Al conocer la triste noticia del fallecimiento de D. Adolfo Suárez, expresidente del Gobierno de España, les expreso mi afecto y condolencias, en nombre de todos los obispos miembros de la Conferencia Episcopal Española.
D.
Adolfo nos deja como político un gran testimonio para la vida pública. Con
discreción, y al mismo tiempo con firmeza, fue un hombre de profundas
convicciones cristianas que también en su vida privada fueron decisivas para
afrontar con entereza y esperanza numerosas dificultades personales.
España
le debe mucho, por su contribución singular a la reconciliación y a la
recuperación de las libertades fundamentales y a la democracia, en una etapa
histórica particularmente importante de la que todos somos beneficiarios. No
podemos olvidar que, entre otras muchas cosas, fue con él como Presidente del
Gobierno, cuando en 1979, se firmaron los Acuerdos entre la Santa Sede y el
Estado español, que constituyen el marco normativo en el que se vienen
desarrollando eficazmente las relaciones entre la Iglesia y el
Estado.
En
estos momentos de dolor, elevamos a Dios nuestra oración por su eterno descanso
y, particularmente, al compartir con D. Adolfo Suárez la condición de abulense,
le pido a la Virgen, Nuestra Señora de Sonsoles, que conforte a sus
familiares.
Mons.
D. Ricardo Blázquez Pérez
Arzobispo de Valladolid
Presidente de la Conferencia Episcopal Española
Arzobispo de Valladolid
Presidente de la Conferencia Episcopal Española
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