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lunes, 29 de febrero de 2016

La Cuaresma y la Misericordia. Por el M.I. Sr. D. Benito Gallego Casado



En este tiempo litúrgico de la Cuaresma somos capaces de percibir con luces más claras que Dios nos ama y nos busca: “Volvéos a Mi de todo corazón”(Joel), escuchábamos el miércoles de ceniza. Es una apremiante invitación a la conversión.

En el Año Jubilar de la Misericordia adquiere un acento especial. El Papa Francisco nos propone en su mensaje cuaresmal “reflexionar sobre las Obras de Misericordia corporales y espirituales. Será, dice, un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina”.

Ser cristiano, no supone cumplir unos mandamientos, que sí; sino que consiste en seguir a Jesucristo y en tratar de corresponder a su amor. El cristiano es alguien “conquistado” por el amor misericordioso de Dios y, movido por ese amor (“el amor de Cristo nos urge” –exclama San Pablo–), reavivar la dimensión misionera y apostólica de la fe.
El primer paso de esa respuesta al amor de Dios es acoger llenos de estupor y de gratitud todo lo que supone la Creación y la Redención… Y el sí de la fe marca una luminosa historia de amistad con Jesucristo, que llena nuestra existencia y le da su más pleno sentido.

Cuaresma, tiempo de conversión a Dios: acogernos a su misericordia a través del Sacramento de la Reconciliación y de conversión a los otros, ejercitando las Obras de Misericordia. “Mediante las corporales –dice el Papa–tocamos la carne de Cristo en los hermanos, que necesitan ser alimentados, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar”. 

Que aprovechemos este tiempo de gracia. Que María, Madre de misericordia, nos guíe en este camino de conversión, que es también, como consecuencia, de esperanza y de alegría.

sábado, 27 de febrero de 2016

Domingo III de Cuaresma


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 13, 1-9

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?” Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas”.»

Palabra del Señor

viernes, 26 de febrero de 2016

Nuestro Arzobispo Emérito cumple 90 años


FELICIDADES DON GABINO 

``Siempre me he sentido acogido. Pese a los sinsabores de la vejez, prevalece en mí la alegría de vivir consagrado al servicio a la iglesia"


Cardenal Blázquez: «¿Por qué es necesario cambiar los acuerdos con la Santa Sede?»



(Cope) «Nos llena de perplejidad. Las elecciones dejaron una situación insólita en los últimos decenios.Tengo la impresión de que no se terminan de gestionar adecuadamente los resultados por parte de los partidos políticos».

Sobre los acuerdos con la Santa Sede, cuya revisión incluye el pacto alcanzado entre PSOE y Ciudadanos, Mon. Blázquez se pregunta; «¿por qué es necesario cambiarlos? ¿en qué se necesitan cambiar? ¿se trata de denunciarlos en totalidad?». Asegura que «pueden ser y deben ser revisados si es necesario» si bien afirma que «da la sensación que es un latiguillo, un recurso fácil. Me parece que esta cuestión tenemos que tratarla con seriedad».

El presidente de la CEE ha recordado que estos acuerdos «están firmados en la onda de la aprobación de la Constitución» y que según ellos, «el Estado es aconfesional, es decir, no tiene ninguna religión y que los ciudadanos tendremos la religión que creamos oportuna». Para ellos ha pedido «respeto» y que «el gobierno sirva a este ejercicio de libertad religiosa».

En esta línea, el purpurado deja claro que la «libertad religiosa es un derecho fundamental reconocido en el ámbito cultural en que nos movemos. Significa que cada ciudadano tiene derecho -tanto privadamente como asociadamente-, a vivir en el ámbito y la libertad religiosa y que nadie tiene derecho a imponerle el ejercicio de ninguna religión, ni impedírselo y que el Estado debe facilitarlo».

El también arzobispo de Valladolid ha asegurado «no entender» la eliminación de los nombres religiosos de los callejeros de algunas ciudades, como es el caso de Sevilla. «Si hay personas que tienen un significado importante para una ciudad o pueblo, ¿por qué no se va a mantener su memoria?«, se ha preguntado.» Un callejero es un mosaico con cuyas teselas se puede trazar la historia de una ciudad. A veces hay personajes importados que no tienen ninguna significación para un lugar determinado y que obedecen a modas que se imponen sin la suficiente reflexión».

El cardenal también ha recordado que en Italia se ha aprobado una ley sobre la convivencia de personas del mismo género y que «no se llama matrimonio». «¿Por qué se va a llamar matrimonio si ya tiene una determinación concreta en la forma de expresarnos, en el diccionario, en nuestra tradición lexicográfica? ¿Por qué se va a cambiar?. Es muy distinto llamar matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo que llamar una unión estable, también regulada jurídicamente. Pero que no se introduzcan corruptelas y una interrogante sobre la identidad misma del matrimonio que tiene siglos de historia».

En el ámbito económico, el cardenal Ricardo Blázquez se ha referido al sistema de asignación tributaria. «No es un impuesto propiamente dicho». «El ciudadano, con obligación de declarar, tiene la capacidad de asignar una mínima parte de los impuestos que paga. Eso es un respeto a la libertad religiosa y a sus derechos. Asignan a favor de la Iglesia no sólo los católicos practicantes, sino también otras personas a la luz del servicio que presta la Iglesia a la sociedad». En esta línea el cardenal ha recordado las palabras del Papa en las que asegura que 'tenemos que tender puentes y no levantar muros'. «La asignación tributaria es una forma concreta de colaborar los ciudadanos al servicio de las necesidades de la Iglesia que después repercute en beneficio para todos». Un sistema que ha definido como «correcto, que respeta la libertad religiosa y democrático».

24 horas con el Señor en Oviedo



La iniciativa del Santo Padre 24 horas con el Señor se celebrará durante los días 4-5 de marzo de 2016 en la Iglesia de las Esclavas de Oviedo (Exposición Permanente), correspondientes al viernes y sábado anteriores al domingo cuarto de Cuaresma, en el que se proclama la parábola del Padre Misericordioso, que acoge al hijo pródigo que marchó de casa.

El sacramento de la Reconciliación nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia y nos ofrece una fuente de verdadera paz interior.

Como el Papa afirma en la Bula de Convocación del Jubileo de la Misericordia, los sacerdotes confesores son un verdadero signo de la misericordia del Padre; participan de la misma misión de Jesús y son signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva. Los confesores han recibido el don del Espíritu Santo para el perdón de los pecados; son fieles servidores del perdón de Dios; acogen a los fieles como el padre en la parábola del hijo pródigo; están llamados a abrazar ese hijo arrepentido, que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado; deben salir al encuentro del otro hijo que se quedó afuera; no hacen preguntas impertinentes; son capaces de percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda y la súplica de perdón, están llamados a ser siempre el signo del primado de la misericordia.
Habrá confesores durante todo el el día y toda la noche.
El Párroco de Lugones estará en el Confesionario de 24´00h del día 4 a la 01´00h del día 5

24 horas con el Señor
Iglesia de las Esclavas
C/ Conde Toreno 4, Oviedo

Los cien años de un pastor bueno



Hace unos meses celebrábamos las bodas de oro episcopales de nuestro arzobispo emérito D. Gabino. En estos días vuelve a estar de celebración con la no desdeñable cifra de 90 años de vida. A su lado estamos con respeto y afecto y le deseamos larga vida con la ayuda del buen Dios. Pero hoy me resulta grato escribir unas letras sobre D. Damián Iguacén Borau. Él está en mi pórtico episcopal cuando llegué a Huesca con toda la inexperiencia de ser nuevo obispo a mis 48 años, a una tierra que no conocía y con unas gentes que nadie me había presentado. Esa incertidumbre que impone siempre lo desconocido ante un nuevo comienzo, quedó diluida con la acogida llena de bondad y de verdadero afecto fraterno por un obispo de 87 años, que son los que contaba D. Damián entonces. Un obispo joven que comienza sus primeros pasos, un obispo anciano que abre el tesoro de su corazón y su experiencia para ayudar al hermano recién llegado.

Me llamó la atención el hondo conocimiento que tenía de Huesca, de los sacerdotes, del obispo anterior D. Javier Osés. Un cúmulo de datos que le permitían tener una visión serena y mesurada de cuanto entre luces y sombras yo me iba a encontrar. Era mucho y bueno lo que pude ver en tantos curas, religiosos y laicos oscenses, pero también había cosas preocupantes que había que reorientar con prudencia, con gratitud ante lo vivido en el pasado, y con caridad resuelta para hacer lo que se debía de hacer.

Encontré siempre en D. Damián a ese hermano sabio, sencillo, hondamente creyente y fiel hijo de la Iglesia, que quería a su tierra, a su diócesis de procedencia que era la oscense, a las gentes que le vieron crecer, formarse como seminarista, ejercer sus primicias sacerdotales. Desde ese hermoso testimonio jamás me faltó el consejo que ponía luz en mis penumbras y ánimo ante mis retos. Por eso me enseñó a querer tanto a la tierra aragonesa, a las diócesis de Huesca y Jaca, y a todas sus gentes con sus virtudes y sus defectos, resaltando siempre lo positivo en todas ellas.

Su propia experiencia sacerdotal cuando él fue cura de Huesca, y la que luego recabó como obispo en varias diócesis, le permitían tener un acabado juicio comedido y sopesado, que se expresaba siempre con buen humor, el gracejo aragonés que nunca ha perdido, y la exquisita delicadeza en el trato. Por eso fue para mí ese hermano mayor que nunca tuve, que me ayudó tanto en esos primeros lances como obispo en mis andanzas de Huesca y Jaca.

Este verano le hice una visita en la residencia de las Hermanitas donde ahora vive. Fue un encuentro muy gozoso. Pudimos recordar con gozo y mucha gratitud esos momentos vividos juntos años atrás. Ahora desde Oviedo le tengo ese recuerdo con mucho afecto y le encomiendo a la Santina de Covadonga, que es como en Asturias veneramos a la Pilarica. A Ella que tanto cariño siempre derrocha cuando cada año nos regala un pequeño libro dedicado a la Virgen con el que nos felicita la Navidad.

