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viernes, 18 de julio de 2014

Carta semanal del Sr. Arzobispo


Salve, Estrella de los mares

El verano tiene tres citas en torno a las cuales tantos de nuestros pueblos se ponen en danza festiva. El fragor de los calores de estío se hace fuerte entre la Virgen de julio y la Virgen de agosto: el Carmen y la Asunción, marcan esos rigores sudorosos en medio del verano. Pero queda luego la Santina, tercera cita entrañablemente asturiana, que ya nos regala el resp...iro que nos permite tomar resuello en un otoño que casi tocamos con la mano según se va subiendo septiembre. María está muy presente en nuestro pueblo, con un sinfín de advocaciones locales que hacen que sintamos nuestros pasos protegidos y sostenidos por una Madre que siempre nos enseña a andar como buena madre en los mil caminos de la vida, tengamos la edad que tengamos.

La Virgen del Carmen tiene en nuestra tierra un sabor marinero, aunque también se celebra en tierra adentro. Pero por antonomasia la Virgen del Carmen es patrona del mundo de la mar que en Asturias tiene una importancia notable. Las aguas bravas de nuestro mar Cantábrico a veces hacen erosión y destrozan con su impacto cuanto encuentran en puertos y orillas. Igualmente ponen a prueba la pericia de nuestros marineros, y en el intento a veces pierden la vida. Nos produce dolor y zozobra esta indomable fiereza con la que el mar nos impone su respeto.

Pero también se nos acercan sus aguas con otro oleaje más calmo, como imitando el cantar de las habaneras que vienen y van con sus versos y sones, queriendo acariciar suaves cuanto encuentran en el rompeolas de nuestra mirada.

La Virgen del Carmen tiene su salve marinera, que siempre conmueve escucharla cuando la cantan nuestras gentes del mar, abrazados a sus amigos y familias, saludando a la patrona, recordando a seres queridos y clavando en el cielo las jaculatorias de nuestras plegarias. Es preludio del festejo que en tantos lugares de nuestra geografía se introduce por estas fechas. «Salve, estrella de los mares,de los mares iris de eterna ventura,salve fénix de hermosura,Madre del Divino Amor».

La vida luego tiene otros mares, con sus momentos de dulce bonanza y con sus tempestades encrespadas. Tantas veces, como sucede en la mar, uno se siente gratificado por ver cómo nuestra barca personal surca los horizontes con seguridad, con brío, con alegría y paz. Especialmente grato cuando comprobamos que vamos avanzando hacia la orilla adecuada, recalando en los puertos debidos y compartiendo la aventura de vivir con aquellos que Dios ha puesto a nuestro lado.

Pero es terquedad de la vida también, que de pronto nuestra barca se siente perdida, envuelta en brumas y oleajes engullidores, sin saber dónde está el punto de llegada y hasta olvidando el punto de partida, con un dolor que tiene el rostro del miedo hundiéndonos en la soledad. Todos hemos tenido experiencia de ver naufragar cosas queridas, y es ahí donde surge la noble necesidad de saber pedir ayuda a quien puede auxiliarnos de verdad.

Al llegar la Virgen del Carmen, pedimos por estos dos mares: ese que nuestros marineros, pescadores y sus familias tienen como escenario vital, y ese otro que pertenece a todos por ser una metáfora de la misma vida. En ambos invocamos la protección de María en su advocación del Carmelo. Que sea faro que siempre brille: para sostenernos en los momentos de andanza segura y para salvarnos en aquellos en los que todo es incierto. Salve, estrella de los mares. Ella es ese iris venturoso que nos protege y acompaña en bonanzas y tempestades navegando de mil modos por las aguas de la vida.



+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

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