No sé si existe la palabra, pero creo que se me entiende todo. Servidor, como cura párroco, desempeña de manera especial y abundantemente la profesión de esperador.
Esta profesión consiste en que uno, por ser quien es, por oficio, atracción de fieles, testimonio evangélico, buena educación y sentido de la responsabilidad, tiene que ser no solo puntual, sino pre puntual, es decir, que si hemos quedado a las siete, uno a menos diez abre la puerta y prepara todo para recibir al que llega. Dios te libre del más mínimo retraso y de manera especial si de bautizo o misa se tratare. Lo contrario siempre es posible, admisible y disculpable.
Quedamos para el bautizo a las seis ¿verdad? A las seis. Hasta mañana.
Si el bautizo es a las seis, uno, si es solo medio responsable, abre la iglesia al menos con quince o veinte minutos de antelación sobre la hora prevista por si hay gente que llega con tiempo y porque un bautizo supone agua, oleos sagrados, leccionario, ritual, velita, cirio pascual y etcétera y etcétera. Cinco minutos antes enciendes luces, te revistes… La hora y aquí no viene nadie. Te asomas a la puerta para descubrir que están todos tan tranquilos esperando a los primos de Burgos que se han perdido. No le importa, ¿verdad? Diez, quince minutos de retraso… Y uno de esperador.
Anda que las bodas. Se comprenden cinco o diez minutos. Hasta hora y cuarto me tocó aguantar en una ocasión.
Las reuniones de las siete quieren decir que el señor cura está a menos diez, a las siete llega la primera persona, pero que estar, estar todos, nunca antes del cuarto.Esperador.
¿Nos podemos pasar esta tarde a las seis y preparamos los papeles de la boda? ¡Claro! Seis, seis y cinco, y diez, y veinte… seis y media. Aparece el primero: es que he tenido una tarde… Disculpe.
Recuerdo en una ocasión un bautizo. Por problemas de la familia del bautizando lo pusimos a las cinco de la tarde. Un servidor, casualmente, tenía una celebración familiar por la mañana con comida de la que me largué con el bocado en la bocapara estar en la parroquia al menos con veinte minutos o media hora de antelación. Se me presentaron después de las cinco y media porque, y usted disculpe, hemos comido juntos y al final se ha alargado la cosa. Anda que si llega a ser al revés y porque se me ha alargado la comida se me ocurre llegar media hora tarde.
Esta mañana la última. Quedé con gente para una cuestión a las diez de la mañana. Tenía que resolver asuntos de cierta urgencia en el centro de Madrid. No pasa nada… Me da tiempo. A las once ni habían venido ni una llamada de disculpa. No Pasa nada. Uno es esperador de profesión y lo comprende.
Pero nunca pasa nada. Usted tranquilo, padre, que lo hace por Dios y Dios se lo premiará. Lo cierto es que he aprendido a tomármelo con total tranquilidad. Soy esperador y punto.
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