Es un regalo llegar como él ha llegado a sus cien años. Su amor a Dios, a María, a la Iglesia y a la gente, hacen de él ese hombre bueno, que nos admira por su santidad sencilla vivida cotidianamente. Que cumpla muchos más, nuestro querido D. Damián. Los que Dios quiera. Y que lo sigamos celebrando. No falté a la cita de la celebración en la catedral oscense, donde le di mi abrazo de hermano pequeño lleno de agradecimiento. Era una dulce deuda que tenía con él, con la diócesis de Huesca y con el gesto fraterno del actual obispo D. Julián que tuvo a bien invitarme. Muchas felicidades, querido D. Damián, y que Dios le bendiga y le guarde.


+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

jueves, 25 de febrero de 2016


 SÁBADO 27 de FEBRERO
A las 13:00


``Fui forastero y me hospedasteis´´(Mt 25,35).              
La radicalidad del Evangelio en la vida de un sacerdote con hijos y ya "abuelo"
(adoptados en su infancia, tras un drama familiar)

 Testimonio del Rvdo. D. Ceferino Fernández Suarez,                  Párroco de Illas y la Peral

miércoles, 24 de febrero de 2016

Misa cantada y recital de música sacra


Sábado 27 de Febrero

A las 19:30

Misa cantada por el grupo vocal “In paradisum” 
(Antiguos escolanos de Covadonga)


Tras la misa, breve Concierto-Recital de música sacra

Coros parroquiales: elevar, no amenizar. Por Jorge Glez. Guadalix



Hace ahora como un año que inició su andadura la coral parroquial.Evidentemente, imperfecta, porque la suma perfección está solo en Dios y en un par de elegidos por el dedo de Dios para comprenderla y señalarla. No es nuestro caso. Qué se le va a hacer.

La coral parroquial ha alcanzado un más que notable nivel musical, nos ha deleitado ya con un par de conciertos y, de momento, está cantando en la misa mayor una vez al mes. No más porque para los participantes ensayar dos veces por semana y encima cantar cada domingo es mucho. Además, yo creo que no es bueno que el pueblo se acostumbre a ser simplemente “escuchador” -perdón por el palabro-, y por eso los demás domingos cantamos todos, que, por cierto, tenían que escuchar cómo suenan los kiries y el agnus de la misa de angelis en la parroquia.

Las dos primeras veces que la coral cantó en la misa parroquial, la cosa acabó con un sonoro aplauso. No me gusta, pero bueno, era al principio y la gente quiso agradecer y valorar su labor de esta manera. Vale. Ya me he encargado de que eso no vuelva a suceder. La verdad es que no tiene ningún sentido, ni es el mejor y mayor reconocimiento.

Este pasado domingo ha cantado la coral parroquial en la misa de las 13 h. Por supuesto que sin aplausos al final, que yo me encargo, y sin embargo creo que en esta ocasión la coral ha recibido su mayor reconocimiento. Porque fue acabar la celebración y muchos fieles se dirigieron a un servidor para expresarme su contentoporque gracias al esfuerzo de los cantores, habían podido vivir la misa con una intensidad especial, que habían rezado más, se habían sentido elevados a Dios, experimentaron una mayor altura en su espiritualidad. Y no solo en el momento, es que me han llegado no sé cuántos correos en el mismo sentido.

Ayer me hice presente en el ensayo para hacerles saber estas cosas. Les dije queesos testimonios son la prueba evidente de que la coral parroquial es lo que es y ha comprendido perfectamente el lugar de la música en la celebración: ayudar a la vivencia más plena del misterio pascual.

Los coros, corales, coritos, agrupaciones, rondas o conjuntos que cantan en una misa, no tienen como objeto principal ni secundario amenizar y entretener, que es lo que parece se lleva, y no digamos en misas con especial presencia de niños. Que se entretengan, se diviertan, lo pasen bien y para eso que den palmas, bailen, salten y muchas figuritas. No es eso. Ni es que en las misas parroquiales la música sirva para lucimiento de Mariloli y su guitarra, los bongos de Ramón, y la buena voluntad de los que no tienen otra cosa y a veces ni siquiera.

La música no es ni entretener a los fieles, que la mayor parte de las veces están de los nervios, ni un aguantar chorradas porque los cantores son así, hasta el punto de que todo va al revés: en lugar de que la música eleve a la comunidad y la introduzca en el misterio, es la comunidad la que aguanta los gorgoritos de Vanessa, los insufribles solos de guitarra de Jacinto y el esfuerzo de cantar a cuatro gritos mixtos de la rota garganta de doña Manuela, la falta de oído de Jesusa y el pecho hinchado de Pepe y Manolo.

La música es parte de la liturgia, por tanto, o bien hace su parte, que es apoyar, ayudar a santificar, hacer que la liturgia se viva más plenamente, o mejor misa rezada.

Dicho todo esto, la coral parroquial, este pasado domingo, y según el testimonio de muchos fieles, ha ayudado muchísimo a vivir la Eucaristía. Nada más que decir. Está cumpliendo perfectamente su misión.

martes, 23 de febrero de 2016

Camino de la Pascua: transfigurarnos con Él . Por Demetrio Fernández, obispo de Córdoba



La Cuaresma es camino hacia la Pascua, y nos encontramos ya en el segundo domingo. Domingo de la transfiguración del Señor. En el camino hacia la Pascua, en este segundo domingo se nos propone como un adelanto de la meta, al presentarnos a Jesús en su misterio de la transfiguración.

Subió Jesús a un monte alto. El monte, como lugar de elevación, de encuentro con Dios. Y se llevó consigo a tres de sus discípulos, no a todos: Pedro, Juan y Santiago.Estos serán testigos aquí y en otros momentos de esa cercanía e intimidad que Jesús viene a mostrarles para todos los hombres. Y en clima de oración, el aspecto de su rostro cambió (se transfiguró) y sus vestidos brillaban de blancos. Pedro y sus compañeros estaban como somnolientos y al despertarse con ese fulgor que salía de Jesús, exclama: «Qué bien se está aquí, Maestro». Una nube les cubrió a todos y se asustaron. Y en ese momento, Dios Padre les mostró a su Hijo amado.

Qué estampa más bonita, para la contemplación y la oración del tiempo cuaresmal. En esta Cuaresma Jesús quiere elevarnos de nivel, llevarnos consigo a su monte santo. No podemos continuar con una vida rastrera, a ras de tierra, topándonos cada día con los mismos problemas. Hemos de levantar el vuelo e ir con Jesús a lo alto, para mirar nuestra vida desde otra perspectiva, desde la perspectiva de Dios. Y si vamos con Él, Él nos muestra su identidad más profunda: Él es Dios, que ha tomado nuestra carne, nuestra vida. Y en esta carne nuestra nos ha mostrado la gloria de Dios. La gloria de Dios ya no es algo ajeno al hombre, la gloria de Dios se muestra en el rostro humano del Hijo amado y en el rostro de cada persona, especialmente de aquellos que sufren.

En esa relación profunda con Jesús, estamos llamados a experimentar una paz y un gozo que nadie más puede darnos: «Qué bien se está aquí», con Jesús, acogiendo la misericordia de Dios que nos trata como hijos, como amigos. Desde ese gozo y esa paz, estamos llamados a salir al encuentro de cada persona humana para anunciarle nuestra experiencia de Dios y la buena noticia de su salvación para todos. No podemos guardar lo que hemos visto y oído, lo que hemos experimentado junto a Él. Necesitamos comunicarlo, participarlo a otros. Este es el gozo del evangelio y de la evangelización. Esta es la urgencia misionera, que no pase la vida de los demás sin tener noticia de esta nueva vida y puedan disfrutarla cuanto antes.

El encuentro con Jesús, el Hijo amado del Padre, nuestro hermano mayor, que ha venido a la tierra para encontrarnos y salvarnos, es algo que cambia la vida. La experiencia de Dios misericordioso, que se ha revelado en el rostro humano de Jesús, es la pauta principal de la evangelización, que no se impone a nadie, sino que se propone amablemente, aunque a veces escuece.

A veces se plantea la vida cristiana como una carrera de obstáculos en la que prima nuestro esfuerzo. La Cuaresma entonces consiste en un conjunto de prácticas que hacen más austera nuestra vida y nos permiten adelgazar en el alma y en el cuerpo. También es algo de eso. Pero principalmente la Cuaresma es encuentro con Cristo, que es tentado y vence la tentación, con Cristo que en el monte se transfigura y manifiesta la gloria de Dios en su rostro humano, con Cristo que nos invita a subir con él a Jerusalén para participar de su Pascua, de su muerte y de su resurrección. La Cuaresma ante todo es tiempo de gracia y de salvación. Tiempo de misericordia, para alcanzarla y repartirla. Tiempo para ejercitarse en el amor al prójimo, actuando las obras de misericordia.

Subamos a Jerusalén con Jesús, vayamos y muramos con él para resucitar con él a una vida nueva.

lunes, 22 de febrero de 2016

La Cuaresma, tiempo de Misericordia



Con la celebración del miércoles de ceniza hemos dado comienzo a la Santa Cuaresma, ese tiempo especial de preparación de nuestro corazón para vivir la Pascua en su plenitud. Las lecturas de la Misa con la que inauguramos este ciclo nos dan las claves de por qué caminos hemos de andar:

*Convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto (Jl 2,12)

* En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios (2 Co 5, 20).

*Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial (Mt 6,1)

Tres citas tomadas de la primera lectura, de la Epístola y el evangelio del día de “Ceniza” que resumen la esencia y “lei motiv” que la Iglesia quiere vivir durante todo este año santo de la misericordia, que no es otro que recordarnos que el amor de Dios no tiene fin; que está ansiosos de que volvamos a casa, pero que a la vez nos da la libertad de hijos para decidir por nosotros mismos esa decisión y la ruta a seguir.

