una catequesis para adultos que les permita dar razón de su fe y de su esperanza, y por eso, según las posibilidades, no cejan en una formación adecuada con distintos momentos como conferencias y retiros espirituales. Pero, además, las cofradías cristianas han de tener un compromiso social desde la caridad, con algún gesto que les haga solidarios con los que más lo puedan estar necesitando, aprendiendo de tantos ejemplos que el Señor nos dejó.

El testimonio de la fe que se hace arte procesional, la formación de estos cristianos que se inscriben en una cofradía, y el compromiso de la caridad. Son las tres notas características de una auténtica y eclesial hermandad cofrade.

Será Jesús en tantos momentos de su pasión, o María siempre a su lado, lo que con sus imágenes sagradas y los atavíos de quienes así los procesionan públicamente, expresan el paso de Dios en nuestra vida. Allí donde nuestros pasos caminantes se encuentran, donde nos saludamos, donde damos a conocer nuestros gozos y nuestras cuitas, en medio del vaivén de las calles y de las plazuelas con sus cuestas abajo y sus cuestas arriba, por allí pasa una imagen del Señor o de su Madre santísima que al compás de la fe de los hermanos avanza en la procesión de la vida.

Pero esa procesión que va por fuera, despierta en tantas personas la procesión interior, esa que se zanja y se curte en los pliegues del corazón y en las orillas de la conciencia. Tantas preguntas que nos asaltan sin la inmediata respuesta, tantas nostalgias buenas de los mejores recuerdos de nuestra inocencia infantil y juvenil, tantos sinceros deseos de hacer mejor las cosas, de pedir perdón por los pecados y los yerros, tantas esperanzas en que nazca un mundo nuevo en donde Dios sea glorificado y los hombres todos bendecidos. Es la procesión interior de las periferias del adentro en donde Dios es el curioso que nos mira con ojos de misericordia sentado en la linde de nuestras esperanzas y nuestros desesperos. Él nos ve pasar, y se conmueve ante nuestras penumbras y nuestros luceros para poner paz sosegadora y horizonte con meta a nuestros pasos inciertos. Y, es que todos somos cofrades de esas procesiones que van por fuera y las que van por dentro. Feliz Semana Santa.


+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

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