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jueves, 12 de febrero de 2015

Nos apuntamos a luchar contra la pobreza


El lema de este año en la campaña de Manos Unidas reza así: “Luchamos contra la pobreza, ¿Te apuntas?”. No es un lema que dura un día, sino un programa que compromete todo el año, toda una vida. En ello nos va nuestra credibilidad cristiana ante otros y el compromiso con nuestro bautismo en la Iglesia.Seríadejación irresponsable pensar que estos enormes problemas que afectan a millones de personas que a diario sufren la pobreza con sus hambres, penurias, soledades y violencias, sólo se les plantean a los políticos para que se luzcan en periodos preelectorales. O a los economistas tertulianos para que nos aventuren sus soluciones. O a los pícaros de revoluciones de moqueta para que monten empresas y chiringuitos presuntamente solidarios para obtener la mamandurria de las subvenciones que jamás llegarán a los verdaderamente pobres.

El Papa Francisco en su discurso ante los directivos de la FAO (2013) les recordaba que «la producción actual es suficiente y, sin embargo, hay millones de personas que sufren y mueren de hambre: esto, queridos amigos, constituye un verdadero escándalo. Es necesario, pues, encontrar la manera de que todos puedan beneficiarse de los frutos de la tierra, no sólo para evitar que aumente la diferencia entre los que más tienen y los que tienen que conformarse con las migajas, sino también, y sobre todo, por una exigencia de justicia, equidad y respeto a todo ser humano…(pues) toda auténtica reforma consiste en tomar mayor conciencia de la responsabilidad de cada uno, reconociendo que el propio destino está ligado al de los otros. Los hombres no son islas, somos comunidad».

Estamos llamados a colaborar todos, como ya hay de hecho tanta gente que desde diversas perspectivas creyentes y no creyentes, están arrimando el hombrosinceramente para paliar la situación de las personas más desfavorecidas, para encontrar vías de solución y desarrollo de las incipientes. Es un compromiso que nosotros como cristianos tenemos para poner en el centro la dignidad de cada persona y su valor transcendente como hijos de Dios. Desde esta visión del hombre y del mundo que nos aporta el evangelio y la larga tradición cristiana, podemos llamar con respeto a la sociedad para colaborar en la tarea de cambiar el mundo sin que esto suene a brindis al sol o a una caduca quimera.



El Papa Francisco recordaba precisamente que hay que crear una trama o una red en donde los políticos, los financieros, y la entera sociedad podamos colaborar en la realización de erradicar la pobreza. Dice Francisco que «el crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo. Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable...La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común… ¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas... ¿Y por qué no acudir a Dios para que inspire sus planes? (EG 204-205). Nosotros nos apuntamos a luchar contra la pobreza, todos los días. Las manos unidas se hacen así gesto solidario cotidiano que amasan el mundo que Dios quiso y que sigue soñando.





+ Fr. Jesús Sanz Montes OFM

Arzobispo de Oviedo

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