Al finalizar la Misa, el Papa ha felicitado personalmente a cada uno de los cardenales y después en el jeep ha recorrido los pasillos de la plaza de San Pedro para saludar y bendecir a los fieles que abarrotaban la Plaza de San Pedro. Después se ha trasladado a la logia central de la Basílica para impartir la bendición Urbi et Orbi.
El Urbi et Orbi se imparte durante el año sólo en dos ocasiones, el domingo de Pascua y el día de Navidad, 25 de diciembre. Esta bendición confiere la indulgencia plenaria bajo las causas previstas por la iglesia y los efectos se cumplen para los fieles que la reciben con fe y devoción en la Plaza de San Pedro y a todos los que la escuchan a través de los medios de comunicación. El Papa ha sido asistido por el cardenal protodiácono Jean-Louis Tauran y el arcipreste de la Basílica de San Pedro, el cardenal Angelo Comastri.
Así,en su mensaje Urbi et Orbi, Francisco ha pedido por la paz en Oriente Próximo «en particular entre israelíes y palestinos, que tienen dificultades para encontrar el camino de la concordia, para que reanuden las negociaciones con determinación y disponibilidad, con el fin de poner fin a un conflicto que dura ya demasiado tiempo». También ha solicitado la paz para que en «Iraq cese definitivamente toda violencia, y, sobre todo, para la amada Siria, para su población afectada por el conflicto y los tantos refugiados que están esperando ayuda y consuelo».
Además, ha rezado por la paz en África que es «escenario aún de conflictos sangrientos», por Malí «para que vuelva a encontrar unidad y estabilidad», por Nigeria «donde lamentablemente no cesan los atentados, que amenazan gravemente la vida de tantos inocentes, y donde muchas personas, incluso niños, están siendo rehenes de grupos terroristas», por el este de la República Democrática del Congo y laRepública Centroafricana «donde muchos se ven obligados a abandonar sus hogares y viven todavía con miedo»
También, ha solicitado la paz en Asia «sobre todo en la península coreana, para que se superen las divergencias y madure un renovado espíritu de reconciliación». Así, el Papa Francisco ha solicitado por la «paz a todo el mundo, aún tan dividido por la codicia de quienes buscan fáciles ganancias, herido por el egoísmo que amenaza la vida humana y la familia, desgarrado por la violencia ligada al tráfico de drogas y de personas y la explotación inicua de los recursos naturales» y ha agregado: «Paz a esta tierra nuestra» para que «Jesús Resucitado traiga consuelo a quienes son víctimas de calamidades naturales» así como ser «custodios responsables de la creación».
El Pontífice ha señalado que es una «gran alegría» al comienzo de su ministerio poder anunciar que «Cristo ha resucitado» y ha destacado que querría «llegar a todas las casas, a todas las familias, especialmente allí donde hay más sufrimiento, en los hospitales, en las cárceles» para llegar «sobre todo al corazón de cada uno, porque es allí donde Dios quiere sembrar esta Buena Nueva».
En este sentido, el Papa ha remarcado «Jesús ha resucitado, hay esperanza para ti, ya no estás bajo el dominio del pecado, del mal. Ha vencido el amor, ha triunfado la misericordia» y ha explicado que el evento de la resurrección significa que «el amor de Dios es más fuerte que el mal y la muerte misma, significa que el amor de Dios puede transformar nuestras vidas y hacer florecer esas zonas de desierto que hay en el corazón».
Además, el Pontífice ha destacado que «Jesús no ha vuelto a su vida anterior, a la vida terrenal, sino que ha entrado en la vida gloriosa de Dios y ha entrado en ella con nuestra humanidad» y así «ha abierto a un futuro de esperanza» porque la Pascua es «el paso del hombre de la esclavitud del pecado, del mal, a la libertad del amor y la bondad. Porque Dios es vida, sólo vida, y su gloria es el hombre vivo».
A su vez, el papa Francisco ha remarcado que como «Cristo murió y resucitó una vez para siempre y por todos, pero el poder de la resurrección, este paso de la esclavitud del mal a la libertad del bien, debe ponerse en práctica en todos los tiempos, en los momentos concretos de la vida, en la vida cotidiana» ya que el ser humano debe atravesar ‘desiertos’ también hoy.
En concreto, el Pontífice ha destacado que el hombre debe atravesar «sobre todo el desierto que está dentro de él, cuando falta el amor de Dios y del prójimo, cuando no se es consciente de ser custodio de todo lo que el Creador ha dado y da» pero ha agregado que «la misericordia de Dios puede hacer florecer hasta la tierra más árida, puede hacer revivir incluso a los huesos secos».
En este sentido, el papa Francisco ha invitado a todos a «acoger la gracia de la Resurrección de Cristo» para dejarse «renovar por la misericordia de Dios». «Dejemos que la fuerza de su amor transforme también nuestras vidas; y hagámonos instrumentos de esta misericordia, cauces a través de los cuales Dios pueda regar la tierra, custodiar toda la creación y hacer florecer la justicia y la paz», ha señalado.
Así, el Pontífice ha pedido a Jesús resucitado transformar «la muerte en vida, que cambie el odio en amor, la venganza en perdón, la guerra en paz. Sí, Cristo es la paz» y ha implorado que por medio de él «la paz para el mundo entero».
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