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viernes, 15 de noviembre de 2013

Un Tartiere por conde de Santa Bárbara

 
 
El conde de Santa Bárbara seguirá siendo un Tartiere. El abogado José María Abando Tartiere, bisnieto de José Tartiere Lenegre y IV conde de Santa Bárbara, se ha cambiado el orden de sus apellidos para que este título nobiliario, otorgado al industrial en 1922 por sus servicios al país, continúe ligado a la casa. El conde de Santa Bárbara, ovetense de 58 años, recibió el título tras el fallecimiento de su madre, María del Camino Tartiere Barthe, el 5 de enero de 2010. Precisamente, con el cambio en el orden de sus apellidos cumple José María Tartiere con un deseo de ésta, quien deseaba que se mantuviera ese vínculo entre el título y su familia.
"Es un título que le dieron a mi bisabuelo por su profesión y sus aportaciones al país, y creíamos, tanto mi madre como yo, que el conde de Santa Bárbara debería seguir siendo un Tartiere", explica el conde. Un nexo que se mantendrá al menos una generación más, ya que el cambio en el orden de los apellidos también implica a los hijos de José María Tartiere. Así, la heredera natural del condado es su hija mayor, María Candelaria Tartiere Plaza.
Y es que toda la familia está especialmente orgullosa de un título que reconoció las innegables aportaciones de José Tartiere Lenegre al país. Fundador de más de 50 empresas, entre ellas el desaparecido diario La Voz de Asturias o la Sociedad de Ferrocarriles Vasco-Asturiana, su carácter emprendedor queda de manifiesto con una anécdota que revela el hermano del actual conde, Raimundo Abando: "Cuando recibió el título de Conde de Santa Bárbara, de manos del rey Alfonso XIII, dicen que José Tartiere, tras agradecérselo mucho, le comentó al monarca que mejor le regalaba un kilómetro de vías de ferrocarril".
La localización y denominación del título se deben a que José Tartiere Lenegre residió gran parte de su vida en Lugones, donde fundó la Sociedad Santa Bárbara, que construyó la fábrica de pólvora de la localidad. Según explica el cronista de Lugones y autor del libro "Radiografía de mi pueblo", José Antonio Coppen, Tartiere Lenegre fue el gran benefactor de Lugones, propiciando tanto el auge industrial que experimentó la localidad durante el siglo XX como numerosas conquistas sociales, que supusieron asimismo mejoras notables en la calidad de vida de los lugonenses.
Tartiere fundó, junto a otras seis personas, la Sociedad Santa Bárbara en 1880. Este sería el germen tanto de la fábrica de pólvora de Lugones como de la de explosivos en Cayés (Llanera).
En los terrenos de esa fábrica, hoy convertidos en el parque de La Acebera, edificó Tartiere Lenegre una gran casa familiar, derruida unos pocos años atrás. "Aquella casa era un gran museo", rememora el actual conde de Santa Bárbara.
En paralelo, Tartiere Lenegre construyó unas escuelas para niños, edificadas en 1895 y ampliadas tres años después, y viviendas para los empleados de la fábrica de pólvora, localizadas como la suya propia en el recinto de la fábrica. En los primeros años del siglo XX, Tartiere Lenegre construyó unas nuevas escuelas en Lugones.
La generosidad de Tartiere, de hecho, era conocida en la localidad, y su carácter emprendedor traspasaba fronteras. A su muerte, el 18 de abril de 1927, se sucedieron los homenajes y las muestras de duelo, especialmente en Lugones y Oviedo, de donde era hijo adoptivo.
Tal y como explica el conde actual, tras el fallecimiento de José Tartiere Lenegre el título nobiliario pasó a manos de su hijo, José Tartiere de las Alas Pumariño, quien heredó además el carácter emprendedor de su padre.
Tras la muerte del patriarca, la familia tuvo que dejar la residencia lugonense al no poder adquirirla. Se trasladaron a Oviedo, a una casa con una ubicación privilegiada. "Estaba situada en plena calle Uría, y después pasó a ser Galerías Preciados", rememora José María Tartiere, que se crió allí con sus hermanos. La familia, no obstante, conserva aún una casa en las cercanías del parque, en otra muestra del vínculo perenne que mantienen los Tartiere con el pueblo de Lugones.
En 1969, a la muerte de José Tartiere de la Alas Pumariño, heredó el título su hija, María del Camino Tartiere Barthe, madre del actual conde, de gran calidad humana a decir de sus contemporáneos, y que fue una figurada destacada en la lucha contra el cáncer. De hecho, en 1977 accedió al cargo de presidenta en Asturias de la Asociación española de la lucha contra el cáncer.
Ya al final de su vida, Camino Tartiere asistió con felicidad al homenaje de Lugones a José Tartiere Lenegre en el 80.º aniversario de su fallecimiento. Un evento que congregó a toda la familia Tartiere, cuyos miembros recuerdan esos días con gran cariño.
Ahora, el actual conde de Santa Bárbara ha completado su particular homenaje a su bisabuelo, y también a su madre, ligando el título al apellido Tartiere. Pese a todo, el peso de la tradición no afecta al conde: "Lo de tener un título nobiliario lo llevo con total normalidad. Ya no es como antiguamente. Aunque sí que siento orgullo al pensar que fue un título que le dieron a mi bisabuelo por todo lo que hizo, por sus logros y por sus servicios al país. En este sentido, no es un título al uso. Y creo que le da más valor".

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