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viernes, 19 de diciembre de 2014

“Una reja para abrir”. Por Rodrigo Huerta Migoya


Puede parecer una paradoja, más no se trata de ninguna errata (esta vez); el título es el que es y está bien. Pero ¿Cómo puede abrir una reja?, ¿no será una contradicción? Con frecuencia asimilamos esta palabra con una prisión, la cerca de una finca, un convento de clausura…, es decir; barreras para el hombre.

No es el caso, la reja que se ha instalado en el templo no es para hacer de la iglesia un edificio inaccesible sino abierto de par en par como con tanta insistencia nos pide el Papa Francisco: La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre. Uno de los signos concretos de esa apertura es tener templos con las puertas abiertas en todas partes. De este modo, si alguien quiere seguir una moción del Espíritu y se acerca buscando a Dios, no se encontrará con la frialdad de unas puertas cerradas.

El solar dónde se ubica nuestra Iglesia es un punto estratégico y privilegiado en el plano de Lugones, y esto bien lo saben unos y otros. Las escaleras frente a la fachada, la travesía tras la casa rectoral, el parque o la rampa de la calle de la Iglesia son espacios de atajo, paso y camino en el corazón del pueblo. Con la reja se facilita la oración ante el Santísimo, especialmente los lunes durante todo el día y, por semana, desde las 13:00a las 16:00 de la tarde en que el templo permanece cerrado. Estas horas del mediodía son esenciales para tantos que salen del trabajo, del colegio y de sus quehaceres, cuando camino de casa para comer pueden hacerle un guiño al Señor que espera con ansia nuestro saludo.

Todo un acierto sin duda, D. Joaquín, y una solución que desde hacía tiempo se venía barajando como remedio a las cuantiosas humedades que asolan los muros laterales de templo. Otra opción hubiera sido comprar una docena de des-unificadores, pero, aparte del gasto que se evita de este modo, como los métodos naturales, ninguno.

He oído que en general ha gustado bastante a los feligreses, y eso que nunca se pueden hacer las cosas al gusto de todos ni tampoco dejar de hacerlas por prejucios y escrúpulos de unos pocos, una prueba irrefutable del mencionado éxito es que la hermana gemela de nuestra Iglesia (la de San Jorge de Nueva de Llanes idéntica en todo a ésta) luce también en su portada una reja bien parecida (me he molestado en comprobarlo).

Que el tiempo de Adviento en el que nos adentramos sea momento de ventilar, de dejar transpirar y secar nuestras humedades. Que cuando el Niño Dios llegue se encuentre un pajar seco y mullido en nuestro corazón, donde Él podrá recostarse.

Al terminar este año 2014 que pasará a la historia por ser el año de los papas santos quiero recuperar esa hermosa oración que el Papa San Juan XXIII escribió al Niño Jesús para que cada familia la rece en sus hogares. Dice así:

“Dulce Niño de Belén, haz que penetremos con toda el alma en este profundo misterio de la Navidad. Pon en el corazón de los hombres esa paz que buscan, a veces con tanta violencia, y que tú sólo puedes dar. Ayúdales a conocerse mejor y a vivir fraternalmente como hijos del mismo Padre. Descúbreles también tu hermosura, tu santidad y tu pureza. Despierta en su corazón el amor y la gratitud a tu infinita bondad; únelos en tu caridad y danos a todos tu celeste paz. Amén.”

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