De las Conferencias de santo Tomás de Aquino,
presbítero
(Conferencia 6 sobre el Credo)
EN LA CRUZ HALLAMOS EL EJEMPLO DE TODAS LAS
VIRTUDES
¿Era necesario que el Hijo de Dios
padeciera por nosotros? Lo era, ciertamente, y por dos razones fáciles de
deducir: la una, para remediar nuestros pecados; la otra, para darnos ejemplo de
cómo hemos de obrar.
Para remediar nuestros pecados, en efecto, porque en
la pasión de Cristo encontramos el remedio contra todos los males que nos
sobrevienen a causa del pecado.
La segunda razón tiene también su
importancia, ya que la pasión de Cristo basta para servir de guía y modelo a
toda nuestra vida. Pues todo aquel que quiera llevar una vida perfecta no
necesita hacer otra cosa que despreciar lo que Cristo despreció en la cruz y
apetecer lo que Cristo apeteció. En la cruz hallamos el ejemplo de todas las
virtudes.
Si buscas un ejemplo de amor: Nadie tiene más amor que el que
da la vida por sus amigos. Esto es lo que hizo Cristo en la cruz. Y por esto, si
él entregó su vida por nosotros, no debemos considerar gravoso cualquier mal que
tengamos que sufrir por él.
Si buscas un ejemplo de paciencia,
encontrarás el mejor de ellos en la cruz. Dos cosas son las que nos dan la
medida de la paciencia: sufrir pacientemente grandes males, o sufrir, sin
rehuirlos, unos males que podrían evitarse. Ahora bien, Cristo, en la cruz,
sufrió grandes males y los soportó pacientemente, ya que en su pasión no
profería amenazas; como cordero llevado al matadero, enmudecía y no abría la
boca. Grande fue la paciencia de Cristo en la cruz: corramos también nosotros
con firmeza y constancia la carrera para nosotros preparada. Llevemos los ojos
fijos en Jesús, caudillo y consumador de la fe, quien, para ganar el gozo que se
le ofrecía, sufrió con toda constancia la cruz, pasando por encima de su
ignominia.
Si buscas un ejemplo de humildad, mira al crucificado: él, que
era Dios, quiso ser juzgado bajo el poder de Poncio Pilato y morir.
Si
buscas un ejemplo de obediencia, imita a aquel que se hizo obediente al Padre
hasta la muerte: Como por la desobediencia de un solo hombre -es decir, de Adán-
todos los demás quedaron constituidos pecadores, así también por la obediencia
de uno solo todos quedarán constituidos justos.
Si buscas un ejemplo de
desprecio de las cosas terrenales, imita a aquel que es Rey de reyes y Señor de
señores, en el cual están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la
ciencia, desnudo en la cruz, burlado, escupido, flagelado, coronado de espinas,
a quien, finalmente, dieron a beber hiel y vinagre.
No te aficiones a
los vestidos y riquezas, ya que se reparten mi ropa; ni a los honores, ya que él
experimentó las burlas y azotes; ni a las dignidades, ya que, entretejiendo una
corona de espinas, la pusieron sobre mi cabeza; ni a los placeres, ya que para
mi sed me dieron vinagre.
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