Desde Asturias: Dios salve al Rey
En España estamos viviendo un momento que con razón se ha calificado de histórico, con la sucesión en la Corona con un nuevo Jefe de Estado. La abdicación del Rey Don Juan Carlos I y la proclamación de su hijo el Príncipe de Asturias como nuevo monarca Don Felipe VI , marca esta excepcional circunstancia.
Los obispos españoles ya nos expresamos a través de la nota del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal al hacerse pública la noticia de la abdicación del Rey haciendo una valoración de su servicio a España. Y añadíamos que «estamos seguros de que ahora tendrá continuidad en la persona del Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón y Grecia, quien ha acreditado ya su cualificación y competencia, como hemos podido constatar en sus diferentes presencias en la vida pública. Rogamos a Dios que siga sosteniendo a Sus Majestades los Reyes, Don Juan Carlos y Doña Sofía, en esta nueva etapa de sus vidas, y que asista a la Corona de España en el servicio constitucional que tiene encomendado». Así decía la nota que hemos hecho nuestra.
Ante la novedad que se inaugura para todos, queremos encomendar a Dios este momento especial. Ya San Pablo le recordaba a su discípulo Timoteo (1Tim 2, 1-8): «ruego que se hagan súplicas, oraciones, peticiones, acciones de gracias, por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto». Esto mismo hacemos nosotros con el sentido que siempre ha concedido a este gesto la tradición cristiana.
Hace poco el Papa Francisco hablaba de la actitud de los cristianos ante los responsables públicos, y comentaba que «ninguno de nosotros puede decir: yo no tengo que ver, son ellos quienes gobiernan. No; yo soy responsable de su gobierno y debo hacer lo mejor de mi parte para que ellos gobiernen bien. La política, dice la doctrina social de la Iglesia, es una de las formas más altas de la caridad, porque es servir al bien común. Y yo no puedo lavarme las manos: cada uno de nosotros debe hacer algo». Pero el Santo Padre añadió que «un cristiano que no reza por los gobernantes no es un buen cristiano. Hay que orar. Roguemos por los gobernantes, para que nos gobiernen bien. Para que lleven a nuestra patria, a nuestra nación, adelante, y también al mundo; y que exista la paz y el bien común».
Asturias es cuna de reyes, y en esa pequeña oquedad en la montaña del valle Auseva, se esconde el tesoro identitario de un pueblo que sabe quién es y lo que debe hacer para seguir siéndolo sabiéndonos enraizados en la Europa cristiana como ahí dijera San Juan Pablo II hace 25 años. Allí van nuestras plegarias en estos días especialmente, para que la Santina de Covadonga bendiga al nuevo Rey Don Felipe VI, a la Reina Doña Leticia, a la Princesa de Asturias Doña Leonor y a su hermana la infanta Doña Sofía. Desde Covadonga y Asturias pedimos para todos ellos ese bien bendito que redunde en beneficio de todos los españoles. Invito a hacerlo a todos los cristianos que conformamos la Archidiócesis de Oviedo. No pedimos otra cosa cuando pidiendo esto pedimos lo mejor. God save the King. Dios salve al Rey.
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
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