Cuando me pidieron esta colaboración desde “Esta Hora”, me acordé enseguida de un comentario a un blog con las homilías que publico semanalmente. El comentario fue realizado por parte de una mujer que acudió esta Semana Santa pasada a la parroquia de Tapia de Casariego. “Gracias, Padre Andrés, por facilitarnos sus homilías de esta semana de Pascua. Pasé con mi familia la Semana Santa en Tapia de Casariego. Fui allí en busca de una tranquilidad que en mi parroquia no encontraba y la verdad es que ha sido todo un regalo del Señor poder disfrutar de Tapia, de su mar y de sus paisajes, pero también de su parroquia. Experimenté los frutos del Señor: la paz, la alegría de la Resurrección, la gratitud por mi familia y por todos los regalos que me da la vida, la comunión con hermanos que sin conocerme de nada me ofrecen su mano tendida, su sitio en el coro, su agua bendita y su sonrisa… Fue providencial. Puedo decir que me encontré con el Señor vivo gracias a usted y a su parroquia. Desde Toledo, ¡Felicidades y Gracias!”
Durante la época veraniega la vida parroquial cambia: no hay catecismos, ni reuniones de formación de adultos, ni otras actividades propias del tiempo octubre-junio. Sin embargo, Dios nunca está de vacaciones y un cristiano tampoco tiene que estar de vacaciones. Cambiarán las actividades, cesarán unas y se realizarán otras, pero un cristiano no puede cerrar la persiana de su espíritu y decir: “¡Hasta septiembre!”
Las personas (los creyentes) se acercan a estas villas costeras para descansar, para disfrutar de la playa, de los baños de mar, para pasear, para estar con la familia y con los amigos, para cambiar de aires y dejar atrás por unos días preocupaciones y tensiones… No obstante, el descanso no debe sólo llegar al cuerpo y a la mente, también nuestro espíritu necesita respirar, tomar aire, seguir creciendo, estar en contacto con Dios. Por ello, las parroquias costeras deben ofrecer una acogida a los veraneantes, bien sean ocasionales (por ejemplo, peregrinos camino de Santiago de Compostela), bien permanezcan más días entre nosotros.
Entiendo que la atención primera que se debe dar en las parroquias de veraneantes es atender sus demandas: poner el sello parroquial en su compostela (la credencial oficial del peregrino a Santiago de Compostela); darles información: para ello se expondrá en lugares visibles del templo y otros en la villa los horarios de Misas en varios idiomas, teléfonos del párroco… Algunos veraneantes en ocasiones desean hablar con el párroco para tratar algún tema de conciencia, para confesar, para pedir una información… La actitud por parte del párroco ha de ser siempre amable y servicial. Esto nos lo pide el mínimo de educación humana, pero sobre todo, para nosotros los cristianos, son frutos del Espíritu: “amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza” (Gal. 5, 22); Asimismo existen veraneantes de todos los años y veraneantes que nacieron en la villa o en los pueblos de alrededor y, por tradición o porque les viene mejor, desean realizar y recibir algunos sacramentos en este tiempo: matrimonio, bautismo, primeras comuniones, misas por los difuntos… Igualmente la acogida del párroco y de los feligreses hacia estas personas creyentes ha de ser positiva, aunque sin concederrebajas en las exigencias y compromisos que marca la Iglesia.
También existe (o ha de existir) una atención religiosa y espiritual ofrecida a los que nos acompañan en este tiempo de descanso: Tener las iglesias abiertas para facilitar la oración o una pequeña visita al sagrario o a la Virgen María y la participación en las fiestas religiosas propias de la parroquia y de estos tiempos. Por ejemplo, aquí en Tapia de Casariego tenemos la gran manifestación de fe que supone la novena y posterior celebración de la misa y de la procesión con ocasión de la festividad de la Virgen del Carmen. Se facilitará que los veraneantes puedan participar en las lecturas, en los cantos con el coro parroquial, en la organización y desarrollo de las actividades.
Alguien puede preguntar: ¿Por qué van los veraneantes a quitar el protagonismo de quienes colaboran todos los años en la parroquia? Un cristiano nunca debe ser protagonista ni propietario de un servicio en la comunidad. Un cristiano sirve a la parroquia y su servicio ante Dios es el mismo, ya se le vea, ya no se le vea. Además, de esta forma, se hace visible la fe evangélica y la misma pertenencia a la única Iglesia de Cristo.
¡Feliz verano a todos desde Tapia de Casariego!
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