Yo que siempre he sido un acérrimo defensor de la línea de pensamiento y trabajo de Monseñor Rouco Varela, me llevé una gran decepción con la polémica de su supuesta negativa a dejar el Palacio Arzobispal de la Calle San Justo de Madrid. Pensé que se trataría de un bulo, pues al saber que la fuente informativa era el portal de información “Religión digital” me hizo pensarme la cosas dos veces. De todos es sabido la inquina que dicha Web guarda desde hace años al hoy arzobispo emérito de Madrid. Por desgracia, no me equivoqué y la cosa salió de ese reducto para ocupar lugares principales en revistas, blogs, periódicos, programas de radio y redes sociales.
Es evidente que esto no es un rumor, o eso quise creer hasta que pasando por tierras de Madrid tuve la oportunidad de almorzar con una figura clave de la sociedad madrileña y del periodismo español. Salió el tema Rouco y, cuando ella exclamó ¡es todo mentira! Se me calló el alma a los pies. En primer lugar, porque ésta nunca le profesó admiración alguna al prelado gallego (por lo que me constataba que no pecaba de “rouquiana”; en segundo, por el daño tan grande que una mentira sacada desde la Iglesia le estaba causando a la propia Iglesia, y, en tercero, ante la pasividad de los muchos que saben que esto no fue así y están tardando en rectificarlo ante la sociedad española y el pueblo fiel en general.
La verdad no tardó en salir a la luz, y cuando Monseñor Osoro no llevaba ni dos meses en Madrid, el Palacio ya estaba libre: ¿Nadie se preguntó entonces por aquellas supuestas obras ya diseñadas para dividir el Palacio en varias zonas? ¿No se había negado Monseñor Rouco en abandonar el Palacio? ¿No se había gastado una millonada en un proyecto para el domicilio episcopal matritense?; Entonces, ¿En qué quedamos?
Don Antonio María siempre ha sido hombre de estudio, trabajo y mucha investigación. He aquí que su biblioteca personal necesite de un buen camión para poder transportarla, además de unas cuantas semanas para desmontar, catalogar y embalarlo todo. A mi juicio, todo un record que los libros que ahí se han ido ordenando a lo largo de dos décadas con un fondo de toda una vida se desmonte y ordene en tan sólo unas cuantas semanas. Cuando este asunto queda zanjado y se descubre que eran mentira todos esos datos aportados sobre el Palacio, entra en juego el tema de la nueva morada de Don Antonio María. El caso del nuevo apartamento, que tantas ampollas ha levantado y que ciertamente da la carnaza que gusta.
Monseñor Rodríguez Plaza, actual primado de Toledo asentía en una entrevista al ser preguntado por el tema lo siguiente: “se ha abierto la veda y Rouco Varela está en el disparadero de muchos que están ya disparando”. Igualmente añadió: ``es algo hinchadísimo que no se corresponde con la realidad. Con todo este tema ha habido mucho rollo y demasiada literatura que ha servido para llenar mucho espacio en los medios de comunicación aunque no responda para nada a la realidad´´.
El Cardenal de Madrid vive en un apartamento propiedad de la Diócesis de Madrid legado por una bienhechora; es decir, no estamos hablando de que el Cardenal o la Iglesia hayan tirado la casa por la ventana para comprar ese apartamento, sino que un mujer pudiente lo legó a la iglesia entre sus últimas voluntades de forma altruista. Después está la comidilla de la rehabilitación del mismo, la cual no es ni por asomo las cifras que se dicen. Si conocen algo el mundo de la construcción sabrán que las empresas serias y formales no juegan precisamente a revelar facturas o albaranes, menos en los tiempos que corren, dónde la ley de Protección de Datos puede “cazar” a cualquiera. Se hablaba de “pruebas fiables", más aún nadie ha hecho gala de estas.
El Arzobispado de Madrid, de obras sabe mucho, pues han sido muchísimos los trabajos llevados a cabo en la construcción de nuevas parroquias bajo el pontificado de Moseñor Rouco en barrios nuevos y viejos, en su mayoría de gente humilde y trabajadora. A estas obras materiales hay que añadir las pastorales y espirituales de este verdadero apóstol que supo llevar a plenitud la reforma iniciada por Monseñor Suquía en esa devastada Iglesia, víctima de la progresía clerical. Un sacerdote asturiano decía que la etapa de Rouco ha sido la peor de la historia actual de la Iglesia: ¿Sabe acaso este señor cómo estaba Madrid hace veinticino años y como está ahora?. El Cardenal Tarancón, que jugó un papel destacado en la transición española, pienso que no fue, sin embargo, un destacado pastor ni singular obispo. Creo que no digo mentira alguna cuando de todos es sabido, y la historia ahí está, aquella famosa “bronca” que el ya San Juan Pablo II le echó a Don Vicente el día que se presentó en el Vaticano con la renuncia, esperando que le cantaran el feliz cumpleaños y le dieran prórroga al frente de la cátedra de la capital de España. El Papa polaco “le tiró de las orejas” al de Burriana con una sentencia directa: "Usted será el responsable de que el catolicismo retroceda en España´´. Aún hoy los fans del progresismo no le han perdonado al Papa Viajero aquella “patada” al Obispo “del paredón”.
Madrid era un dolor. Secularizaciones a barullo, el seminario bajo mínimos repartidos en pisos y sin orden ni concierto, las parroquias a la deriva con abusos litúrgicos y sacramentales, sacerdotes más implicados en la política que en la pastoral; reinaba el todo vale sobre el derecho canónico. La formación religiosa iba sin rumbo, la vida consagrada cada día más secularizada... y en esto llegó el cambio. A Don Ángel Suquía le tocó la primera fase nada sencilla de abordar, más fue el Cardenal Rouco quién llevó a la Iglesia de Madrid a ser modelo y ejemplo para otros Obispados de España. La idea fue clave: si siendo tan “guays”, tenemos las iglesias semivacías: seamos serios, a ver qué pasa... Estaba claro los fieles querían ya un poco de seriedad en todo y menos cachondeo.
Con Rouco el seminario se encauza, siendo hoy de los más numerosos y con mejor formación. Se buscan profesores preparados y serios, doctrinalmente hablando. Se corrigen los abusos litúrgicos, se crea la Universidad San Dámaso, se promueve el periódico diocesano "Alfa y Omega", se trabaja mucho y bien por levantar una diócesis muerta, que hoy es una de las joyas de nuestro país. Ahora, con estas tonterías del ático, quieren echar por tierra la figura del Cardenal que siempre ha tenido tantos enemigos por ser un defensor de la verdad, de la vida , de la familia... Muchos en Madrid que no le veían con buenos ojos, están empezando a valorarlo a la vista de los nuevos cambios que dicen tener aire primaveral...
Don Antonio, como hombre reservado, tímido y callado, nunca dirá ni esta boca es mía sobre las falsas acusaciones vertidas sobre él, más la verdad, por mucho que se intente camuflar y maquillar, al final sale a la luz, y su vida, aunque muchos la caricaturicen, ha sido de una entrega total y fiel a la Comunión de la Iglesia por la que siempre luchó.
Gracias Señor Cardenal, Feliz jubilación y “ad multos annos”.
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