Vemos así intensificado en este tiempo jubilar, el sentido penitencial que la liturgia siempre ha tratado de preservar y potenciar; de reconocernos pecadores y necesitados de un perdón que nos es imprescindible para vivir en gracia, para seguir caminando y estar preparados cuando venga el esposo.

El Santo Padre en su mensaje cuaresmal, nos invita a enfrentarnos a este desierto repleto de tentaciones de la mano no sólo de las armas cuaresmales (ayuno, oración y limosna) sino también ayudados de las obras de misericordia como instrumentos para traducir nuestra fe sencilla en gestos concretos con los que edificar nuestra vida de seguidores de Jesús. Estas obras han de servirnos también para despertar nuestra conciencia social ante las duras realidades que la vida pone ante nosotros.

El catecismo de la Iglesia al describirnos estas obras nos dice en su número 2447 que las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf. Is 58, 6-7; Hb 13, 3). Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (cf Mt 25,31-46). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres (cf Tb 4, 5-11; Si 17, 22) es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios (cfMt 6, 2-4)

Que en esta Cuaresma nos encontremos realmente con el Señor, no sólo en el pobre, sino en el Jesús que tantas veces se halla sólo en el Sagrario como en su angustia de Getsemaní; que volvamos a Casa por mucha vergüenza que nos dé, pues a menudo preferimos comer las bellotas de los cerdos antes que tragarnos el orgullo de decirle al que de verdad nos quiere y nunca nos va a negar: misericordia Señor hemos pecado (Sal 50).

Rodrigo Huerta Migoya

Cope Oviedo cambia de frecuencia


A partir de esta semana, Cope Oviedo cambia de frecuencia. Del 90.7 FM que tenía hasta ahora, pasa al 97.9. El resto de frecuencias del Principado de la Cadena Cope se mantienen intactas. Este domingo, por lo tanto, desde Oviedo el informativo diocesano Iglesia Noticia podrá escucharse desde esta nueva frecuencia.

sábado, 20 de febrero de 2016

Evangelio Domingo II de Cuaresma



Lectura del santo Evangelio según San Lucas 9,28b-36


En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.»
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

Palabra del Señor

viernes, 19 de febrero de 2016

El cardenal Estepa reivindica la importancia de la asignatura de Religión



(EP) «Yo interpreto mi itinerario cristiano como una providencia de que existiera la enseñanza de Religión en la escuela», ha afirmado el cardenal Estepa durante la presentación del libro 'La catequesis en la misión de la Iglesia. Escritos catequéticos 1960-2010' (BAC) que se celebró este martes en el marco de las Jornadas de delegados de Catequesis.

Estepa ha defendido así la enseñanza de la Religión en las aulas, una institución, según ha lamentado, «tan olvidada a veces por los propios sacerdotes y obispos».

El cardenal ha contado que su vida quizá hubiera permanecido alejada de la Iglesia católica si no hubiera sido por la asignatura de Religión. Precisamente, ha recordado queél hizo la Primera Comunión a los 18 años gracias a haber elegido la enseñanza religiosa en el colegio. «Ese fue mi primer conocimiento del cristianismo», ha enfatizado.

El libro recoge un centenar de escritos sobre catequesis del cardenal Estepa publicados durante más de 50 años e íntimamente ligados al Concilio Vaticano II. El purpurado se ha detenido en este acontecimiento para destacar el «bien inmenso» que supuso para él el encargo de explicar el significado del Concilio que se iba a celebrar junto a un grupo de sacerdotes dirigidos por el cardenal Vicente Enrique y Tarancón y Mons. Casimiro Morcillo.
Catequizar España

«Teníamos un cierto pudor de hablar del Concilio Vaticano II como un impulso evangelizador. Algunos obispos mayores decían: '¿Cómo vas a decir que hay que evangelizar España?'. Y yo les contestaba: 'Bueno, déjeme decir que hay que catequizarla'», ha relatado, ante el medio centenar de personas presentes, entre las que se encontraban, entre otros, el Nuncio del Papa en España, Renzo Fratini, y el cardenal Antonio María Rouco Varela.

Precisamente, el Nuncio de Su Santidad en España ha puesto de relieve la«colaboración tan estrecha» que ha mantenido siempre Estepa con la Santa Sede y ha hecho un repaso por los encargos que recibió del Vaticano y que han «enriquecido» la catequesis española.

Durante el acto también ha intervenido el presidente de la Comisión Episcopal de Catequesis, monseñor Amadeo Rodríguez, para destacar que Estepa ha estado «en la brecha» de la animación catequética convirtiéndose en «uno de los protagonistas de la historia de la catequesis contemporánea».

Precisamente, ha recordado cómo San Juan Pablo II y el entonces aún cardenal Ratzinger recurrieron a él cuando se propusieron dar un impulso universal y de seriedad a la catequesis que «tan necesaria» ha sido desde los primero siglos del cristianismo y que ahora está volviendo a recuperar protagonismo, según ha indicado.

Por todo ello, Estepa es conocido como «el cardenal de la catequesis», tal y como ha destacado el director del secretariado de la Subcomisión de Catequesis y coordinador de la obra, Juan Luis Martín, quien ha explicado que la obra reúne un centenar de los escritos redactados por Estepa a lo largo de 50 años.

Las cartas de Juan Pablo II a una filósofa y los titulares amarillistas de la prensa irresponsable

Las cartas de Juan Pablo II a una filósofa y los titulares amarillistas de la prensa irresponsable

En la mañana del lunes, la BBC ha difundido un reportaje titulado "Las cartas secretas de Juan Pablo II" , que se refiere a la correspondencia que mantuvo con Anna-Teresa Tymieniecka, filósofa polaca radicada en EEUU, que formó parte del círculo de amistades del Papa durante 32 años. Lo acompaña con fotos de las habituales actividades de deporte de montaña y bosque que tanto gustaban al obispo Karol Wojtyla.

Muchos medios se han hecho eco de la noticia contitulares amarillistas e irresponsables, empezando por la misma versión en español de la BBC, que titulaba: "Las fotos y cartas que revelan la "intensa amistad" de 30 años del papa Juan Pablo II con una mujer casada".

Este titular de estilo sensacionalista, sugiriendo una relación impropia o sospechosa, ha sido copiada por la gran prensa española de forma nada profesional o bien directamente anticristiana. El Mundo titula: "Un centenar de cartas revela la "intensa" amistad de Juan Pablo II con una mujer casada". El País: "Varias cartas revelan la intensa amistad entre Juan Pablo II y una filósofa estadounidense. El Pontífice y Anna-Teresa Tymieniecka, casada y con tres hijos, estuvieron escribiéndose durante años".

Levante-EMV titula: Juan Pablo II mantuvo una "intensa amistad" con una mujer casada. El diario valenciano .Las Provincias titula: "Juan Pablo II mantuvo una «intensa» relación con una filósofa casada. Las misivas dan a entender que la universitaria estaba enamorada del cardenal Wojtyla", con un texto amarillo firmado por Colpisa/AFP.

El vice-director de la Sala de Prensa del Vaticano, Greg Burke, declaró este lunes ante esos titulares: «No hay que maravillarse de que Juan Pablo II haya tenido amistades estrechas con diversas personas, hombres y mujeres. Nadie puede sorprenderse de esta noticia». La Biblioteca Nacional de Polonia, donde se conservan estas cartas (a la que no tuvo acceso la BBC) declara en un comunicado: «Juan Pablo II estaba rodeado de un círculo de amigos eclesiásticos y laicos, con los que tenía un estrecho contacto. Este círculo incluía también a Anna Teresa Tymieniecka, pero la relación con ella no era ni confidencial ni excepcional».

Sobre la peculiar -y nada profesional- actuación de la prensa en este caso escribe Juan Bosco Martín Algarra en la información.com, en un artículo que reproducimos en ReL por su interés.

***

“Nada prueba que todos los periodistas de la BBC sean unos depredadores sexuales”

Supongamos que usted va a visitar a una amigo enfermo y le dice: "Manolo, tu mujer mantiene una intensa relación por Whatsapp con un hombre".


Supongamos que usted continúa diciendo: "Sé que se han intercambiado, al menos, un mensaje por semana. No me consta que haya faltado al compromiso matrimonial que mantiene contigo desde hace 30 años, pero te lo cuento nada más para que lo sepas".

Y entresacamos algunas frases de esos mensajes como "Tengo muchas ganas de verte", o "eres la bomba" o "te debo una, querido amigo", con sus correspondientes emoticonos de sonrisa, carcajada, tristeza con lagrimita, etc...

Podemos suponer cómo le va a sentar la convalecencia a nuestro amigo Manolo. Esta ha sido la reflexión de un veterano periodista, con más de tres décadas de oficio a las espaldas, cuando ha leído el siguiente titular en un medio prestigioso como la BBC: “Pope John Paul letters reveal intense friendship with woman´´ (Las cartas del papa Juan Pablo revelan una ‘intensa’ amistad con una mujer).

Por lo que leo en los comentarios, no pocos internautas se han molestado por ver elevado a categoría de noticia el simple hecho de que dos buenos amigos mantengan correspondencia.

Existen miles de medios de comunicación en el mundo, pero solo unos pocos se ganan el respeto casi unánime de la profesión periodística. La BBC, sin duda, está entre ellos.

La coletilla “según informa la británica BBC” o “según ha adelantado la CNN” garantiza en cualquier noticia un mínimo de credibilidad. Cosa que, para quien no lo sepa, concentra del mejor activo que puede atesorar un medio periodístico.

El uso del verbo ´revelar´ en el título de la noticia sobre el Papa da a entender que se ha descubierto algo secreto e importante. Tanto, que se va a emitir un reportaje especial en televisión sobre el tema.

