Dios mío, ven en mi auxilio.
Señor date prisa en socorrerme…Buenos dias, Señor a Tí el primero…Oh Dios, Tú
eres mi Dios, por tí madrugo, mi alma está sedienta de Tí…
Perdone…
¿Si…?
Es que está usted en
mi sitio…
¿Como?
Que está usted en mi
banco
¿Este banco es
suyo?
Si, siempre me
siento ahí…¿me permite?
Por
supuesto
He aquí un
obstáculo a la Nueva Evangelización
Esta conversación
tuvo lugar hace unos dias en mi parroquia. Era yo quién procuraba comenzar la
oración, como todas las mañanas. La persona que me interrumpió se casó en la
parroquia y ha venido todos los dias desde entonces a misa. Hace poco celebró
sus bodas de oro. Es alguien de absolutísima confianza y con una vida cristiana
acrisolada. Pero que considera que el banco es suyo porque siempre se ha sentado
en él.
Por supuesto que me
cambié de banco, de hecho acabé haciendo mi oración en el presbiterio, único
lugar del que no me puede echar nadie, salvo mi obispo. Pero luego dicen que si
los curas estamos alejados de la gente…
Aquella
escena terminó con una IDEA CLARA Y DISTINTA en mi mente, como diría el bueno de
Descartes:
Hay que demoler
la parroquia
No me he vuelto un
jacobino de repente, ni un antisistema. Reconozco que una vez más he empleado un
titular morboso para atraer vuestra atención. Ya que casi nadie me lee, ni
siquiera por misericordia, trato de que lo hagáis al menos por
curiosidad.
El tema es el
siguiente. La anécdota que he contado es solo eso, una anécdota, pero realmente
veo que en las parroquias hay un obstáculo grandísimo a la Nueva Evangelización
que está ¡dentro!, no fuera, de la parroquia: me explico.
Cuando llegué a San Antonio, hace dos
años me encontré una parroquia… envejecida. Cuando me hicieron párroco de San
Pio, hace un año, lo que me enconaré fue una parroquia…cansada. He estado
tentado de emplear la palabra “muerta” por “envejecida” o “cansada”, pero no,
porque una parroquia, mientras siga celebrando la Eucaristía no está
muerta. Pero puede estar enferma. Gozar de poca
salud.
Es evidente que
ambas parroquias necesitaban renovarse. Ambas habían vivido en el siglo pasado,
siglo XX, momentos de esplendor e incluso de un crecimiento explosivo. Pero
ahora están estancadas y como no se haga algo seguirán disminuyendo, no
creciendo.
El problema es que
todo el mundo espera que vuelva lo de antaño o que se mantenga lo que hay.
Nadie espera que se pueda hacer
algo nuevo, que se pueda avanzar, que se puedan hacer cosas
nuevas.
En San Pio, Iglesia
en la que caben 1000 personas, celebrábamos 4 misas los domingos, la que más
mediovacía. Sumadas a las 5 misas de San Antonio (todas llenas, pero es que no
caben más de 150) suponen , junto con la misa en el Hospital un total de 10
misas todos los domingos, en un radio de 500 metros.
Lógicamente se me
ocurrió reducir el número de misas. No para mayor comodidad de los sacerdotes
sino para poder dedicar el domingo a estar con la gente, apoyar la catequesis,
la escuela de padres, etc, en vez de estar ocupado dando vueltas de misa en misa
mediovacías.
En San Pio
propuse juntar dos misas en una y convertir dos misas medio vacías en una misa
llena, con
gente jóven, coro y con la posibilidad de poder empezar a pensar en tener un
mínimo sentido de comunidad. En la cabeza tenía el significado propio de la
Eucaristía dominical como centro de la vida de la comunidad. No trabajar menos.
La variación mayor de horario entre lo anterior y lo nuevo era de media
hora.
Me has hecho
polvo con el cambio de horario, porque yo siempre he venido a misa de 11, 30
para que me de tiempo a hacer la comida…
Qué horario mas
malo, me tengo que levantar un cuarto de hora antes para poder arreglar a los
niños y llegar…
Nos has
fastidiado, porque el coro siempre ha ensayado a tal hora y ahora tenemos que
cambiar…
Estas son solo
algunos de los comentarios que me han hecho algunos de mis feligreses, los mas
“comprometidos”, todo hay que decirlo.
Siempre se ha
hecho así
Esa frase
concentra en si misma todo lo que obstaculiza la Nueva
Evangelización. Ni la cultura postmoderna, ni la secularización de la
sociedad, ni el laicismo o anticlericalismo, ni nada… el inmovilismo dentro de
la Iglesia.
Esto nunca se ha
hecho
Otra cara de la
misma moneda.
Yo me
resisto a crear un Consejo Pastoral donde no lo hay y a reunirme donde
lo hay. Si todo el consejo que voy a recibir es esto siempre se ha hecho así
o esto nunca se ha hecho o Uy, esto no va a funcionar… no necesito ningún
consejo. ¿Porqué sostener una estructura que mas que ayudar lo que hace es poner
palos en las ruedas? Hay que demoler la parroquia.
Hace poco he estado en Tierra Santa. He
observado que casi todos los lugares santos están señalados por una edificación
que, ¡claramente!, no es de los tiempos de Jesús, pero que sí señala el lugar en
el que desde los primeros tiempos ha habido una comunidad cristiana reunida en
torno. Hay diferentes estratos: paleocristianos, bizantinos, cruzados, modernos,
etc. eso significa que a cada construcción ha seguido una demolición, un
reforzamiento y ampliación de cimientos y la construcción de un templo más
grande, más adaptado a cada época,…pero siempre en el mismo sitio, por la misma
comunidad y para el mismo fin.
Esta puede ser una buena imagen de lo
que quiero decir con que hay que demoler. Si quiero poner
cimientos, reforzarlos y ampliarlos para volver a construir, primero hay que
demoler algunas cosas.
Por que si no, se caen solas, y el derrumbe me pilla dentro.
Por que si no, se caen solas, y el derrumbe me pilla dentro.
Juan Luis Rascón Ors
No hay comentarios:
Publicar un comentario