Al filo de este 2015 (¡otro
más!) y haciendo obligada retrospectiva del mismo, sólo cabe dar gracias a
Dios y pedir lo que decían los abuelos: ¡Salud!...
A medida que pasan los años asomado a la ventana de la vida viendo pasar los
féretros de los buenos y de los malos, te das cuenta de lo que verdaderamente
es importante, aunque pasemos toda nuestra existencia resolviendo solamente lo
inmediato.
Nos decía el Arzobispo a los sacerdotes en el funeral de
D. Juan Bautista (Párroco que fue de La
Pola) que desde que hace seis años que se hizo cargo de la Diócesis de
Oviedo, había ordenado a 16 sacerdotes y enterrado a 64. Yo, que hablando
alguna vez con el finado saqué en conclusión que no pensaba morirse nunca,
estuve presente en su emocionada despedida. Por lo tanto hermanos, nosotros,
que tampoco pensamos morirnos nunca (pero
también llegará ese día) agradecidos a Dios, pidámosle para el nuevo año únicamente
salud.
El 2015 ha sido, como los últimos anteriores y a decir
verdad, muy movido e igualmente lleno de muchas miserias, corrupciones y
tristezas; y, mientras escribo éste, veo en la tele cómo los políticos
españoles “se parten la cara” por un sillón y cómo Putin, Hollande y Merkel, se unen contra “El Daesh”, por lo que vuelvo a dar gracias al Dios Verdadero (que no necesita imponerse a bombazos ni con
descerebrados fanáticos que lo hacen muy poco grande) y a pedirle sólo salud.
Mientras los villancicos suenan ya en El Corte Inglés y
El Almendro vuelve por Navidad; mientras los Belenes molestan a los que nos
montan los belenes de la vida, y mientras los que están no pueden y los que
dicen poder ni están ni se les espera, nos va pasando la vida perdiendo la
salud en el intento y nos va llegando la muerte, “tan callando…” (Bécquer)
Hace unos años, un ignorante soberbio (que diría Machado) que lógicamente
desempeñaba a la perfección el papel de “Herodes”, entre groserías, petulancias
soeces y sandeces posiblemente inspiradas por las uvas de Rioja, vino; eso
digo, vino a mi despacho “a protestar” (supuestamente
porque no le gustaba el toque a difuntos de las campanas): proteste…, proteste…, le dije yo, antes
mandarlo de nuevo a su triste realidad, tras recodarle que en el despacho parroquial
el tono de voz y el vocabulario lo decide el titular, y el cual, a la que se
iba y como queriendo ofender (¡pobre!)
levantó el puño y me dijo ¡salud
camarada!...¡?... respondiéndole yo: ¡la
que Dios te de!...Y es que al final no hay más; y lo contrario va de HUCA
en HUCA y cambio de especialista porque me toca. ¡Pues claro que salud, membrillo!... que en vanos afanes la
gastamos tantas veces, pudiendo vivir en paz.
Que en el nuevo año el Niño Dios nos dé luz y sabiduría
para reconocer y no repetir los errores del pasado y vivamos (si nos dejan) la Navidad desde el
corazón y, sobre todo, ¡haya salud!
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