El uso de las comillas simples en la palabra ‘intensa’ tampoco resulta baladí. Así se pretende transmitir que el significado de la palabra entrecomillada va más allá de su semántica ordinaria. El lector tiene todo el derecho de entender, por tanto, que la relación entre el Papa y la mujer era algo más que una amistad.

Cuando se dice que entre un hombre y una mujer existe “algo más que una amistad”, el común de los mortales concluye que se habla de una relación de tipo erótico o sexual. Algo que, como todo el mundo sabe, está prohibido para los sacerdotes católicos de rito romano.

Si además se adjuntan unas fotos (no sabemos si editadas o no) en las cuales aparece el protagonista en camiseta y pantalones cortos, atuendo claramente inusual y más en un pontífice, frente a una mujer más joven que sale de espaldas, resulta fácil aventurar la existencia de una relación prohibida. No me extraña que muchos lo hayan entendido así y lo hayan expresado en las redes.

En los primeros párrafosde la información de la BBC, en la que anticipa un programa especial que van a emitir esta noche, se aclara que “no se sugiere que el papa haya roto el celibato” que la Iglesia exige a sus sacerdotes.

Cualquier periodista con una breve experiencia sabe que el titular es la pólvora de la noticia, lo que permite activar el movimiento de la comunicación, lo que impulsa el mensaje hacia su destinatario final.

La noticia de marras tiene interés en tanto sugiere lo que luego niega: que el Papa rompió su voto de castidad, algo que la misma noticia desmiente en los primeros párrafos.

Me siento un poco defraudado porque siempre pensé que la BBC no necesitaba recurrir a esos trucos, tan tópicos como poco fiables, para acaparar algo legítimo y necesario en un medio de comunicación como es la audiencia.

jueves, 18 de febrero de 2016

1ª Charla Cuaresmal


 SÁBADO 27 de FEBRERO
A las 13:00


``Fui forastero y me hospedasteis´´(Mt 25,35).              
La radicalidad del Evangelio en la vida de un sacerdote con hijos y ya "abuelo"
(adoptados en su infancia, tras un drama familiar)

 Testimonio del Rvdo. D. Ceferino Fernández Suarez,                  Párroco de Illas y la Peral

Carta semanal del Sr. Arzobispo


Encararse con bondad: sembrar la esperanza

Plantarle cara a alguien es encararse con él, mirarlo de frente y decirle que no tenemos miedo de cuanto él nos muestra y restriega, ni de cuanto supone su chantaje o su amenaza. Plantar cara a una circunstancia es sacudirse la inercia que nos hace rehenes o pasivos moviéndonos a huir o a hacernos los distraídos, y comenzar a construir algo distinto que traiga una novedosa bondad. Y así reza el lema de la campaña de Manos Unidas en este año 2016: Plántale cara al hambre: siembra. No es simplemente un encararse como quien se enfada y denuncia, sino como quien sabedor de lo que hay ofrece una alternativa sembrando otra posibilidad.

El hambre es ese increíble reto que tenemos en la humanidad del siglo XXI, y que seguimos arrastrando como una lacra que nos deja indiferentes cuando nuestros estómagos llenos nos impiden comprender el drama de tantos millones de hermanos nuestros que sencillamente no tienen qué comer. Fue el hambre lo que empujó a aquellas mujeres pioneras, cristianas comprometidas con el Evangelio que sabían tener sus oídos en los latidos de Dios y abrazar con sus manos las tragedias de los hombres. Eran mujeres de Acción Católica que hace ya más de cincuenta años se pusieron manos a la obra de esta aventura de unidad y solidaridad cristiana.

Fue en el lejano 1955 cuando una organización mundial de mujeres católicas elaboró un manifiesto célebre en el que decían: “Sabemos, y queremos que se sepa, que existen soluciones de vida, y que si la conciencia mundial reacciona, dentro de algunas generaciones las fronteras del hambre habrán desaparecido...” Y concluía diciendo aquella famosa proclama que dio la vuelta al mundo y se hizo el motivo de todas sus campañas: “Declaramos la guerra al Hambre”. Las mujeres de Acción Católica Española respondieron a este llamamiento que denunciaba el “hambre de pan, de cultura y de Dios que padece gran parte de la humanidad”. Esas eran entonces –y siguen siéndolo– las hambres que dejaban inanes a tantos hombres y mujeres, a tantos niños y ancianos: el hambre de pan, de cultura y de Dios, que produce un mundo insolidario y vacío.

Lo decía la recordada Mary Salas, primera presidenta que fue de Manos Unidas: “El día en que los hombres decidan que no haya más hambre sobre la capa de la tierra, no la habrá. Supone una toma de conciencia semejante a la de la abolición de la esclavitud. Será un mundo nuevo”. Y uno alberga la esperanza de que no sólo Martin Luther King sorprendiese al mundo contándonos su sueño de un mundo diferente tal y como Dios lo pensó, sino que cada uno de nosotros seamos los hacedores de ese pequeño terruño en donde del tiempo y el espacio que dependen de mí, ahí pueda nacer el trocito de mundo nuevo que llena de credibilidad mi esperanza.

Sembrar todo aquello que permite reconstruir la libertad, la dignidad, el trabajo, la seguridad, la paz y cualquier tipo de verdadero progreso en bien de la humanidad tan herida y diezmada. Cuando miramos las cicatrices mal curadas por las que tantos hombres y mujeres se siguen desangrando con sus heridas abiertas, es cuando Dios nos emplaza a sembrar con paciencia las semillas de la paz, del amor, de la esperanza, de la fe. La humanidad y cada uno de los pueblos necesitan ver crecer esas semillas dentro de sus historias y de sus territorios.

No sólo de pan vive el hombre, nos dice Jesús (Mt 4,4). Por eso hemos de sembrar el trigo, pero también tantas cosas que nutran el corazón que nos hace amables, la inteligencia que nos da razones, la fe de la auténtica religiosidad. Por todo esto hay que ayudar económica y moralmente a Manos Unidas.


+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

HOMILÍA DEL SANTO PADRE



SANTA MISA CON SACERDOTES, RELIGIOSAS, RELIGIOSOS,
CONSAGRADOS Y SEMINARISTAS

Morelia
Martes 16 de febrero de 2016

Hay un dicho entre nosotros que dice así: «Dime cómo rezas y te diré cómo vives, dime cómo vives y te diré cómo rezas», porque mostrándome cómo rezas, aprenderé a descubrir el Dios que vives y, mostrándome cómo vives, aprenderé a creer en el Dios al que rezas»; porque nuestra vida habla de la oración y la oración habla de nuestra vida. A rezar se aprende, como aprendemos a caminar, a hablar, a escuchar. La escuela de la oración es la escuela de la vida y en la escuela de la vida es donde vamos haciendo la escuela de la oración.

Y Pablo, a su discípulo predilecto Timoteo, cuando le enseñaba o lo exhortaba a vivir la fe le decía: «Acordáte de tu madre y de tu abuela». Y a los seminaristas, cuando entraban al seminario, muchas veces me preguntaban: «Padre, pero yo quisiera tener una oración más profunda, más mental». «Mirá, seguí rezando como te enseñaron en tu casa y después, poco a poco, tu oración irá creciendo, como tu vida fue creciendo». A rezar se aprende, como en la vida.

Jesús quiso introducir a los suyos en el misterio de la Vida, en el misterio de su vida. Les mostró –comiendo, durmiendo, curando, predicando, rezando– qué significa ser Hijo de Dios. Los invitó a compartir su vida, su intimidad y estando con Él, los hizo tocar en su carne la vida del Padre. Los hace experimentar en su mirada, en su andar la fuerza, la novedad de decir: «Padre nuestro». En Jesús, esta expresión, «Padre Nuestro», no tiene el «gustillo» de la rutina o de la repetición, al contrario, tiene sabor a vida, a experiencia, a autenticidad. Él supo vivir rezando y rezar viviendo, diciendo: «Padre nuestro».

Y nos ha invitado a nosotros a lo mismo. Nuestra primera llamada es a hacer experiencia de ese amor misericordioso del Padre en nuestra vida, en nuestra historia. Su primera llamada es a introducirnos en esa nueva dinámica de amor, de filiación. Nuestra primera llamada es aprender a decir «Padre nuestro», como Pablo insiste: «Abba».

¡Ay de mí sino evangelizara!, dice Pablo. ¡Ay de mí!, porque evangelizar —prosigue— no es motivo de gloria sino de necesidad (cf.1 Co 9,16).

Nos ha invitado a participar de su vida, de la vida divina. Ay de nosotros –consagrados, consagradas, seminaristas, sacerdotes, obispos–, ay de nosotros si no la compartimos, ay de nosotros si no somos testigos de lo que hemos visto y oído, ay de nosotros… No queremos ser funcionarios de lo divino, no somos ni queremos ser nunca empleados de la empresa de Dios, porque somos invitados a participar de su vida, somos invitados a introducirnos en su corazón, un corazón que reza y vive diciendo: «Padre nuestro». ¿Y qué es la misión sino decir con nuestra vida –desde el principio hasta el final, como nuestro hermano Obispo que murió anoche–, qué es la misión sino decir con nuestra vida «Padre nuestro»?

A este Padre nuestro es a quien rezamos con insistencia todos los días. Y, ¿qué le decimos en una de esas invocaciones? No nos dejes caer en la tentación. El mismo Jesús lo hizo. Él rezó para que sus discípulos —de ayer y de hoy— no cayéramos en la tentación. ¿Cuál puede ser una de las tentaciones que nos pueden asediar? ¿Cuál puede ser una de las tentaciones que brota no sólo de contemplar la realidad sino de caminarla? ¿Qué tentación nos puede venir de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad? ¿Qué tentación podemos tener nosotros, una y otra vez, –nosotros llamados a la vida consagrada, al presbiterado al episcopado–, qué tentación podemos tener frente a todo esto, frente a esta realidad que parece haberse convertido en un sistema inamovible?

