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martes, 1 de abril de 2014

¿En que consiste la Visita Pastoral?


El Obispo Diocesano debe ejercer su oficio de pastor y testigo de Cristo sobre los sacerdotes, religiosos y fieles laicos a él confiados. Por eso realiza visitas pastorales en su Diócesis, con toda la autoridad que le confiere la plenitud del Orden, para conocer a la comunidad diocesana y para dirigir y coordinar todo el trabajo pastoral (ChD 11-19).
La Visita Pastoral en nuestra Diócesis es un tiempo fuerte de Evangelización; un especial encuentro del Pastor con la comunidad en su pluralidad territorial y sectorial; una ocasión para impulsar, revisar y motivar el trabajo pastoral de la comunidad de acuerdo al proceso pastoral diocesano; además, un signo de la comunión dentro de la pluralidad de la Iglesia.

a) Un tiempo fuerte de Evangelización.


La Iglesia “nace de la acción evangelizadora de Jesús y de sus Doce (EN 15). Jesús cumple este envío a través de su ministerio. El ministerio es continuado por los Apóstoles (Hch 2,41ss) y sus sucesores. Hasta el día de hoy y hasta la consumación de los siglos, la Iglesia ha tenido esta sublime tarea. La Iglesia es enviada a ser presencia de Cristo, pero no de otra manera, sino continuando su misión y su condición de evangelizador (EN 15).
Hay que contemplar en la vida y crecimiento de las comunidades primitivas en la Iglesia, el gran valor del ministerio de los Apóstoles. San Pablo los pone siempre en primer lugar en la lista de las funciones al servicio de la comunidad (1 Co 12, 28-31). El nombre de “Apóstoles” es funcional, deriva del verbo “Apostellein” = Enviar. Las comunidades deben recibirlos como al Señor (Ga 4,14).
Dios reúne a su pueblo y lo alimenta con su Palabra, que destina a todos los hombres. Por eso el servicio de la Palabra es el primer objetivo de la misión del ministerio del Señor (1 Co 1,17). Para su ministro la responsabilidad primera y fundamental es la doctrinal (Ef 4, 11; 1 Tm 3,2; 4,6- 13; Hch 20,28-32). Entre la gran riqueza de servicios que van floreciendo en las primitivas comunidades, el servicio de la Palabra ocupa el primer lugar (1 Co 12,8; 1 Pe 4, 11; Heb 13, 7).
Visto esto, la Visita Pastoral es una gran oportunidad que tiene el Obispo, en unión con otras personas, para estimular el cumplimiento de este deber de evangelizar. Evangelizar de manera intensiva, pero no aislada del Plan Diocesano, sobre la Iglesia -en general- y más en particular, sobre el Obispo y la Visita Pastoral.
La realidad ya descubierta dentro del caminar de la Pastoral diocesana, hay que iluminarla con un anuncio claro sobre la Iglesia-Pueblo de Dios, que ayudará a que la mayoría de los miembros de la parroquia sean conscientes de su pertenencia a la comunidad como cristianos. Un pueblo con diversas funciones y con orden, sin anarquía, dando condiciones para que todos puedan crecer como hijos de Dios. La realidad también habría que iluminarla con un anuncio sobre la Iglesia-Comunión de personas.
Una invitación a sentirse una sola cosa en la Parroquia y en la Diócesis, recalcando la obra del Espíritu Santo, que es el que realiza esta comunión entre nosotros. Convencerse cada vez más de que el único Evangelio de Jesucristo sólo puede ser acogido en la unidad (DP 638).
La Visita Pastoral es una oportunidad de presentar la figura del Obispo como fuente y centro de unidad diocesana y de la edificación de la Iglesia-Diócesis. (LG 23;DP 687- 689).
El Obispo, como ministro de Cristo y sucesor de los Apóstoles, en comunión con los demás Obispos y el Papa, con la participación responsable y ordenada de todo el Pueblo de Dios, debe guiar a la Iglesia-Diócesis como pastor, maestro y pontífice.

b) Encuentro del Pastor con la Comunidad.


