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miércoles, 23 de enero de 2013

¿Por qué no puedo llevar a la parroquia el fotógrafo que quiero?

Por el Rvdo. Sr. Cura de la Parroquia Beata Ana María Mogas de Madrid
 
 
La gente en ocasiones se nos queja de que en algunas parroquias sólo permiten hacer fotos a algunos profesionales elegidos por ellos. Suelo decir que no me extraña. Porque cuando te ha tocado sufrir a fotógrafos que no saben estar en una celebración y que te la han liado, sobre todo si se trata de una parroquia de esas de muchas bodas, pues terminas diciendo que no siendo Fulano, Mengano o Perengano, que te niegas.
Les voy a contar tres o cuatro anécdotas que me han pasado con fotógrafos en celebraciones. Y luego me cuentan si es extraño que uno diga: espontáneos, no. Porque claro, yo no tengo demasiadas celebraciones “especiales” y me puedo permitir el lujo de reunirme con cada fotógrafo y aclararle cosas. Pero el compañero que tiene en su parroquia cinco o seis bodas cada fin de semana, no puede. Así que acaba diciendo que si no son estos, nada de nada.
Ahí van las anécdotas.
 
 
Una boda en parroquia de Madrid. Estamos en el ofertorio. De repente veo que el fotógrafo sube al presbiterio, se coloca a mi lado en el atar, me da con el codo para que me aparte, y me dice… ¿le importa? Le dije: evidentemente que sí, baje del presbiterio y no vuelva a subir un solo escalón.
Bautizo en el pueblo. La pila bautismal, chiquitita. Imaginen: sacerdote, padres, padrinos y criatura. Y el fotógrafo viendo por dónde conseguía colarse para la foto. Justo cuando voy a empezar a bautizar me dice: ¿le importa apartarse un momento? Le dije: vale, pero entonces se quedan sin bautizo.
Otro bautizo de pueblo. En esta ocasión un señor grabando en video con una cámara enorme, de las de hace tiempo. La pila, como ya he dicho, chiquitita. Y el buen hombre no sabía por dónde meter la cámara para grabar el momento. Ya digo que una cámara enorme. Hasta que consiguió cargarse la cruz procesional que estaba al lado y que decidió aterrizar en la cabeza de un servidor.
Primeras comuniones. Madrid. Acabo la celebración y cuando me dispongo a retirarme hacia la sacristía me llega el fotógrafo u me dice: ¿Le importaría dar la comunión otra vez a dos niños, que no ha salido bien la foto? Ni respondí.
¿Entienden ahora por qué digo no me extraña que en parroquias con muchas celebraciones especiales sólo permitan trabajar a determinados profesionales?

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