Creo que la podríamos resumir con una sola palabra: resignación. Y Frente a esta realidad nos puede ganar una de las armas preferidas del demonio, la resignación. «¿Y qué le vas a hacer? La vida es así». Una resignación que nos paraliza, una resignación que nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino; una resignación que no sólo nos atemoriza, sino que nos atrinchera en nuestras «sacristías» y aparentes seguridades; una resignación que no sólo nos impide anunciar, sino que nos impide alabar, nos quita la alegría, el gozo de la alabanza. Una resignación que no sólo nos impide proyectar, sino que nos frena para arriesgar y transformar.

Por eso, Padre nuestro, no nos dejes caer en la tentación.

Qué bien nos hace apelar en los momentos de tentación a nuestra memoria. Cuánto nos ayuda el mirar la «madera» de la que fuimos hechos. No todo ha comenzado con nosotros, y tampoco todo terminará con nosotros, por eso, cuánto bien nos hace recuperar la historia que nos ha traído hasta aquí.

Y, en este hacer memoria, no podemos saltearnos a alguien que amó tanto este lugar que se hizo hijo de esta tierra. A alguien que supo decir de sí mismo: «Me arrancaron de la magistratura y me pusieron en el timón del sacerdocio, por mérito de mis pecados. A mí, inútil y enteramente inhábil para la ejecución de tan grande empresa; a mí, que no sabía manejar el remo, me eligieron primer Obispo de Michoacán» (Vasco Vázquez de Quiroga, Carta pastoral, 1554).

Agradezco –paréntesis– al Señor Cardenal Arzobispo que haya querido que se celebrase esta Eucaristía con el báculo de este hombre y el cáliz de él.

Con ustedes quiero hacer memoria de este evangelizador, conocido también como Tata Vasco, como «el español que se hizo indio». La realidad que vivían los indios Purhépechas descritos por él como «vendidos, vejados y vagabundos por los mercados, recogiendo las arrebañaduras tiradas por los suelos», lejos de llevarlo a la tentación y de la acedia de la resignación, movió su fe, movió su vida, movió su compasión y lo impulsó a realizar diversas propuestas que fuesen de «respiro» ante esta realidad tan paralizante e injusta. El dolor del sufrimiento de sus hermanos se hizo oración y la oración se hizo respuesta. Y eso le ganó el nombre entre los indios del «Tata Vasco», que en lengua purhépecha significa: Papá.

Padre, papá, Tata, abba.

Esa es la oración, esa es la expresión a la que Jesús nos invitó.

Padre, papá, abba, no nos dejes caer en la tentación de la resignación, no nos dejes caer en la tentación de la acedia, no nos dejes caer en la tentación de la pérdida de la memoria, no nos dejes caer en la tentación de olvidarnos de nuestros mayores, que nos enseñaron con su vida a decir: Padre Nuestro.

La Doctrina Social mal enfocada. Por Rodrigo Huerta Migoya



Desde aquellos inicios remotos en el contexto de la “Revolución Industrial” hasta nuestros días, la Madre Iglesia ha sabido siempre salir al paso de tantas nuevas realidades sociales que clamaban por un pronunciamiento de la jerarquía en favor de tantos explotados y desfavorecidos obreros y trabajadores.

León XIII asentó las bases (Rereum Novarum), Pío XI (Quadragesimo Anno) acuñó el término; más fue un jesuita -como no podría ser de otra forma- quién de avanzadilla y dos pasos por delante, se atrevió ya en 1843 a definir lo que en sentido cristiano debería significar y ser la justicia social. La obra de este hijo de San Ignacio titulada “Saggio teoretico di dritto naturale, appoggiato sul fatto” (Ensayo teórico del derecho natural apoyado en los hechos) se convirtió pronto en la primera valiente respuesta, así como el comienzo de una amplia teorización que comenzaba a desarrollarse entono a las desigualdades sociales y de las clases trabajadoras.

Realidades como la propiedad privada, la relación entre esfuerzo y salario, la dignidad de la persona, la primacía del bien común, la calidad de vida o la ley moral, fueron las peticiones que a la luz de la vida cristiana se consideraban indispensables en el día a día de toda persona. Muchos ríos de tinta han corrido con estos deseos; muchas gargantas dejaron su voz en ello, pero muchos y demasiados también llegaron hasta perder la fe en el Dios de Jesucristo por creer en la aplicación puramente política e ideológica de los principios de esta enseñanza eclesial.

Hay fronteras entre dos realidades cuya línea es tan delgada, que a veces sin darnos cuenta podemos acabar dejando nuestra orilla para acabar en la opuesta. Por eso debemos ser también prudentes, ya que aunque nadie niega que el ser bueno, el amar o el ser persona sensible socialmente esté mal, el problema se presenta cuando dejamos de ser buenos para ser tontos, o cuando el amor se vuelve odio, o cuando en vez de cristiano, monja o sacerdote nos convertimos en sindicalistas o portavoces de “Comisiones Obreras”.

Es vital para nosotros (herederos de la ley del amor) que veamos en el compendio de la Doctrina Social el empeño por encarnar o dar forma en nuestros días a esa verdad que con dos mil años a sus espaldas y en nombre solamente de Jesucristo y su Iglesia, sigue dando tanto que hablar y regalando tanto bueno en defensa de los marginados, excluidos o explotados. A esto la Iglesia lo ha llamado a lo largo de los siglos caridad y justicia social.

Pero el politiqueo barato y demagogo con el que algunos desde dentro se han ido identificando aprovechando la coyuntura, ha supuesto también una calamitosa decepción de lo que debían de ser verdaderos hombres y mujeres de Dios, por dentro y por fuera. Estamos comenzando a sufrir ya las consecuencias de aquellos errores, y para muestra un botón, pues los datos hablan por sí mismos:

Diócesis “arrasadas” con secularizaciones a troche y moche y un empobrecimiento y pérdida de identidad vocacional; un clero joven de ONG funcionarializado, quemado y sin aliento, que pese a todo en gran parte ha ido sobreviviendo a esas grandes desbandadas gracias a un clero “mayor” hijos de otro tiempo, que, aunque “herido” nunca perdieron el Amor Primero.

Congregaciones enteras a las puertas de la extinción que se ven hoy obligadas a fusionarse con otros carismas perdiendo su historia y parte de su ser mismo, así como el legado de sus fundadores. Son muchos los religiosos que hoy en día viven desnortados, sin identidad ni conciencia de su misión. Y así lo ha repetido en varias ocasiones el Santo Padre.

También dentro del pueblo fiel se palpa la tragedia de un adoctrinamiento reiterado en tantas comunidades parroquiales: catecismo “progresista y reinventado” que a lo largo de los años se les ha inculcado a niños y jóvenes y que costará aún mayor sacrificio corregir y reconducir. Una Iglesia hecha a mi gusto y medida, experimento de experimentos, que llegada la hora de la verdad resulta ser suelo rociado con sal. Liturgias sacadas de la manga, críticas y etiquetas al que piensa diferente y, lo peor de todo, un menosprecio de los sacramentos, adaptados por comodidad o para “agradar” como las famosas y falaces “absoluciones generales”. La Doctrina Social ni es “Doctrina” ni es “Social” cuando es parcial, se politiza o ideologiza al margen o en contra de la Iglesia de la que emana.

Movimiento anual de cuantas AÑO 2015 +CARITAS PARROQUIAL DE LUGONES



Saldo contable a 31/12/14 --------------------------------------------------2.650.00 euros

Subvención del Ayuntamiento --------------------------------------------- 7.000,00 euros

Donativos de Socios -------------------------------------------------------- 1.148,00 euros

Donativos de colaboradores ------------------------------------------------ 2.977,03 euros

Colectas Cáritas Parroquial ------------------------------------------------- 2.497,00 euros

Colecta Corpus -------------------------------------------------------------- 522,00 euros

Postulación Corpus --------------------------------------------------------- 426,00 euros

Colecta de Navidad ----------------------------------------------------------1.139,50 euros

Total entradas ---------------------------------------------------------------- 18.349,53 euros

Ayudas a familias en vales -------------------------------------------------- 9.320,00 euros

Ayudas en metálico ---------------------------------------------------------- 485,00 euros

Koopera (tienda de ropa) ---------------------------------------------------- 191,50 euros

Aportación a Cáritas arciprestal -------------------------------------------- 2.803,50 euros

Aportación a Cáritas diocesana --------------------------------------------- 522,00 euros

Total salidas------------------------------------------------------------------- 13.300,22 euros

Saldo contable a 31/12/2015-------------------------------------------------  5.027,03 euros

sábado, 13 de febrero de 2016

Evangelio Domingo I de Cuaresma


Lectura del santo Evangelio según San Lucas 4,1-13

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.»
Jesús le contestó: «Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre”.»
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo.»
Jesús le contestó: «Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”.»
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti”, y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”.»
Jesús le contestó: «Está mandado: “No tentarás al Señor, tu Dios”.»
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

Palabra del Señor

Kiril, Patriarca de Moscú, y el Papa: una declaración que abre muchas puertas



(ABC) Más allá de su contenido, que es ya un paso de gigante para dejar atrás una enemistad de casi mil años, la declaración firmada en La Habana es un documento que abre muchas puertas, y todas hacia caminos prometedores.

La caída del «muro de Moscú» permitirá a la Iglesia católica cultivar la amistad con las Iglesias ortodoxas «eslavas», las de sentimientos filorrusos, reacias a dar los pasos de acercamiento que han protagonizado a lo largo de los últimos cincuenta años las Iglesias ortodoxas «griegas», que miran como referencia al Patriarca Ecuménico de Constantinopla.

Paradójicamente, la caída de la barrera psicológica al diálogo entre Moscú y Roma mejora también el diálogo entre las Iglesias ortodoxas, muchas de ellas excesivamente nacionalistas y apegadas al propio modo de hacer las cosas en su país.

