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lunes, 6 de mayo de 2013

Reflexión de nuestro Párroco sobre las Primeras Comuniones


ADIÓS, MIS QUERIDOS “MURCIÉLAGOS”, ADIÓS
Un año más, de hoz y de coz nos vemos este Mayo en “las comuniones”. Mininovias y almirantitos; emocionadas abuelas, pimpiretas madres y orgullos padres que presumirán de sus guapísimas y elegantísimos “murciélagos” (el que no conozca “la parábola” que pregunte; y, sino, la hubiese conocido viniendo a misa).
Con el Realismo del cuento de Clarín,  otro año más se acerca esta Parroquia a la cruda realidad que nos sobrepasa cada curso, cuando, después la Primera (y para muchos la última) Comunión, nos tenemos que despedir de “nuestros niños”; donde, después del bodorrio y la tontería, tenemos que decirles adiós a la mayoría, secuestrados por unos padres en muchos casos más inmaduros e incoherentes que la inocencia de sus propios hijos.
Tras tres años de “cate”, el párroco, las catequistas y la gente que les ha acompañado en la misa de los domingos nos veremos privados, otra vez más, de sus  sonrisas e ingenuidades, de su alegría y espontaneidad;  de la amistad que la relación ha forjado en el tiempo cada domingo “tomados de la mano” y buscando asirnos a la del Buen Pastor.
Y, salvo algunas excepciones (cada vez más, gracias a Dios) perderemos la pista de nuestros queridos “murciélagos”, muchos de los cuales tendrán finalmente rubor (por mala conciencia impuesta) para saludarnos por la calle o en casuales y fortuitos encuentros.
Se irán como “la Cordera” de Rosa y Pinín al matadero de la vida en un tren sin retorno y a toda velocidad; con un billete pagado por sus modernísimos padres y se olvidarán de los que les hemos querido, acompañado y desgastado felizmente con ellos en sus ilusiones de cada domingo. Y quizá, si Dios quiere, nos tropezaremos cualquier día más tarde en algún rincón del instituto a la hora del recreo, en su efervescente adolescencia marcada por el acné y “la llamada de la selva”, mientras tonteando con su chica/o, verán pasar al cura y recodarán en un instante  y con cierta vergüenza lo bien que lo pasaron en “el cate” o el Campamento Parroquial antes de ser “secuestrados” por sus “tolerantes” padres para vivir la supervivencia de “Darwing”.
A Dios Gracias, repito, cada vez son más lo que se quedan y siguen creciendo “nuestros” y de Jesucristo…: ¿Estará empezando a imperar el sentido común cuando en este tiempo más nos aprieta el zapato en tantas cosas…?

Joaquín Manuel Serrano Vila

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