La Visita Pastoral del Obispo es como una visita de Cristo, Buen Pastor, enviado por el Padre, a través de su representante pleno en la Diócesis a todas las ovejas de su rebaño, Jesús, Buen Pastor (Jn 10,10) que conoce, ama, alimenta y defiende a las ovejas del rebaño de su Padre, dando por ellas la vida.
El Obispo es sucesor directo de los Apóstoles, recibió la plenitud del ministerio sacerdotal, enlaza la Iglesia particular con la Iglesia apostólica y la Iglesia Universal, y tiene una misión en su Iglesia Particular y en la Iglesia Universal.
El Obispo es “profeta, testigo y servidor de la esperanza” (1 Pe 3,15), sobre todo donde es más fuerte la presión de una cultura donde falta la esperanza y la fe misma es cuestionada. Incluso el amor se debilita cuando la esperanza se apaga. Esta, en efecto, es un poderoso sustento para la fe y un incentivo eficaz para la caridad, especialmente en tiempos de creciente incredulidad e indiferencia.
La esperanza toma su fuerza de la certeza de la voluntad salvadora universal de Dios (1 Tm 2,3) y de la presencia constante del Señor Jesús, el Emmanuel, siempre con nosotros hasta el fin de mundo (Mt 28,20)… « (Pastores Gregis 3).
Proclamamos la esperanza que no defrauda, y elevamos a Dios una oración para que nuestro Obispo, en su Visita Pastoral sea en verdad “centinela atento, profeta audaz, testigo creíble y fiel servidor de Cristo -esperanza de la gloria- (Col 1,27)” (Pastores Gregis 3).
La Visita del Obispo a las Parroquias es, sobre todo, el encuentro del Obispo con las personas, es decir: con el clero y los laicos. Y tomando en cuenta que los laicos son mayoría, el Obispo se esforzará por tener contacto con ellos, aunque no sean cristianos practicantes, para poder extender a todos su solicitud de pastor del modo más justo y eficaz.
La frecuencia y duración de la visita debe ser de acuerdo con las necesidades pastorales de cada lugar. Pero siempre se ha de luchar para que sean visitas profundas, con toda calma, con las personas que han participado en el estudio de la realidad. Igualmente se ha de ofrecer el tiempo necesario para conversar con aquellos laicos que lo pidan, sobre asuntos que tocan a la vida espiritual de los mismos y al bien de la parroquia.
Los laicos tienen el derecho de recibir con abundancia, de los sagrados pastores, los auxilios de los bienes espirituales de la Iglesia, en particular la Palabra de Dios y los Sacramentos. Que puedan manifestar sus necesidades y deseos con aquella libertad y confianza que convienen a los hijos de Dios y hermanos en Cristo. Conforme a la ciencia, la competencia y al prestigio que poseen, tienen la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su parecido acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia (LG 37).
La visita se manifiesta como una “búsqueda de la almas necesitadas de saberse amadas con generosidad y guiadas con seguridad” (Pablo VI, Discurso en el Laterano, al iniciar la Visita Pastoral de la Diócesis en Roma, 9 abril 1967).

c) Revisión y motivación de trabajos pastorales.


El Obispo considera deber suyo no solo estimular, alentar y aumentar las fuerzas que trabajan en la Diócesis, sino también coordinarlas entre sí, salvados siempre la libertad y los derechos legítimos de los fieles; así se evitan dispersiones dañosas, multiplicaciones inútiles, discordias mortales (Directorio para el ministerio pastoral de los Obispos, 27).
La Visita Pastoral ofrece al Obispo una ocasión feliz para estimular a todos los agentes de pastoral; para darse cuenta personalmente de las dificultades de la evangelización y de los trabajos apostólicos dentro del Plan Pastoral de la Diócesis; para revisar y revalorizar el programa de pastoral parroquial y diocesana; para reavivar las energías tal vez disminuidas.
La Visita Pastoral ofrece al Obispo una ayuda muy valiosa para que cumpla cada día mejor su «responsabilidad de discernir los carismas y fomentar los ministerios indispensables para que la Iglesia- Diócesis crezca hacia la madurez como comunidad evangelizadora, de tal manera que sea luz y fermento de unidad y liberación integral, apta para el intercambio con las demás Iglesias Particulares… (DP 647).
Servirá mucho también que los clérigos y demás agentes de pastoral de la parroquia tomen conciencia que la Visita Pastoral no debe tomarse como una “auditoría” o como una “fiscalización”, sino que es un medio importantísimo para su formación como pastores. Por eso se ha de procurar que en cada Decanato y parroquia haya participación directa y activa tanto en la preparación remota y próxima, como en la realización de la visita.
Puede suceder que la Visita Pastoral sea un medio que ayude a algunos sacerdotes a superar el aislamiento y la frustración, porque en un plan de conjunto su labor les permite experimentar que su tarea les incorpora a toda la Diócesis. Que su ministerio individual es parte importante dentro del ministerio comunitario diocesano.

d) Un signo de la comunión eclesial


Cada Parroquia forma parte de esa red de comunidades eclesiales que constituyen la Iglesia de Cristo en todo el mundo, organizado en Iglesias Particulares. Podríamos hacer cierta analogía con el significado de la Visita «ad limina apostolorum»:
Dice la Constitución apostólica «Pastor Bonus» de Juan Pablo II en el Anexo I:
“Son realización visible de ese movimiento o circulación entre Iglesia universal e Iglesias particulares, que teológicamente se puede definir como una cierta –pericóresis-, o bien se puede comparar con el movimiento de diástole-sístole, por el que la sangre fluye del corazón hacia las extremidades del cuerpo y e estas vuelve al corazón” (n 2).
En el caso de la Visita Pastoral, se trata del encuentro entre el Obispo, enlace de esa comunidad con los Apóstoles y con la Iglesia Universal, y el párroco y equipo de sacerdotes responsables de una porción de esa Iglesia particular.
La Exhortación Apostólica «Pastores Gregis» en el n. 57 repite y precisa los mismos datos, con muchas referencias patrísticas. Añade la comparación de la visita con la “savia vital que viene de Cristo y une todas las partes como la savia de la vid llega a todos los sarmientos” (Jn 15,5). Esto se pone de manifiesto sobre todo en la Celebración Eucarística: cada Eucaristía se celebra en comunión con el propio Obispo, con el Romano Pontífice, y con el Colegio Episcopal y, a través de ellos, con los fieles de cada Iglesia particular y de toda la Iglesia, de modo que la Iglesia universal está presente en la particular y ésta se inserta, junto con las demás Iglesias particulares, en la comunión de la Iglesia universal.

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