Isla de Creta

La ortodoxia, en su conjunto, necesita un respiro similar al que trajo para la Iglesia católica el Concilio Vaticano II. Con un poco de suerte lo pueden conseguir el próximo mes de julio en el concilio panortodoxo, el primero que se celebra en 1.300 años, y que la parte más conservadora de la Iglesia Ortodoxa Rusa ha intentado impedir.

De hecho, uno de los documentos que se debatirán en la isla de Creta es precisamente el de ecumenismo, la relación con las demás Iglesias cristianas, que los ortodoxos apenas han cultivado.

A decir verdad, muchas de esas Iglesias tampoco han cultivado apenas el diálogo con la sociedad civil y con la cultura, limitándose a condenas rutinarias de lo que no se ajusta a las normas tradicionales, pero perdiendo la oportunidad de influir positivamente en la vida de la sociedad.

El «abrazo de La Habana» aumenta la estatura del Patriarca Kiril, no sólo respecto a las otras Iglesias ortodoxas –que, todas juntas, suman un tercio del total de fieles- sino también dentro de la Iglesia Ortodoxa Rusa, que reúne a los dos tercios y es, en cierto modo, un gigante rodeado de enanos.

Kiril es un que ha ido centralizando a lo largo de siete años las estructuras de una Iglesia un tanto dispersa y paralizada. Ha nombrado numerosos obispos jóvenes y está intentando dinamizar la vida de una Iglesia que necesita modernizar sus estructuras y su modo de trabajar.

En este sentido, la línea «centralizadora» de Kiril y la línea «sinodal» de Francisco suponen rumbos de convergencia entre organizaciones basadas en principios opuestos: las Iglesias nacionales con estructura sinodal y diócesis muy autónomas, típicas de los ortodoxos, y la Iglesia mundial y universal con un Papa que gobierna lo esencial de cada diócesis y puede intervenir con rapidez en caso necesario.

En 1964, durante el primer encuentro de un Papa y un Patriarca Ecuménico de Constantinopla desde el cisma del 1054, Atenágoras dijo a Pablo II que «nosotros tenemos que caminar juntos y en armonía, y a todos los teólogos los ponemos en una isla para que discutan entre ellos, mientras nosotros caminamos por la vida”.

En este caso, se han ido a la isla los primados de las dos Iglesias, para ponerse de acuerdo en empezar a caminar juntos sin la rémora de las discusiones de los teólogos.

Otra línea prometedora que también facilita el encuentro de La Habana es el diálogo de las Iglesias ortodoxas con las demás religiones. La caída de barreras psicológicas milenarias ayuda a considerar normal el colaborar con otras religiones en objetivos comunes como, por ejemplo, crear una cultura de paz cuando hay fanáticos que intentan crear guerras religiosas, y movimientos terroristas que las ponen en marcha.

NO TE OLVIDES



HOY VIERNES 

A LAS 19:00 

REZO DEL SANTO VÍA CRUCIS 


¿En qué consiste?

Es la meditación de los momentos y sufrimientos vividos por Jesús desde que fue hecho prisionero hasta su muerte en la cruz y posterior resurrección. Literalmente, via crucis significa "camino de la cruz". Al rezarlo, recordamos con amor y agradecimiento lo mucho que Jesús sufrió por salvarnos del pecado durante su pasión y muerte. Dicho camino se representa mediante 15 imágenes de la Pasión que se llaman "estaciones". Te animarás a cargar con las cruces de cada día, si recuerdas con frecuencia las estaciones o pasos de Jesús hasta el Calvario.

Conferencias Cuaresmales en la Basílica de San Juan el Real


(Iglesia de Asturias) Los refugiados y los cristianos perseguidos serán el tema principal de las Conferencias Cuaresmales de este año en la Basílica de San Juan de Oviedo.
Darán comienzo el lunes, 14 de marzo, con la participación del director de Ayuda a la Iglesia Necesitada, Javier Menéndez Ros, con una charla titulada “Una Iglesia de campaña que acoge a los cristianos en origen”. Al día siguiente, 15 de marzo, martes, el sacerdote Carlos Khalil Jaar, párroco en Ammán (Jordania) hablará sobre “Una Iglesia que acoge a los cristianos perseguidos”. Finalmente, el día 16 de marzo, miércoles, será el turno del Obispo de Astorga, Mons. Juan Antonio Menéndez, quien participará con la charla “Los refugiados: un reto para la Iglesia”.
Las Conferencias tendrán lugar, como es habitual, en el Salón de Actos de la Basílica de San Juan, a las 20 horas.

DOMINGO I de Cuaresma


DOMINGO 14

M I S A Mayor 
y
Concierto  de Cuaresma


BANDA DE MÚSICA
De la
AGRUPACIÓN

SAN SALVADOR

Carta semanal del Sr. Arzobispo


Una vieja palabra prohibida: la misericordia

Una de las palabras más netamente cristiana y que sólo los labios creyentes se atreven a pronunciarla en tiempos de endurecimiento y de violencia, es la palabra “misericordia”. Para los prepotentes, la misericordia es sinónimo de debilidad, y por ese motivo la evitan, la ridiculizan, mientras maquillan su fortaleza de barro para creer que son inexpugnables, invencibles, imbatibles. La vida luego nos ha enseñado tantos casos, tantísimos, en los que esas enormes figuras construidas sin el sólido fundamento de la verdad y la bondad, terminan siempre de modo trágico cayendo en el abismo que sus propias pretensiones falaces y tramposas se habían imaginado.

La misericordia significa tener un corazón capaz de conmoverse ante cualquier desvalimiento y pobreza, para salir al encuentro de quien necesita precisamente una mirada y un abrazo que lo redima en su triste suerte. Por eso la misericordia en la Biblia es un atributo divino, y como recuerda el papa Francisco en su mensaje para la Cuaresma que acaba de dar comienzo, «la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales».

Si somos hechos a imagen y semejanza de Dios, es bueno saber que viviendo la misericordia es una manera hermosa y verdadera de parecernos a nuestro Creador. Él tiene esa entraña y Él gasta de esa bondad. En esta Cuaresma se nos invita a profundizar en este sentido en lo que el Santo Padre ha querido señalarnos con este año jubilar dedicado a la misericordia. Sin duda que encontraremos tantos motivos para una conversión del corazón, de las actitudes, de la propia vida cristiana personal, cuando en estas semanas que nos acompañarán hasta llegar a la Pascua podamos trabajar en todo cuanto se nos ha podido adentrar e instalar en el alma haciéndonos inmisericordes.

El papa Francisco no usa medias tintas al señalar esa actitud que se esconde en la prepotencia: «el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino para sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento… que va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado. Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos».

Hagamos este camino cuaresmal abriendo nuestro corazón a la misericordia para ser testigos de la misericordia de Dios. Es un trabajo espiritual para cuidar la imagen de Dios en nosotros que ha podido quedar desdibujada, rayada, irreconocible, cuando tenemos sentimientos, pensamientos y conductas que no llevan el sello entrañable y bondadoso de la misericordia de Dios.


+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

“CRISTIANOS” SOCIALES Y DE FUNERALES


Algo constatado en el tiempo es la vertiginosa evolución de nuestra sociedad. Los cristianos formamos parte de ella, y por ende, estamos inmersos en esos cambios para bien y para mal. Atrás quedan ya los tiempos del llamado “nacional catolicismo”, donde jóvenes y mayores iban a misa los domingos y participaban de todas las actividades de la Parroquia y ésta era el centro de la vida de todos los cristianos que la formaban. En el fondo, aún con cierta nostalgia de algunas cosas bellas que se nos han escapado, pienso que es mejor así, pues desde la libertad de cada cual (hoy cada uno puede ser o hacer lo que quiera) y en consonancia con el propio Evangelio, quedan así de manifiesto “las actitudes de muchos corazones”.

Para no pocos, la Parroquia es hoy como una especie de supermercado de lo religioso, que desde una antropología filosófica satisface la necesidad “del rito”, el cual, desgraciadamente, no se inserta necesariamente en una realidad católica, ni tiene como eje, camino, verdad y vida, la figura de Jesucristo. Para éstos, la Parroquia es como un lugar donde mostrarse socialmente y poner de manifiesto una cierta “sintonía común” ante un hecho solemne o trascendente. Esto se pone particularmente en evidencia en los funerales y aniversarios.

En esta tipología de “cristianismo puntual” suele haber dos modelos principalmente: personas que siguen el protocolo litúrgico educadamente y mantienen las formas o -las menos, afortunadamente- que no participan; que no siguen la celebración, bien porque no saben o porque no quieren; o que adoptan posturas y actitudes toscas y maleducadas, irreverentes o incluso desafiantes. Que no están ni se sienten en su lugar para nada. Entre ellas tampoco falta la que se pasa toda la celebración sentada con las piernas cruzadas ajena a todo, o la que de principio a fin se tira la misa rumiando chicle en movimiento circular, a riesgo de desencajar su mandíbula. Estos se ven perfectamente y se definen por sí mismos…

Lo que me parece realmente más preocupante, son aquellos que respetuosos aparentemente con toda la celebración -eso sí- “por fulanito”, tienen más fácil que les toque “el gordo” de Navidad que verles un domingo en la misa de la Comunidad, o que se presten a echar una mano para limpiar, montar el belén, pasar la cesta, rezar el rosario o proclamar una lectura. Muchos de estos consideran a la vez la Iglesia como una especie asociación de vecinos (que no es lo mismo que feligreses) la cual es “de todos”. Pues no. La Iglesia es más de unos que de otros. De todos, es el Ayuntamiento, la Casa de la Cultura o la Piscina Municipal, pero la llave la tiene el alcalde y él pone los horarios y decide el color de la pintura de la pared junto con sus colaboradores directos.

Para que se dé esa pretendida “cotitularidad” de la Iglesia por parte de “todos”, no basta con exhibirse en funerales y aniversarios, ni pretender equipararse a los que verdaderamente son y están; utilizando al tiempo con cierta arrogancia y como chantaje del sentimiento una esporádica colaboración que pretende, finalmente, secuestrar y acallar la voz y el obrar de quienes sí están y son todos los días, o de quien por nombramiento con total vinculación jurídica, tiene la responsabilidad última.

A los verdaderos “titulares” de una Parroquia, se les conoce y reconoce en la implicación y participación de la vida diaria de su Comunidad; no sólo en funerales, aniversarios, bodas, bautizos, comuniones, la fiesta sacramental o la colecta puntual para esto o aquello (que tampoco "todos"). Esto es más que evidente, y los que así actúan también son conocidos, pese a lo cual tampoco falta en su descaro la expresión más “libertaria” que cristiana de “la iglesia es del pueblo”… Pues mire Vd., más de lo mismo y más “asociación de vecinos”, que no feligreses. “El Pueblo” no existe como entidad; es una expresión ambigua, abstracta, no definida ni registrada y carente de personalidad o representatividad jurídica alguna, máxime, cuando cualquier pueblo es plural en personas, opiniones, gustos, compromisos y actitudes. Una cosa es la Parroquia como entidad civil y otra muy distinta la Parroquia como Comunidad Católica de la Iglesia de Jesucristo, Modelo, Pasto y Pastor.

Joaquín, Párroco

miércoles, 10 de febrero de 2016

Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2016


“Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13)

1. María, icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada

En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17).

Con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor» quise hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética.

La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios.

María, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal.

En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales.

2. La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia

El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad.

Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempeña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel. Son justamente las imágenes familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)— las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo.

Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus, 8).

En efecto, como hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a todos los efectos. Y lo es hasta tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemàrequiere a todo judío, y que todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5).

El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella.

Es éste el corazón del kerygma apostólico, en el cual la misericordia divina ocupa un lugar central y fundamental. Es «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (Exh. ap.Evangelii gaudium, 36), el primer anuncio que «siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis» (ibíd., 164).

La Misericordia entonces «expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer» (Misericordiae vultus, 21), restableciendo de ese modo la relación con él. Y, en Jesús crucificado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí donde se perdió y se alejó de Él. Y esto lo hace con la esperanza de poder así, finalmente, enternecer el corazón endurecido de su Esposa.

3. Las obras de misericordia

La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales.

Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo.

Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15). En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado» (ibíd.).

Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5); más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe.

Ante este amor fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6), el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres.

Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo.

Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento. Llega hasta tal punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión. Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado.

Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar.

Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos.

La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia.

Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo. A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla elMagnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos.

Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno.

He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes palabras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29). Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa prometida, a la espera de su venida.

No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf.Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).

martes, 9 de febrero de 2016

Miércoles de Ceniza



Santa Misa 
Con imposición de la ceniza
A las 19:30 




9 cosas que conviene saber sobre el Miércoles de Ceniza


1.- ¿Qué es el Miércoles de Ceniza?

Es el día en el que comienza la Cuaresma. No es el día en el que acaba el Carnaval.

Siempre cae en miércoles (parece obvio, pero alguno duda todavía) y da igual que el año sea bisiesto porque se cuenta hacia atrás desde la Misa de la Cena del Señor.

Misal Romano: En la Misa de este día se bendice y se impone la ceniza, hecha de los ramos de olivo o de otros árboles, bendecidos en el Domingo de Ramos del año precedente.

2.- ¿Dónde se compra la Ceniza?

En ningún sitio. Se obtiene de quemar los ramos bendecidos el Domingo de Ramos del año anterior.

Muchas familias guardan los ramos o las palmas y los llevan a la parroquia los días previos.

3.- ¿Por qué se impone la ceniza?

Es un símbolo,Directorio de Piedad Popular, 125:

El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual.

4.- ¿A quién se puede imponer?

No hace falta ser católico para que te impongan la ceniza. De hecho, muchos catecúmenos participan en la ceremonia en preparación para su bautismo el día/noche de Pascua de Resurrección.

Digamos que, en este sentido, es un «día de puertas abiertas»: creyente o no, niño, adolescente, maduro, mayor sin madurar o anciano. Todos. Los ateos habituales comentaristas de este blog también.

5.- ¿Cómo y cuándo se impone?

No hay reglas fijas. Depende del ámbito cultural y de las costumbres locales.
En los países de tradición latina, las cenizas se imponen más hacia el pelo que en la frente, espolvoreando.
En los países del ámbito anglosajón, con agua bendita se hace una pasta y se suele «marcar la frente».

Después de la homilía, el sacerdote bendice las cenizas y las rocía con agua bendita. Luego se impone con una de estas dos fórmulas:
Conviértete y cree en el Evangelio. O,
Recuerda que eres polvo y al polvo volverás.

En el Misal romano dice que mientras se canta. Creo que no es una simple sugerencia.

6.- ¿Es obligatorio?, ¿es día de precepto?

No, no es obligatorio, y no, no es día de precepto. Aunque curiosamente sin «ser obligatorio» y siendo día laborable, suele aumentar considerablemente la asistencia a la Santa Misa ese día.

Tampoco es «obligatorio» confesarse. Pero, sinceramente, me parece una extraordinaria oportunidad. Tan extraordinaria como la que disfrutan los sacerdotes para explicar bien las cosas.

7.- ¿Cuánto tiempo hay que tener la ceniza en la cabeza o la frente?

Lo que quieras. Los hay que se lo quitan al volver al banco, en especial señoras. Otros, como testimonio, esperan a que desaparezca naturalmente.

8.- ¿Hace falta que la imponga un sacerdote?

La bendición, como todo sacramental, sólo un sacerdote o un diácono. Para la imposición pueden ser ayudados por laicos.

Puede hacerse fuera de la celebración de la Misa:

La bendición e imposición de la ceniza puede hacerse también fuera de la Misa. En este caso es recomendable que preceda una liturgia de la palabra, utilizando la antífona de entrada, la oración colecta, las lecturas con sus cantos, como en la Misa. Sigue después la homilía y la bendición e imposición de la ceniza. El rito concluye con la oración universal, la bendición y la despedida.

9.- ¿Es obligatorio el ayuno y la abstinencia?

El Miércoles de Ceniza no hay obligación para los católicos de imponerse la ceniza, pero sí de hacer ayuno y abstinencia según las normas generales y las particulares de cada diócesis.

El ayuno es obligado, al igual que el Viernes Santo, a los mayores de 18 años y menores de 60. Fuera de los límites también se puede. Consiste en hacer solo una comida fuerte al día.

La abstinencia de comer carne es obligada desde los 14 años. Todos los viernes de Cuaresma también lo son de abstinencia obligatoria. Los demás viernes del año también, aunque según el país puede sustituirse por otro tipo de sacrificio/mortificación

Datos del Mes Pasado



Bautizos: (10/01): Alexis Argüello Bermudez; Nicolás Pereiro González

Bodas: NO HUBO

Defunciones: (14/01): José María Blanca Grabusola; (19/01): Rogelio González Duarte; (20/01): Eulogia Sosa Viera; (25/01): María Teresa Martínez Fernández

cuaresma, lo que fue y lo que es



Modelada sobre el ejemplo de Moisés y Elias, los cuales después de un ayuno de cuarenta días fueron admitidos a la visión de Dios, y más todavía a imitación del retiro y del ayuno cuadragenario realizado por Cristo en el desierto, vemos aparecer en la Iglesia a principios del siglo IV la observancia de un período sagrado de cuarenta días, llamado por esto Cuaresma, como preparación a la Pascua, pero -recuerda el gran liturgista italiano Mario Righetti- entendida ésta en su concepto primitivo, es decir, no como aniversario de la resurrección de Cristo, sino como los dos días (Viernes y Sábado Santo) conmemorativos de su inmolación en la cruz para rescate del mundo, según la frase del Apóstol: Pascha nostrum immolatus est Christus (Cor. 5:17). Sólo en un momento posterior se comenzó a usar el término Pascha como sinónimo exclusivo de la dominica de Resurrección

Nos recuerda otro liturgista, el español Monseñor Julián López Martín, que el tiempo de Cuaresma más o menos como lo conocemos actualmente no es anterior al siglo IV y en muchas Iglesias es ciertamente posterior. Sin embargo, la celebración de la Pascua contó siempre con una cierta preparación, consistente en un ayuno de dos o de tres días de duración. En la antigüedad solamente se celebraba la eucaristía los domingos, pero se ayunaba todos los miércoles y viernes del año, excepto durante el tiempo pascual. Por eso, muy pronto, el ayuno que precedía a la solemnidad de la Pascua, iniciado en realidad el miércoles precedente, terminó por abarcar la semana entera.

En los documentos existentes de los primeros tres siglos encontramos una diversidad de prácticas en lo tocante a este ayuno anterior a la Pascua, e incluso una gradual evolución de su período de duración. Explica Herbert Thurston que el pasaje más importante es uno citado por Eusebio de Cesárea (Historia Ecclesiastica V, 24) de una carta de San Ireneo al Papa Víctor con relación a la Controversia de Pascua. En él, Ireneo dice que no sólo existe una controversia acerca de la fecha de observancia de la Pascua, sino también acerca del ayuno preliminar. «Pues -continúa- algunos piensan que hay que ayunar durante un día, otros que durante dos, y otros que durante varios, e incluso otros aceptan que afirman que deben hacerlo durante cuarenta horas continuas, de día y de noche». Podemos, así, concluir que en el año 190 Ireneo no sabía de ningún ayuno pascual prolongado, y mucho menos de cuarenta días como hoy lo conocemos.

Algo parecido se puede concluir de la lectura de Tertuliano que en sus escritos como montanista contrasta el tiempo breve del ayuno católico (i.e. «los días cuando el novio les será arrebatado», que probablemente se referían al Viernes y Sábado Santos) con el más largo, aunque aún restringido, de una quincena, que era observado por los montanistas. Obviamente se refería a un ayuno muy estricto (xerophagiæ: ayuno seco), pero no hay indicación alguna en sus escritos- aunque escribió todo un tratado «De jejunio» y con frecuencia toca el asunto en otras obras- que estuviese familiarizado con algún período de cuarenta días consagrados a ayunar más o menos continuamente.

Sin excepción alguna, los Padres pre-nicenos guardan el mismo silencio en torno a ese tipo de ayuno, a pesar de que muchos de ellos pudieron haberlo mencionado si hubiese sido una institución apostólica. No existe, por resaltar unos ejemplos, mención alguna de la Cuaresma en San Dionisio de Alejandría (Ed. Feltoe, 94 ss.) ni en la «Didascalia», fechada por Funk en las cercanías del año 250. Empero, ambos hablan abundantemente del ayuno pascual.

Existen datos que sugieren que la Iglesia de la Era Apostólica celebraba la Resurrección de Cristo no con una festividad anual, sino semanal. De aceptarse esos datos, la liturgia dominical constituía el recuerdo semanal de la Resurrección, y el ayuno del viernes, el de su Pasión. Esa teoría ofrece una explicación natural a la amplia divergencia que hallamos en la mitad final del siglo II en lo tocante al tiempo adecuado para observar la Pascua y a la manera del ayuno pascual. Había consenso total en cuanto a la observancia semanal del domingo y del viernes, por ser algo primitivo, pero la fiesta anual de la Pascua constituía algo impuesto por el proceso natural de desarrollo, influenciado en gran parte por las condiciones de cada iglesia, tanto en Occidente como en Oriente. No sólo eso, sino que a una con la fiesta de la Pascua parece haberse introducido un ayuno preparatorio, para conmemorar la Pasión o, dicho de otro modo: «los días en los que les sería arrebatado el novio». Se trataría de un ayuno de dos o de tres días de duración: Viernes y Sábado Santos (días de ayuno), que con el Domingo formaron el «triduo». Era un ayuno más sacramental que ascético; es decir, tenía un sentido pascual (participación en la muerte y resurrección de Cristo) y escatológico (espera de la vuelta de Cristo Esposo, arrebatado momentáneamente por la muerte). Poco después la Didascalía habla de una preparación que dura una semana en la que se ayuna, si bien el ayuno tiene ya también un sentido ascético, es decir, de ayuno, abstinencia, sacrificio, mortificación.

Ya en el siglo IV este ayuno se extiende a otras dos semanas más, dejando los domingos, en los que también estaba prohibido ayunar. Esta época es la que conoce el mayor esplendor del catecumenado de adultos, cuya última etapa, la inmediatamente anterior a la recepción de los sacramentos de la iniciación cristiana, se desarrollaba en estas semanas anteriores a la Pascua. También es entonces cuando mayor impulso recibe otra importantísima institución pastoral de la Iglesia antigua: la penitencia pública de los grandes pecados, con el rito de la reconciliación de los penitentes en la mañana del Jueves santo. Aunque este modo de obtener el perdón de los pecados duraba varios años, lo mismo que el catecumenado, sin embargo, todos los años, al comenzar el período de preparación para la Pascua y a su término, en la mañana del Jueves Santo, se celebraban los ritos de entrada en el orden de los penitentes y el rito de la reconciliación, respectivamente.

A finales del siglo IV ya se contaron cuarenta días de ayuno, sin duda por influjo del ayuno del Señor en el desierto, que comenzaban el domingo primero de la Cuaresma. Como la reconciliación de penitentes se hacía el Jueves Santo, se determinó, al objeto de que fueran cuarenta días de ayuno, comenzar la Cuaresma el Miércoles de ceniza, ya que los domingos no se consideraban días de ayuno. Así, la preparación pascual se alargó en Roma a seis semanas –también con ayuno diario, excepto los días indicados, es decir, sábados y domingos-, de las que quedaban excluidos el viernes y sábado últimos, pertenecientes al Triduo Sacro.

El historiador de la Cuaresma advierte muchas fluctuaciones en las distintas iglesias a la hora de empezar la cuenta atrás de los cuarenta días a partir del comienzo del primitivo ayuno prepascual, o sea, el Jueves Santo, o a partir del domingo de Pascua o incluso del actual domingo de Ramos. El resultado es una acumulación de estratos o períodos superpuestos, de manera que ya en el siglo VII no sólo hay una Cuadragésima -40 días, desde el domingo I de Cuaresma hasta el Jueves Santo inclusive-, sino también una Quincuagésima -50 días, contados desde el domingo anterior al I de Cuaresma hasta el de Pascua-, una Sexagésima-60 días, que avanzan hacia atrás otro domingo más y concluyen, asombrosamente; el miércoles de la octava de Pascua- y una Septuagésima -70 días, a base de ganar otro domingo aún y concluir en el II de Pascua.

Esta evolución cuantitativa se extendió también a las celebraciones. En efecto, la Cuaresma más antigua en Roma sólo tenía como días litúrgicos los miércoles y los viernes; en ellos, reunida la comunidad, se hacía la «statio» cada día en una iglesia diferente. En tiempos de san León (440-461), se añadieron los lunes. Posteriormente, los martes y los sábados. El jueves vendría a completar la semana, durante el pontificado de Gregorio II (715-731). Esta especie de Precuaresma, en la que se usaba el color morado y se suprimía el Gloria y el Aleluya, ha durado hasta la promulgación del nuevo Calendario romano en 1969.

También en la Iglesia en Roma, surgió la práctica de que los pecadores que querían recibir la reconciliación al final de la Cuaresma, el Jueves Santo, llamados «penitentes» comenzaran su penitencia pública el primer día de la Cuaresma. Ellos eran salpicados de cenizas, vestidos en sayal y obligados a mantenerse lejos hasta que se reconciliaran con la Iglesia el Jueves Santo o el jueves antes de la Pascua. Estas prácticas cayeron en desuso (del siglo VIII al X). Entonces, en el siglo XI, desaparecida ya la institución de los penitentes como grupo, viendo que el símbolo de la imposición de la ceniza al iniciar la Cuaresma era bueno, se empezó a realizar este rito para todos los cristianos, de modo que toda la comunidad se reconocía pecadora, dispuesta a emprender el camino de la conversión cuaresmal.

Como consecuencia de la desaparición del catecumenado (o bautismo de adultos) y del itinerario penitencial (o de la reconciliación pública de los pecadores notorios), la Cuaresma se desvió de su espíritu sacramental y comunitario, llegando a ser sustituida por innumerables devociones y siendo ocasión de «misiones populares» o de predicaciones extraordinarias para el cumplimiento pascual, en las que –dentro de una atmósfera de renuncia y sacrificio- se ponía el énfasis en el ayuno y la abstinencia. En la temprana Edad Media, a lo largo de la mayor parte de la Iglesia Occidental, la Cuaresma consistía en cuarenta días de ayuno, y seis domingos. Desde el inicio de esa temporada, hasta su final, quedaban prohibidos la carne y los «lacticinia», incluso los domingos, y durante los días de ayuno sólo se hacía una comida al día, la que no podía realizarse antes de oscurecer. Pero ya en una época muy temprana (encontramos la primera mención de esto en Sócrates), se comenzó a tolerar la práctica de romper el ayuno a la hora de nona, o sea a las tres de la tarde. Sabemos, en particular, que Carlomagno, alrededor del año 800, tomaba su refacción cuaresmal a las 2 de la tarde.

Explica Thurston que todavía más material fue el relajamiento causado por la introducción de la «colación». Esta parece haber comenzado en el siglo IX, cuando el Concilio de Aix la Chapelle autorizó la concesión, aún para los monasterios, de un trago de agua u otra bebida al atardecer para aquellos que estuviesen fatigados por el trabajo manual del día. De este pequeño inicio se desarrolló una mayor indulgencia. El principio de la parvitas materiae, o sea, que una cantidad pequeña de alimento no rompe el ayuno mientras no sea tomada como parte de una comida, fue adoptado por Santo Tomás de Aquino y otros teólogos. A lo largo de los siglos se reconoció que una cantidad fija de comida sólida, menor de seis onzas, podía ser tomada después de la bebida del mediodía. Puesto que esa bebida vespertina, cuando se comenzó a tolerar en los monasterios del siglo IX, se tomaba a la hora en que se leían en voz alta las «collationes» (conferencias) del Abad Casiano a los hermanos, esta pequeña indulgencia llegó a ser conocida como «colación, y así se ha llamado desde entonces.

Otro tipo de mitigaciones, de naturaleza más substancial, se introdujo en la observancia de la Cuaresma durante el curso de los últimos siglos, hasta llegar a la disciplina actual, muy moderada en comparación con lo que hemos visto y que vuelve a tener un marcado sentido catecumenal con el aumento en la actualidad de bautismos de adultos. Para comenzar, se toleró la costumbre de tomar una taza de líquido (por ejemplo, café, té e incluso chocolate) con un trozo de pan o una tostada temprano en la mañana. Y en lo que toca más de cerca de la Cuaresma, la Santa Sede concedió sucesivos indultos para permitir la carne como alimento en la comida principal, primero los domingos y después en dos, tres, cuatro y cinco días a la semana, hasta casi abarcar todo el período. Más recientemente, el Jueves Santo, en el que siempre se había prohibido la carne, fue beneficiario de la misma indulgencia. En los Estados Unidos, por concesión de la Santa Sede, se logró que los trabajadores y sus familias comieran carne todos los días, excepto los viernes, el Miércoles de Ceniza, el Sábado Santo y la Vigilia de Navidad. La única compensación para tanta mitigación fue la prohibición de tomar carne y pescado simultáneamente en la misma comida.



Alberto Royo Mejía, sacerdote